Las reflexiones de David Hume explican el declive económico de América

Desde que era un joven y prometedor magnate inmobiliario de Nueva York, Donald Trump ha estado obsesionado con lo que considera «trampas» de los extranjeros en las condiciones comerciales internacionales en detrimento de los EEUU. Cree —al igual que muchos americanos— que los extranjeros nos han robado todos nuestros empleos buenos y bien pagados manipulando sus propias divisas, subvencionando sus industrias nacionales y erigiendo barreras comerciales protectoras —en forma de aranceles y cuotas— que restan competitividad a los productos americanos.

Comprendiendo la importancia de la justicia

Para muchos economistas, las cuestiones de justicia no son relevantes para el estudio de los mercados libres. En la mayoría de las situaciones en las que la gente intenta invocar argumentos sobre la «justicia», lo que les preocupa es la justicia distributiva. Su objetivo es abordar las cuestiones de la distribución de la riqueza y la desigualdad de ingresos. Sostienen que la «justicia social» exige que el Estado redistribuya la riqueza.

La balanza comercial de EEUU y la imposición de aranceles

 El miércoles 2 de abril de 2025, el presidente de los EEUU Trump anunció que aplicará al menos un arancel del 10 % a todos los exportadores a los EEUU, con aranceles aún más altos a unas 60 naciones, para contrarrestar los grandes desequilibrios comerciales con los EEUU. Eso incluye a algunos de los mayores socios comerciales del país, como China —que ahora se enfrenta a un arancel muy superior al 50 % en muchos productos—, así como la Unión Europea, Japón y Vietnam.

Un argumento moral a favor del libre comercio

A medida que el discurso público sobre los aranceles retrocede, es crucial abordar un aspecto del libre comercio y la política arancelaria que ha recibido menos atención durante los últimos debates: las implicaciones morales de la imposición de aranceles. Aunque las teorías económicas suelen dominar los debates, la forma en que la política arancelaria entra en conflicto con los valores fundacionales de los Estados Unidos es igualmente significativa.

La igualdad imaginaria es inalcanzable, costosa y perjudicial

En su libro Intelectuales y raza, el gran economista Thomas Sowell censura a los intelectuales por su papel en la promoción de planes estatistas de ingeniería social. Sowell define a los «intelectuales» como «una ocupación particular, es decir, personas cuyo trabajo empieza y termina con ideas. Es una designación ocupacional, más que un título honorífico, y no implica nada sobre el nivel mental de quienes ejercen esa ocupación».