Progresismo

Los socialistas afirman que solo quieren crear un sistema económico más «justo» y «equitativo». En realidad, el socialismo es un sistema político que utiliza la retórica económica.

Cuando pensamos en el término «igualdad», la mayoría de nosotros lo entendemos en un sentido formal: igualdad ante la ley. Sin embargo, las élites políticas exigen una igualdad «sustantiva», que es imposible de alcanzar.

A pesar de que muchos historiadores afirman que solo se limitan a relatar los hechos, el estudio de la historia es altamente ideológico y los historiadores suelen basarse en narrativas. Mises señaló otra forma en su Teoría e historia.

Henry Hazlitt escribió en Economía en una lección que cada generación tiene que volver a aprender las falacias económicas que el gobierno emplea al implementar malas políticas. Los neoyorquinos están a punto de aprender muchas lecciones nuevas.

Nadie duda de que los EEUU es una nación dividida política y culturalmente. Contrariamente a lo que opina gran parte de la opinión pública, políticos como Donald Trump no causaron la crisis. Más bien, como escribe Lawrence Mead, son un síntoma del ataque del gobierno a nuestra cultura.

A pesar del cambio en la Casa Blanca, la teoría crítica de la raza sigue presente, dominando los sectores académicos y arraigada en la cultura progresista. Necesitamos reconocer mejor qué es y cómo funciona para poder refutarla mejor.

La filosofía central del progresismo es que debemos ser gobernados por los llamados expertos. Sin embargo, ¿qué sucede cuando los «expertos» simplemente se equivocan?

La Constitución de los EEUU tal y como fue redactada y entendida originalmente ya no existe. La primera ola de «progresistas» la reinterpretó a su antojo antes de que las generaciones posteriores de progresistas terminaran el trabajo.

Aunque a los progresistas les encanta proclamar su lealtad a la Primera Enmienda, en realidad han utilizado la Decimocuarta Enmienda para reprimir la libre expresión y la libre opinión.

La riqueza capitalista, sumada a la ignorancia económica, la infravaloración y el romanticismo, crean la receta perfecta para una cultura infantil.