Amor, miedo y la ley de buenas intenciones
Hoy, los progresistas gobiernan por la ley de buenas intenciones, y cuando el gobierno tiene buenas intenciones, los resultados, por desastrosos que sean, no importan.
Hoy, los progresistas gobiernan por la ley de buenas intenciones, y cuando el gobierno tiene buenas intenciones, los resultados, por desastrosos que sean, no importan.
Estados Unidos ya no está en condiciones de rehacer el mundo a su imagen. No estamos en 1945, ni siquiera en 1970. Sin embargo, EEUU parece estar preparándose para intimidar a medio mundo para que cumpla con las sanciones de EEUU a Rusia.
Otro regalo de la Fed inflacionista: Frito-Lay comenzó recientemente a poner menos patatas fritas en una bolsa de Doritos, reduciendo el peso de una bolsa alrededor del cinco por ciento de 9,75 onzas a 9,25 onzas en el proceso.
No tenemos el deber de evaluar cada disputa extranjera y valorar quién tiene la culpa. No tenemos el deber de exigir a los líderes de los regímenes que no nos gustan que acepten las fronteras existentes de los países como algo inalterable.
Con demasiada frecuencia, la gente acepta la «solución» patrocinada por el Estado a un problema percibido como la opción lógica. Pero esta «solución» es realmente un non sequitur.
Los Estados siguen buscando nuevas formas de convertir el sistema financiero en un «punto de estrangulamiento económico» que permita al Estado tomar medidas enérgicas contra organizaciones, individuos o actividades específicas.
Las creencias estándar dicen que el gobierno protege nuestro entorno natural mientras que el sistema de mercado lo destruye. El análisis económico ofrece una perspectiva muy diferente.
El difunto Dr. Thomas Szasz, muy conocido por los libertarios, creía que utilizar la coacción para tratar a los pacientes psiquiátricos era una forma de tortura. Dejó un legado de libertad en una profesión que prácticamente ha abandonado la libertad.
La industria agrícola funciona en gran medida como una economía planificada. Cuando el poder de decisión se delega en los burócratas y no en los afectados, la mala gestión es un hecho.
No importa la época histórica, los gobiernos han destacado en una cosa: degradar su propia moneda. Roma no fue una excepción, ya que los excesos del gobierno romano requerían inflación —mucha inflación.