Los medios de comunicación están presentando los «acuerdos comerciales» del presidente Trump como una «victoria» para la Casa Blanca. Sin embargo, cuando analizamos estos «acuerdos» en detalle, vemos que los productores y consumidores emericanos saldrán peor parados que antes.
Oklahoma City construirá un nuevo estadio para los Thunder, campeones de la NBA en 2025. Como era de esperar, serán los contribuyentes quienes soporten la mayor parte de la carga financiera.
Los europeos se ven obligados a realizar una transición energética mediante un gasto financiado con deuda que provocará un aumento permanente de los precios de la energía y frenará la competitividad europea. Esto no cambiará el clima, pero empobrecerá a la población.
A pesar de las garantías de los administradores de Amtrak de que la rentabilidad está a la vuelta de la esquina, Amtrak sigue siendo una empresa con grandes pérdidas económicas.
El establishment democrático está molesta porque el socialista Zohran Mamdani venció a su candidato, Andrew Cuomo, en las primarias para la alcaldía de la ciudad de Nueva York. Pero la culpa del aumento de la popularidad del socialismo recae principalmente sobre sus propios hombros.
El gobierno sostiene que restaurar el control estatal protege los recursos de México de la explotación extranjera y garantiza que los beneficios reviertan en los ciudadanos mexicanos. Sin embargo, eliminar la competencia y la transparencia conduce a ineficiencias.
Elon Musk ha tirado la toalla en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) en todo menos en el nombre. Mises anticipó correctamente fracasos como estos.
¿Por qué la administración Trump está imponiendo aranceles? ¿Son por motivos fiscales? ¿Para proteger las industrias nacionales? ¿Como moneda de cambio para negociar acuerdos internacionales?
A pesar de las promesas electorales de Trump y de la supuesta reputación de DOGE de reducir el gasto gubernamental, la nueva administración está gastando dinero más rápido que la supuesta administración derrochadora de Biden. Esto es maquiavelismo en su máxima expresión.
La lucha contra la carne cultivada en laboratorio ha cobrado un impulso considerable durante el último año, y varios estados prohíben ahora su fabricación, venta y distribución.
