La gente suele creer que nuestra sociedad no podría sobrevivir sin un Estado todopoderoso que se asegure de que todo funciona correctamente. Sin embargo, si se analiza a fondo esa creencia, pronto se hace evidente que el gobierno destruye la sociedad.
¿Pueden Donald Trump y Elon Musk cambiar realmente la dirección del crecimiento y el gasto gubernamental? La proverbial ventana de Overton no permanece abierta mucho tiempo.
Los medios de comunicación están haciendo girar la historia como una patata caliente política: ¿puede el aumento de los aranceles compensar las futuras pérdidas de ingresos por la ampliación de las reducciones del impuesto sobre la renta del primer mandato del presidente Trump?
El presidente Trump ha anunciado su intención de que el gobierno cree un fondo soberano. Por muy popular que sea la idea, choca frontalmente con la realidad del cálculo económico y pronto se convertiría en otro fondo para sobornos del gobierno.
La Reconstrucción del Sur, aunque retratada por los progresistas como virtuosos norteños que intentaban reconstruir el Sur, fue en realidad un intento de utilizar el poder del Estado para dirigir la vida social y económica del lugar.
Ryan McMaken and Chris Calton examine the many ways that government intervention has driven up home prices and made affordable homes harder to find.
California economist and resident/victim William Anderson joins us to talk about the absurdity of California's bullet train plan, and how it ignores economic realities.
En una reciente columna en el New York Times, la profesora de Dartmouth Brooke Harrington afirmaba que Trump está deshaciendo la confianza en nuestras instituciones mientras que Franklin Roosevelt la restauró. Está claro que Harrington no sabe mucho sobre FDR —ni sobre Trump.
La elevada inflación impulsó la derrota de Donald Trump frente a Kamala Harris el pasado noviembre. La economía era el principal problema para la mayoría de los votantes, y la inflación era el principal problema económico.
El presidente Trump está imponiendo aranceles elevados sin el consentimiento del Congreso, a pesar de que la Constitución de los EEUU solo otorga al Congreso la potestad de fijar las tasas impositivas. Es hora de que el Congreso deje de redelegar sus poderes legalmente delegados.
