La versión de 1940 de La máscara del Zorro es más que una película de capa y espada protagonizada por el Zorro y sus habilidades con la espada. También es un recordatorio de que el Estado es opresivo y busca arrebatar los derechos y libertades naturales del pueblo.
Al igual que su predecesor, el presidente Trump intenta sin éxito convencer a los americanos de que sus dificultades económicas no son reales, pero los americanos saben distinguir la diferencia.
Históricamente, en Washington se ha considerado de muy mala educación admitir que mantener altos los precios de la vivienda es una política deliberada. Los precios elevados no son la «consecuencia no deseada» de buenas intenciones.
Es evidente que no hay necesidad de recibir instrucción formal sobre «cómo jugar», «llevarse bien con el grupo», «elegir un dentista» y la multitud de «cursos» similares que se imparten en la «educación moderna».
La doctrina económica de las «externalidades» se ha convertido en una excusa para que los gobiernos intervengan económicamente de manera autoritaria, todo ello en nombre de la «salvación» del medio ambiente.
Una economía sólida y la libertad económica nunca han sido tan cruciales como hoy en día. Con tu ayuda, continuaremos luchando contra el Estado y su tiranía.
Actualmente está muy extendida la idea de que las comunidades o grupos ejercen una forma de pensamiento colectivo, que puede ser debidamente expresado por el líder del grupo como los pensamientos de la mente colectiva.
Las burbujas financieras, que antes eran poco frecuentes, se han convertido en algo habitual gracias a un cuarto de siglo de políticas monetarias laxas por parte del Sistema de la Reserva Federal. Necesitamos comprender mejor cómo se forman las burbujas y por qué son tan perjudiciales.
Murray Rothbard señaló acertadamente que el Estado depredador necesita a sus «intelectuales de cortesía» para legitimar sus depredaciones. La educación superior americana se complace en proporcionárselos.
El «globalismo político» lleva la firma inconfundible de una democracia oligárquica. Independientemente de cómo votemos, una pequeña élite se las arregla para salirse con la suya en las cuestiones fundamentales.
