Cualquiera que tenga una amiga demócrata blanca en Facebook habrá visto inevitablemente las publicaciones de la profesora de historia de la Universidad de Boston Heather Cox Richardson. Creadora de una popular columna en Substack, Richardson transmite un mensaje con el que estarían de acuerdo los seguidores de personas como Robert Reich, el senador Bernie Sanders y la representante Alexandria Occasio-Cortez: el capitalismo es un robo sistemático y cualquier multimillonario ha conseguido su dinero robando a otros.
En una columna publicada a principios de este año, primero cita la advertencia del expresidente Joe Biden a la nación de que está siendo superada por «una oligarquía» y luego escribe:
No es precisamente una novedad que exista una dramática desigualdad económica en los Estados Unidos. Los economistas denominan al periodo comprendido entre 1933 y 1981 la «Gran Compresión», ya que marcó una época en la que la regulación empresarial, la fiscalidad progresiva, los sindicatos fuertes y una red de seguridad social básica comprimieron tanto la riqueza como los niveles de ingresos en los EEUU. Todos los grupos de ingresos del país mejoraron su situación económica.
Ese período terminó en 1981, cuando los EEUU entró en un período que los economistas han denominado la «Gran Divergencia». Entre 1981 y 2021, la desregulación, los recortes fiscales para los ricos y las empresas, la deslocalización de la industria manufacturera y el debilitamiento de los sindicatos trasladaron 50 billones de dólares del 90 % más pobre de los americanos al 1 % más rico.
Aunque la columna continúa con afirmaciones aún más cuestionables, además de ofrecer una justificación indirecta del asesinato del director ejecutivo de United Healthcare, Brian Thompson, presuntamente a manos de Luigi Mangione, abordaremos algunas de las afirmaciones de Richardson, que, cabe añadir, son consideradas por sus fieles seguidores como casi ex cathedra. Al igual que Sanders, Reich y Paul Krugman, Richardson está obsesionada con la igualdad de ingresos hasta el punto de que parece creer que los periodos de relativa igualdad de ingresos también deben ser buenos periodos económicos en general. La historia nos dice algo diferente.
Sin embargo, antes de examinar sus afirmaciones, es importante señalar la perspectiva que ella y tantos otros detractores del capitalismo tienen sobre la economía. Para ellos, la economía es una gran reserva de riqueza (en realidad, dinero) que, en un mundo justo, todos se repartirían a partes iguales. No se discute cómo se creó la riqueza en primer lugar y, desde luego, no se menciona cómo ha crecido exponencialmente en los últimos dos siglos. Simplemente ocurre, y el principal problema es que algunas personas han conseguido hacerse con una parte injusta, hombres como Henry Ford y Andrew Carnegie, que simplemente se colocaron en el lugar adecuado para robar lo que pudieron, dejando a otros morir de hambre.
Es importante señalar que no se puede debatir sobre economía con alguien que cree en estas tonterías. Si un economista austriaco considera que el empresario ha actuado ante la incertidumbre y que solo puede tener éxito si satisface las necesidades de los demás, alguien como Richardson simplemente cree que el empresario es un ladrón, alguien que ha robado injustamente lo que sin duda pertenece a otra persona. Del mismo modo, la inflación no se produce por la mala gestión del banco central, sino que es producto de la codicia de las empresas que suben los precios injustamente en su afán por obtener aún más beneficios, además de los beneficios «récord» que estas empresas están obteniendo (porque las empresas siempre obtienen beneficios «récord»).
Richardson tiene una curiosa cadena de causalidad. En primer lugar, asume que la combinación de tipos impositivos marginales elevados, una estructura reguladora económica estricta que protege de la competencia a las industrias vinculadas a la política y la aplicación de mercados laborales muy restrictivos da lugar a la creación de una nueva riqueza generalizada que se distribuye de manera uniforme. Esto es muy dudoso a primera vista.
Del mismo modo, tendría una carga probatoria muy elevada para verificar su afirmación de que la reducción de los tipos impositivos en todos los niveles de renta, la autorización de nuevas entradas en campos como las telecomunicaciones y el transporte (lo que dio lugar a una bajada de los precios de esos productos y servicios) y la liberalización de los mercados laborales dieron lugar a una transferencia de riqueza de 50 billones de dólares de los americanos pobres y de ingresos medios al 1 % más rico. No hay nada en esas medidas que pudiera provocar los resultados que ella enumera.
Además, su verdadera afirmación es que la mayoría de los americanos de hoy en día son considerablemente más pobres que en 1980, que su situación económica es peor. Aunque afirma ser una investigadora académica, su dominio de los hechos es sospechoso. Según casi todos los indicadores, el nivel de vida de los americanos hoy en día es considerablemente más alto que en 1980. Aunque hoy en día existe incertidumbre económica debido a la inflación y a la fuerte acumulación de deuda del gobierno federal, por no mencionar el efecto de los aranceles del presidente Trump, Cox no menciona ninguna de estas cosas como factores que empujan a la gente a la pobreza. Como ha escrito Ryan McMaken, la pobreza no está causada por la desigualdad de ingresos.
Curiosamente, Cox probablemente gana más de un millón de dólares al mes con su blog Substack, lo que, si se empleara su retórica, significaría que está robando más de un millón de dólares al mes, ya que nadie debería ganar esa cantidad de dinero. Al igual que Bernie Sanders, que ha amasado millones de dólares atacando el capitalismo, Cox se ha convertido en una persona muy rica denunciando a quienes crean riqueza.
Los ingresos se redujeron —durante la Gran Depresión
Paul Krugman dedicó gran parte de su carrera como columnista del New York Times a denunciar lo que él denominaba una «nueva edad dorada», reclamando impuestos y regulaciones que mejoraran la «igualdad de ingresos». Lo que él describía como la época más ideal de la economía de los EEUU era lo que él denominaba la «Gran Compresión», entre 1929 y 1947:
La Gran Compresión, 1929-1947: El nacimiento de la clase media americana. Los salarios reales de los trabajadores de la industria manufacturera aumentaron un 67 %, mientras que los ingresos reales del 1 % más rico de los americanos se redujeron un 17 %.
Se podría pensar que Krugman describía una época de bonanza económica, cuando en realidad se refería a dos de las peores calamidades de la historia de EEUU: la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. La Gran Depresión se caracterizó por una tasa de desempleo de dos dígitos durante una década y, a pesar de todo lo que se ha dicho sobre la bonanza económica de la Segunda Guerra Mundial, Robert Higgs aclara las cosas:
La Segunda Guerra Mundial, la llamada «guerra justa», ha sido una fuente de falacias históricas. Una de las más importantes —y una de las más perniciosas para los responsables políticos posteriores— es la idea de que durante la guerra prevaleció la prosperidad. Aunque los americanos murieran en los frentes del Pacífico y Europa, la población civil se benefició de la guerra, ya que esta impulsó la economía y la sacó por fin de la Gran Depresión. Esta visión de la guerra sería suficientemente atroz si fuera cierta, pero a pesar de las afirmaciones de los historiadores durante el último medio siglo, no lo es.
Cabe señalar que Richardson, siguiendo el ejemplo de Krugman, da por sentado que la reducción de la desigualdad de ingresos lograda mediante la imposición de altos tipos impositivos marginales y la cartelización de la economía a través de la regulación económica dio lugar a una mejora del bienestar económico de la mayoría de los americanos. Higgs contradice esa visión:
Sí, la producción nacional, medida de forma convencional, creció enormemente durante la guerra. Como muestra la figura, el producto interior bruto (en precios constantes de 1987) aumentó un 84 % entre 1940 y 1944. Sin embargo, lo que la versión ortodoxa omite es que este «milagro de la producción» consistió íntegramente (y más aún) en un aumento del gasto público, destinado casi en su totalidad a material y equipamiento bélico y a personal militar. El componente privado del PIB (consumo más inversión) disminuyó después de 1941 y, mientras duró la guerra, la producción privada nunca se recuperó hasta alcanzar el nivel anterior a Pearl Harbor. En 1943, el PIB privado real era un 14 % inferior al de 1941. Si una nación produce armas y municiones en abundancia, eso no significa que alcance una prosperidad genuina. Como muestra la figura, solo después de que terminara la guerra se recuperó por completo la economía privada —la parte de la economía que satisface directa o indirectamente las demandas de los consumidores expresadas libremente— de su recesión de 15 años.
No se puede insistir lo suficiente en este punto: reducir la llamada brecha de ingresos entre ricos y no ricos mediante la intervención del gobierno no aumenta el bienestar económico. Si eso fuera cierto, la Gran Depresión habría sido uno de los periodos más prósperos de la historia de Estados Unidos. Da la sensación de que Richardson y Krugman preferirían que la gente se empobreciera en general, siempre y cuando se redujera la diferencia entre los ingresos altos y bajos, lo que parecería encajar con su visión del mundo.
Esto no quiere decir que no se produzcan transferencias de riqueza perjudiciales de los ingresos más bajos al llamado uno por ciento. Al crear burbujas de activos que inflan los activos que poseen las personas más ricas de nuestra economía a través de la inflación, el Sistema de la Reserva Federal ha estado llevando a cabo un plan de distribución de la riqueza que realmente perjudica a la economía y a los grupos de ingresos más bajos. Russell Lamberti escribe:
¿Cómo se transfiere la riqueza mediante la inflación? El dinero representa poder adquisitivo. Crear dinero de la nada, que es lo que los bancos centrales y los bancos comerciales están autorizados a hacer, confiere poder adquisitivo a quienes pueden utilizar el dinero primero. Para que este nuevo dinero obtenga poder adquisitivo, debe robar pequeñas cantidades de poder adquisitivo a todo el resto del dinero de la economía. El poder adquisitivo se transfiere de quienes poseen dinero a quienes crean nuevo dinero a un coste marginal cercano a cero.
Esto explica cómo y por qué los propietarios de activos ricos y solventes se hacen más ricos, mientras que muchas personas pobres tienden a recurrir al consumo excesivo y, en última instancia, se empobrecen.
Conclusión
Se pueden examinar los escritos de personas como Cox, Krugman y Reich, pero ellos no informarán a sus lectores de que la «desigualdad» económica no tiene nada que ver con el éxito de la economía. Esto se debe a que afirman que la inflación simplemente está causada por las empresas que suben injustamente los precios para perseguir los llamados beneficios récord. De hecho, la publicación de izquierdas The Intercept ha afirmado que «la inflación es buena para ti».
Así pues, Cox y otros consideran que los peores momentos económicos son épocas de prosperidad y descartan los efectos negativos de la inflación monetaria. Es lamentable que tengan millones de seguidores, pero ya hace tiempo que hemos aprendido que el analfabetismo económico es más frecuente entre las élites académicas y políticas.