Power & Market

El yate de Jeff Bezos: motor de la actividad económica

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Jeff Bezos —fundador de Amazon y una de las personas más ricas del mundo—, ha sido objeto de duras críticas por la compra de un superyate valorado en 500 millones de dólares. Para muchos, la magnitud de este proyecto se ha convertido en un símbolo de la desigualdad y los excesos de los ultra ricos. Los críticos sostienen que semejante extravagancia no tiene sentido en un mundo que lucha contra la pobreza, el desempleo y las crisis medioambientales. Sin embargo, esta perspectiva a menudo pasa por alto una verdad vital. Los superyates como el de Bezos no son meros bienes de lujo, sino poderosos motores de la actividad económica. Lejos de ser un proyecto de vanidad, estas embarcaciones impulsan la creación de empleo, el crecimiento de la industria y generan ingresos para la gente corriente.

El sector de los superyates representa un segmento importante y creciente de la economía mundial. Abarca desde la construcción y el reacondicionamiento hasta el mantenimiento, las operaciones y los servicios turísticos. Cada una de estas áreas da soporte a una amplia red de industrias y profesionales. En 2022, el mercado mundial de superyates estaba valorado en 2.700 millones de dólares, y las previsiones apuntan a que crecerá hasta los 4.400 millones en 2030. Esta expansión está respaldada por un número cada vez mayor de personas con grandes patrimonios y un creciente interés por el turismo náutico.

La construcción de un superyate es una tarea que requiere mucho trabajo. Requiere la pericia de ingenieros, diseñadores, electricistas, metalúrgicos, decoradores de interiores y gestores de proyectos, entre muchos otros. Un estudio de la Universidad Libre de Ámsterdam para la Asociación de Constructores de Superyates (SYBAss) reveló que la flota mundial de superyates de más de 30 metros requirió más de un millón de años de trabajo para su construcción, lo que supuso casi 43.000 millones de euros en salarios en todo el mundo. De media, cada superyate requiere más de 9,5 millones de euros en mano de obra sólo para su construcción. Una vez que el yate está terminado y entra en servicio, sigue generando una amplia gama de puestos de trabajo. Se calcula que los costes anuales de explotación, mantenimiento y reparación de la flota de superyates ascienden a 11.300 millones de euros. Estos costes reflejan la actividad económica recurrente de e incluyen los salarios de la tripulación, las tasas de los puertos deportivos, el combustible, las reparaciones y una amplia gama de contratos de servicios.

Los superyates emplean tripulaciones a tiempo completo que oscilan entre 7 y 30 personas, dependiendo del tamaño de la embarcación. Los puestos pueden incluir capitán, ingeniero, cocinero, ama de llaves, marinero de cubierta e incluso especialistas como instructores de buceo o terapeutas de spa. Este nivel de empleo es constante durante todo el año, independientemente de si el yate está siendo utilizado por su propietario. Las empresas de tierra también se benefician, ya que estos barcos atracan en puertos deportivos de todo el mundo. Restaurantes, tiendas, proveedores y servicios de transporte reciben una parte del gasto que acompaña a estos visitantes de alto valor.

Los beneficios económicos se extienden incluso más allá del sector turístico. Según un estudio del Banco Mundial de 2023, los turistas de yates gastan una media de 287 dólares por persona y día —casi el doble de los 162 dólares que gastan los turistas de ocio en general en España. Este elevado gasto per cápita apoya a las economías locales a través del turismo de lujo, el avituallamiento, el transporte, las excursiones y la hostelería de alto nivel. Los países que han adoptado el turismo náutico como sector estratégico de crecimiento ofrecen pruebas convincentes de sus beneficios. En Auckland, Nueva Zelanda, las visitas de superyates generaron un valor añadido de 89 millones de dólares en 2017 y apoyaron el equivalente a 1780 puestos de trabajo. En Tahití, los superyates aportaron 28 millones de dólares en 2018, y Australia informó de un gasto estimado de 100 millones de dólares relacionado con los superyates en 2020.

Los países en desarrollo también han reconocido el potencial. Cabo Verde —una nación insular frente a la costa de África Occidental— ha llevado a cabo un análisis en profundidad de su sector náutico. El Banco Mundial descubrió que una inversión específica en infraestructuras de puertos deportivos y una reforma de la normativa podrían aumentar los ingresos del turismo náutico hasta 146 millones de dólares anuales. Esta previsión se basa en un escenario de desarrollo estratégico que incluye mejoras en São Vicente, Sal y Santiago, junto con mejores procedimientos aduaneros e iniciativas de marketing.

Los críticos suelen argumentar que los superyates son una expresión derrochadora de excesos personales, desconectados de la creación de valor en el mundo real. Aunque la óptica pueda ser controvertida, la realidad económica cuenta una historia diferente. El dinero gastado en yates no desaparece, sino que se distribuye por una amplia red de mano de obra, servicios e industrias. Cada dólar gastado ayuda a pagar los salarios de constructores navales, ingenieros, personal de puertos deportivos, cocineros, conductores, operadores turísticos y trabajadores de la hostelería.

Las preocupaciones medioambientales —otra crítica frecuente— también están siendo tomadas en serio por las partes interesadas del sector. Muchos yates nuevos están adoptando sistemas de propulsión híbridos, materiales sostenibles y tecnologías avanzadas de tratamiento de residuos. Países como Cabo Verde están incorporando la protección del medio ambiente a sus estrategias de turismo náutico, con normas sobre eliminación de aguas residuales, medidas de conservación marina y un desarrollo cuidadoso de los puertos deportivos en zonas ecológicamente sensibles.

En lugar de condenar el gasto de Bezos como innecesario, una visión más constructiva reconoce cómo un bien de lujo de este tipo representa innumerables intercambios voluntarios. Los 500 millones de dólares gastados en su yate revierten en cientos de empresas y miles de hogares. Los países que se posicionan como amigos de los yates —invirtiendo en infraestructuras, suavizando la normativa y promocionando sus destinos— pueden aprovechar este potencial económico.

El yate de 500 millones de dólares de Jeff Bezos es más que un capricho personal. Es un activo flotante que impulsa el crecimiento de los sectores mundial de la construcción naval, la hostelería y el turismo. Crea miles de puestos de trabajo y canaliza miles de millones de capital hacia las economías desarrolladas y en desarrollo. En el contexto más amplio de la industria de los superyates, el yate de Bezos no es un símbolo de despilfarro —sino un motor de oportunidades.

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