Minarquismo: la peor forma de idolatría estatal
¿Es el minarquismo un antídoto contra el creciente estatismo y socialismo que infecta nuestro cuerpo político? Piensa en él como un «estatismo light».
¿Es el minarquismo un antídoto contra el creciente estatismo y socialismo que infecta nuestro cuerpo político? Piensa en él como un «estatismo light».
El progresismo moderno se basa en la noción de equidad —es decir, en la igualdad de resultados. Sin embargo, como escribió Ludwig von Mises, el liberalismo clásico tenía sus raíces en la libertad, que se sustentaba en la igualdad ante la ley.
Los líderes propensos a los ideales colectivistas y a la planificación centralizada aprovechan estas oportunidades y se nutren del sentimiento divisivo.
Durante décadas, la expansión de la autoridad del poder ejecutivo ha empoderado a «expertos» de agencias no elegidas y ha alimentado el auge de una presidencia imperial.
En la sección «Friday Philosophy» de esta semana, el Dr. Gordon examina la tesis de John Tomasi sobre la equidad del libre mercado, según la cual el colectivismo defendido por John Rawls es compatible con el liberalismo clásico. Como era de esperar, el Dr. Gordon tiene otro punto de vista.
El historiador Ralph Raico, muy conocido en los círculos austriacos, escribió que Lord Acton creía que los principios de la libertad tenían sus raíces en la religión, y especialmente en la fe católica.
Desde las aulas de seminarios hasta las Cortes Supremas, una red redefinió la justicia, la democracia y la libertad en nombre del control social. Lamentablemente, muchos de los objetivos del Foro de São Paulo, creado en 1990 por Luiz Inácio Lula da Silva y Fidel Castro, se están cumpliendo.
In his important lectures on the history of political thought, historian Ralph Raico examined five myths that many still believe about classical liberalism and the origins of modern ideology.
Ryan McMaken analiza cómo la política exterior pacifista de los liberales clásicos fue derrotada por un siglo de propaganda bélica que comenzó con la Primera Guerra Mundial.
Adlai Stevenson dijo que «un hombre hambriento no es un hombre libre». Muchos suponen que el libre intercambio no es válido a menos que las partes alcancen un nivel básico de riqueza, pero esto es un error.