Power & Market

Exponiendo la fábrica de salchichas

«Las leyes son como las salchichas, es mejor no ver cómo se hacen». —Otto von Bismarck

Los EEUU no es el mismo país que cuando se fundó. Lincoln amplió la definición del poder ejecutivo, mientras que Franklin Delano Roosevelt expandió el Estado hasta tal punto que es ineludible, y varias leyes posteriores han transformado a los EEUU en un imperio parecido al de un libro de fantasía. Esta idea me llevó a pensar en El señor de los anillos, concretamente en el anillo como metáfora del Estado administrativo. Aunque las expansiones anteriores cambiaron a los Estados Unidos, el imperio americano fue creado fundamentalmente por FDR.

FDR fue elegido en una época de crisis y se le otorgó un mandato para gobernar, obteniendo la friolera de 42 estados de 48 (Alaska y Hawái no eran estados en ese momento). Inmediatamente se dedicó a transformar el Estado para luchar contra la Gran Depresión. Podría decirse que esto empeoró la Gran Depresión, sin embargo, la gente se sintió bien al respecto y continuó dándole un mandato. Estos programas incluían sacarnos del patrón oro, establecer una regulación gubernamental de los precios y aumentar la intervención del gobierno en la economía.

Uno de los elementos esenciales para su largo mandato fueron las charlas junto al fuego que organizaba. La radio era básicamente el Twitter de la época, y a la gente le encantaba escucharle explicar sus políticas. Visto así, se podría decir fácilmente que actuó como un dictador moderado dispuesto a ampliar el Estado para obtener más control. Todo ello culminó en un dominio tan absoluto de un solo partido que, salvo en pequeños periodos, los demócratas controlaron la Cámara de Representantes y el Senado hasta mediados de la década de 1990.

Aun así, había elementos del Estado administrativo que estaban fuera de su alcance, al menos al principio. El Tribunal Supremo se había pronunciado sistemáticamente en contra de él y de sus programas del New Deal. En 1937, intentó ampliar el número de miembros de la corte, una decisión tan controvertida que incluso los miembros de su propio partido se opusieron a ella y la condenaron al fracaso. Aun así, su intento le permitió ganar control sobre la Corte, ya que este terminó poniéndose de su lado en el caso West Coast Hotel Co. v. Parrish. El juez Owen Roberts pasó a votar con el ala izquierda del tribunal para impedir que FDR intentara interferir en la Corte Suprema. Al final de su mandato, había nombrado a ocho de los nueve jueces, remodelándolo de forma permanente para las décadas venideras.

Tras haber adquirido el monopolio del poder gubernamental, judicial y del público en general, Roosevelt ejerció un control absoluto y, con ese poder, forjó un Estado administrativo totalitario. Cuando Roosevelt falleció, el círculo se rompió en pedazos: Truman no tenía su popularidad y su partido, que anteriormente tenía el control total de Washington D. C., se dividió ferozmente en torno a la cuestión de la segregación. Aun así, algunos elementos se mantuvieron: el Tribunal Supremo estaba prácticamente copado y sus rivales republicanos estaban acabados.

Algunos dirían que esto no es exacto, ya que Eisenhower tomó el poder después de Truman. Sin embargo, Eisenhower era un moderado y, de hecho, fue cortejado por ambos partidos. No trató de derribar el estado administrativo, por lo que no lo consideraría diametralmente opuesto al estado administrativo que heredó. Ahí radicaba la parte más insidiosa de lo que estableció FDR: era eternamente tentador, y casi todos los políticos a partir de entonces buscaron quedarse con partes del estado administrativo para sí mismos. Al igual que la salchicha de Bismarck, pocos desean examinar demasiado de cerca cómo se hace, porque verlo claramente sería reconocer que la república se ha convertido desde hace mucho en algo completamente diferente.

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