El fracaso del conservadurismo
Los neoconservadores son excelentes ejemplos de lo que ocurre cuando la tentación del imperio y la hegemonía, lejos de ser resistida, es abrazada con entusiasmo por los conservadores.
Los neoconservadores son excelentes ejemplos de lo que ocurre cuando la tentación del imperio y la hegemonía, lejos de ser resistida, es abrazada con entusiasmo por los conservadores.
La reciente venta de armas a Israel por parte del gobierno de EEUU es un recordatorio de que la venta de armas se ha convertido en una parte importante de la política exterior de EEUU, así como en una importante fuente de inestabilidad en todo el mundo.
Según un artículo de The Atlantic, Washington se está apartando de su anterior compromiso con el «libre comercio». Sin embargo, nunca hubo un «consenso de libre comercio» porque Washington siempre ha buscado un comercio gestionado por el Estado.
Aunque los EEUU tuvo una revolución semilibertariana, hay pocos libertarios en el gobierno representativo.
Aunque su historial no es perfecto, Judy Shelton ha sido una rareza entre los economistas monetarios: una defensora del oro y del dinero sólido.
El compromiso de Milton Friedman con el análisis estadístico le llevó a oponerse con vehemencia a la economía de Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, a quienes consideraba proveedores de una teorización a priori y «acientífica».
La mentalidad de Reconstruir Mejor no se limita a los EEUU. En todo el mundo, los gobiernos están recurriendo a la antigua tradición de utilizar ingentes cantidades de recursos para construir cosas que glorifiquen al Estado, no que aporten nada a la economía.
Los políticos invocarán la venerable teoría de la guerra justa cuando crean que pueden manipular los hechos a su favor. En realidad, es raro el gobierno que participa en un conflicto justificado.
Los políticos, apoyados en charlatanería económica como la teoría monetaria moderna, creen que no tienen limitaciones fiscales cuando nos imponen sus visiones. Pero los costes son reales y la realidad económica se impone tarde o temprano.
Contrario a lo que dicen las élites políticas, mediáticas y académicas, el capitalismo mejora la vida de la gente corriente. El socialismo recibe una publicidad favorable, pero fracasa allí donde se implanta.