Una estrategia optimista para la libertad
Una estrategia para la libertad debe ser a la vez optimista y realista. Murray Rothbard comprendió ese importante punto y expuso las estrategias y su justificación moral.
Una estrategia para la libertad debe ser a la vez optimista y realista. Murray Rothbard comprendió ese importante punto y expuso las estrategias y su justificación moral.
F.A. Hayek acuñó el término orden espontáneo para señalar que las sociedades prósperas son también sociedades en las que las personas son libres de perseguir sus propios objetivos. El resultado es, irónicamente, una armonía que no se logra con planificación estatal centralizada.
David Gordon comenta The New Leviathans, de John Gray, señalando que las razones de Gray para apartarse del liberalismo y del libre mercado se basan en falacias.
Aunque G.K. Chesterton y el pensamiento libertario no siempre coincidieron, Chesterton hizo algunas aportaciones libertarias en su novela Hombre vivo. Connor Mortell se sumerge en esa obra.
Javier Milei intenta deshacer el daño creado por casi un siglo de socialismo en Argentina. Mises, Rothbard y Hayek fueron buenos maestros.
Durante casi ochenta años, Argentina ha sido el ejemplo mundial de gobierno imprudente y derrochador. Hoy, el mundo la observa por una razón muy diferente: las reformas rothbardianas.
¿Es la regulación una elección entre seguridad o «romper algunos huevos» a través del libre mercado? La lógica de permitir mercados libres y sin trabas es convincente.
En su reseña de The Failure of American Conservatism, de Claes G. Ryn, David Gordon señala que la metodología económica austriaca no es un experimento jacobino cargado de valores, sino una explicación factible de cómo funciona una economía próspera.
Como nos demuestra la reciente elección de Javier Milei en Argentina, todavía hay un lugar en el mundo político para el pensamiento libertario. La libertad sigue siendo una meta que merece la pena perseguir.
Mientras Oregón lucha con las secuelas de la legalización de las drogas, algunos piden una nueva criminalización de las drogas. Sin embargo, el problema no son las drogas, sino la mentalidad socialística de los habitantes de Oregón, que se niegan a proteger la propiedad de los consumidores de drogas.