El neoludismo de los conservadores ataca de nuevo
El pesimismo respecto a la IA y los sentimientos neoluditas se han vuelto cada vez más frecuentes en el discurso reciente.
El pesimismo respecto a la IA y los sentimientos neoluditas se han vuelto cada vez más frecuentes en el discurso reciente.
Desde la Gran Depresión, la mayoría de los economistas han afirmado que la clave para aumentar el crecimiento económico es reducir el desempleo. Sin embargo, aumentar la tasa de ahorro y construir una estructura de capital son las claves para el crecimiento —y la reducción del desempleo.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el Congreso impuso mandatos a la Reserva Federal en materia de empleo, inflación y tasas de interés. No es sorprendente que la Fed haya fracasado en las tres áreas. Es hora de reconocer el fracaso y abolir la Fed por completo.
Cuando los políticos afirman que están «creando empleo», suelen referirse a la contratación de personas para empleos gubernamentales financiados con impuestos. Sin embargo, los empleos en la empresa privada ayudan a crear riqueza real y contribuyen al crecimiento económico.
Los objetivos cambian continuamente (más bien saltan de falacia), pero hay que hacer frente a un posible objetivo de los aranceles —los aranceles para la protección del empleo nacional.
Los partidarios de los aranceles afirman que su aplicación generará nuevos puestos de trabajo en el país. Lo que no señalan es que mucha gente depende de las importaciones para trabajar. Los aranceles a las importaciones canadienses de aluminio son un buen ejemplo.
David Gordon revisa el clásico de Richard Weaver de 1948 Las ideas tienen consecuencias y descubre que este volumen tiene mucho que decirnos hoy.
El PIB es una forma ridícula de calibrar la fortaleza de la economía. Mientras los precios en Wall Street siguen siendo robustos, los problemas acechan en Main Street.
La última vez que China entró en recesión, en 2008, Beijing inyectó estímulos masivos en la economía. Esta vez, la deuda de China —más de 50 billones de dólares— ha crecido hasta el punto de que no puede permitírselo.
Economistas de la corriente dominante hablan del PIB como si fuera la propia economía, sin embargo, el PIB no es una buena medida de la realidad económica. Al contrario, presenta una imagen distorsionada de la auténtica actividad económica y lleva a conclusiones erróneas sobre la economía.