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Cómo la psicología se está poniendo al día con la realidad de la acción humana

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El método de la economía austriaca es la praxeología, basada fundamentalmente en el axioma de la acción. La justificación más popular del axioma es la contradicción performativa inherente al intento de refutarlo: negar la acción es en sí mismo una acción. A pesar de esta fuerza lógica, Ludwig von Mises reconoció la importancia de ganar la «batalla de las ideas» para preservar los fundamentos de la libertad. De ahí que los intentos de socavarla requieran una oposición contundente. Con este espíritu, este artículo aborda la notable ausencia de la acción humana como enfoque explícito en las ciencias relativas a la naturaleza humana, al menos fuera de la economía.

Además de la economía, el ámbito científico más influyente en este tema es la psicología. La psicología ha estado dominada históricamente por marcos que caracterizan a los seres humanos como reactores pasivos, guiados predominantemente por estímulos externos y procesos subconscientes. Entre los tres supuestos básicos de estos marcos ascendentes se incluyen:

  1. La pizarra en blanco: la mente como un recipiente vacío totalmente moldeado por el condicionamiento ambiental;
  2. Determinismo subconsciente: los comportamientos se rigen principalmente por procesos subconscientes y automáticos, más que por una toma de decisiones deliberada;
  3. Perspectiva externa: procesos cognitivos y conductuales desencadenados únicamente por estímulos externos en lugar de estrategias internas proactivas.

Cada uno de estos supuestos se ha enfrentado a importantes desafíos teóricos y empíricos, pero sigue influyendo en generaciones de científicos sociales comprometidos en la batalla de las ideas.

Fracaso teórico y empírico de los marcos ascendentes

El conductismo ejemplifica el supuesto de la tabula rasa, conceptualizando la mente humana como moldeada pasivamente por influencias ambientales sin estructuras innatas. Sin embargo, el conductismo no tardó en llegar a callejones sin salida teóricos, incapaz de explicar los comportamientos humanos sin invocar mecanismos internos y estratégicos como la memoria, las preferencias y los objetivos como premisas ocultas. La evidencia empírica socava aún más las aplicaciones conductistas. Los resultados clínicos —especialmente de los tratamientos basados en principios conductistas— han permanecido estancados y, en algunos casos, podrían haber sido perjudiciales, sobre todo en las intervenciones para el autismo. Los esfuerzos por renombrar y retocar los métodos conductistas han fracasado repetidamente a la hora de lograr avances.

El supuesto del determinismo subconsciente -popularizado en varias teorías cognitivas y en el psicoanálisis- también se enfrenta a problemas críticos. Los paradigmas influyentes que hacen hincapié en el procesamiento automático —como los modelos clásicos de proceso dual— reconocen cada vez más sus limitaciones para explicar la atención, la toma de decisiones y los comportamientos adaptativos. El trabajo del psicólogo Adrian Wells desde su libro Attention and Emotion (Atención y emoción), publicado en 1994 con su colega Gerald Matthews en la Universidad George Mason, muestra sistemáticamente la dificultad de inferir un procesamiento subconsciente detrás de los fenómenos psicológicos, destacando en su lugar el procesamiento estratégico como una explicación más coherente.

La perspectiva de afuera hacia dentro —que afirma que los procesos cognitivos son meras reacciones a estímulos externos— se enfrenta a importantes retos empíricos y teóricos. El marco «dentro-fuera» del neurocientífico György Buzsáki argumenta de forma convincente contra el procesamiento externo pasivo al subrayar que el cerebro construye activamente experiencias a través de la acción en lugar de acumular pasivamente información sensorial externa. Este modelo proactivo e interno concuerda estrechamente con el marco misesiano y socava significativamente los supuestos externos debido a su coherencia con los hechos conocidos sobre el funcionamiento del cerebro a partir de estudios experimentales. Por ejemplo, se ha demostrado repetidamente que la acción limita y centra la percepción del hombre, y no al revés.

En cambio, la psicología ha evolucionado recientemente hacia marcos que reconocen explícitamente la intencionalidad y la toma de decisiones estratégicas. La Terapia Metacognitiva (TMC) ejemplifica esta transición, reconociendo explícitamente a los seres humanos como estrategas intencionales y orientados a objetivos, en lugar de reactores pasivos. Los importantes éxitos empíricos de la TMC demuestran la eficacia práctica de los enfoques basados en la acción intencionada y el razonamiento estratégico. Una mejor descripción conlleva una mejor prescripción. La MCT constituye el primer avance real en psicología clínica desde hace décadas, lo que ha estimulado un aumento natural del interés por la denominada perspectiva «descendente», es decir, una visión de la psicología humana que parte de la toma de decisiones estratégicas del hombre y sus consecuencias, en lugar de considerar el comportamiento como un producto de circunstancias principalmente ambientales.

La literatura psicológica más amplia refuerza aún más esta perspectiva estratégica basada en la acción. Las teorías sobre la toma de decisiones, especialmente las que destacan el razonamiento heurístico, la planificación intencional y los comportamientos dirigidos a objetivos, hacen cada vez más insostenible sostener una perspectiva ascendente. La evidencia empírica acumulada apoya la visión de la cognición humana como proactiva, estratégica e inherentemente orientada a la acción.

Implicaciones para un marco basado en la acción

El creciente apoyo empírico y teórico a las perspectivas estratégicas e intencionales de la psicología cuestiona de forma decisiva los modelos ascendentes y pasivos. Este cambio alinea profundamente los conocimientos psicológicos con los principios básicos de la economía austriaca, reforzando el axioma fundacional de la praxeología de la acción humana intencionada. Subraya el realismo en el realismo causal y hace hincapié en que nadie se engaña a sí mismo cuando reconoce la naturaleza evidente de la acción humana.

A medida que la psicología adopta la intencionalidad, el razonamiento estratégico y la agencia como elementos centrales para comprender el comportamiento humano, la brecha teórica entre la economía austriaca y la ciencia psicológica se reduce significativamente. La verdad debería ser evidente desde todos los ángulos y, si no lo es, probablemente haya algo mal en el ángulo y no en la verdad.

Conclusión

Aunque lógicamente evidente, el axioma de la acción se ve reforzado por el reconocimiento del papel central de la acción en la naturaleza humana dentro de las ciencias empíricas. El giro de la psicología hacia marcos intencionales y estratégicos no sólo valida los supuestos praxeológicos, sino que también ofrece una base intelectualmente sólida para una comprensión coherente de la naturaleza humana con la acción como núcleo.

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