Bye Bye Willie: el buscador de rentas político
Las leyes de propiedad intelectual son otro ejemplo de cómo el gobierno ahoga la innovación y la competencia.
Las leyes de propiedad intelectual son otro ejemplo de cómo el gobierno ahoga la innovación y la competencia.
Se tiende a culpar a los medios sociales del malestar general del discurso público. En lugar de condenar esta forma de comunicación, hay que condenar el combustible que alimenta esta conflagración: la democracia.
Los empleados gubernamentales suelen tener planes de pensiones más ventajosos que los empleados del sector privado, pero las pensiones gubernamentales están infrafinanciadas a propósito. No hay de qué preocuparse: los pagadores de impuestos se harán cargo.
El humanitarismo sirvió de excusa para el dominio colonial sobre los nativos y provincianos «atrasados» durante siglos. Las élites de los gobiernos imperiales insistían en que sólo ellos podían proporcionar un gobierno ilustrado. Hoy en día, el mismo pensamiento sigue vivo entre los innumerables defensores del gobierno centralizado y la intervención extranjera.
No hace falta buscar en la literatura económica moderna para enfrentarse con la muchedumbre de la TMM. Basta con leer a Bastiat.
Aunque el «Gran Reinicio» implica una alianza impía entre gobiernos y grandes negocios, la aplicación de sus políticas es imposible sin que los bancos centrales supriman los tipos de interés. Ahora que los tipos están subiendo, la gente está comprobando de primera mano los costes reales del «Gran Reinicio».
Los esfuerzos gubernamentales para ampliar la «demanda agregada» implican nuevos gastos y la creación de dinero. En realidad, estas actividades destruyen riqueza en nombre de su expansión.
El dinero es demasiado importante para dejarlo en manos de los banqueros y de los economistas y financieros del establishment. Para lograr esta meta, el dinero debe ser devuelto a la economía de mercado, con todas las funciones monetarias realizadas dentro de la estructura de los derechos de propiedad privada y el mercado.
Como nos demuestra la reciente elección de Javier Milei en Argentina, todavía hay un lugar en el mundo político para el pensamiento libertario. La libertad sigue siendo una meta que merece la pena perseguir.
Desde Adam Smith, los pensadores económicos no han comprendido que los lucros en una economía de mercado no son extracciones de riqueza de los trabajadores. En realidad, los lucros conducen a salarios más altos y a niveles de vida más elevados para esos trabajadores.