Cómo contradecirte sobre derechos
¿Cuál es la fuente de nuestros derechos, el Derecho natural o el Estado? Desgraciadamente, demasiadas personas que deberían saberlo eligen esta última opción. David Gordon expone sus contradicciones internas.
¿Cuál es la fuente de nuestros derechos, el Derecho natural o el Estado? Desgraciadamente, demasiadas personas que deberían saberlo eligen esta última opción. David Gordon expone sus contradicciones internas.
Los igualitaristas modernos restan importancia a la idea del libre albedrío, alegando que éste sólo es relevante si los individuos no tienen interferencias en sus elecciones.
Los políticos y los fondos de cobertura que promueven las puntuaciones y la inversión «medioambiental, social y gubernamental» (ESG) lo hacen con la idea de mejorar el bienestar social. De lo que no se dan cuenta es de que estas preocupaciones ya se tienen en cuenta en la acción humana.
David Gordon reseña el nuevo libro de J.W. Rich, Praxeological Ethics: An Inquiry into the Nature and Foundation of Ethics y encuentra muchos aspectos positivos en este volumen.
La profesora Tara Smith intenta dejar las cosas claras respecto a Ayn Rand, el Objetivismo y la razón. Por desgracia, como demuestra David Gordon, el análisis de Smith no da en el blanco.
Los políticos americanos hoy atacan el libre intercambio económico, alegando que rebaja nuestro nivel de vida. En realidad, el comercio y el intercambio son la verdadera gansa de los huevos de oro.
Los socialistas afirman que cualquier trabajo realizado en una economía de mercado es opresivo porque el trabajo en esa situación no puede ser compensado adecuadamente.
Los argumentos socialistas contra el capitalismo no se basan en hechos históricos, pero el socialismo sigue considerándose el sistema moral superior. Con el tiempo, el capitalismo crea riqueza en toda la sociedad, mientras que el socialismo crea pobreza.
En su último libro, Late Admissions: Confessions of a Black Conservative, Glenn Loury se dedica a lo que David Gordon llama un argumento por fiat. Aunque Loury hace un esfuerzo de buena fe por explicar sus argumentos, carece de lógica.
El filósofo Harry Frankfurt no era en absoluto un producto del mundo académico moderno, en el que imperan la palabrería y la patraña. Comprendió que la parte de la DEI relativa a la igualdad de resultados no era posible ni deseable.