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La recesión en el sector productivo ya está aquí

Los gobiernos y los bancos centrales se han convertido en el prestamista de primera instancia en lugar de la última instancia, y esto es inmensamente peligroso. La deuda mundial se dispara, la inflación se arrastra y muchas de las llamadas interrupciones de la cadena de suministro son el resultado de la zombificación tras años de subvencionar la baja productividad y penalizar la alta productividad con el aumento de los impuestos.

Hay muchas razones por las que las naciones no deberían «gastar ahora y lidiar con las consecuencias después». En primer lugar, el gasto lo realizan los políticos, que no tendrán que rendir cuentas por la mala inversión y las decisiones imprudentes de gasto. Además, el coste lo pagarán siempre los contribuyentes y las empresas.

Piensen en la ironía de promover una «Ley de reducción de la inflación» que significa gastar más y monetizar más deuda. Pero es aún más irónico lanzar una «ley de reducción de la inflación» después de crear una inflación masiva con planes de estímulo multimillonarios y la expansión del balance de los bancos centrales. El gobierno se presenta como la solución a los problemas que crea y pasa la factura dos veces a los contribuyentes.

En segundo lugar, los gobiernos son extremadamente malos a la hora de elegir a los ganadores, pero aún peor a la hora de elegir a los perdedores. Los empujones políticos, las subvenciones y los subsidios suelen dirigirse a sectores obsoletos o políticamente favorecidos, lo que a su vez provoca el aumento de las empresas zombis. El gasto gubernamental para «salvar» a las empresas tiende a apoyar a aquellas que ya están muy endeudadas y con retos relevantes para pagar sus deudas. Esto es malo, pero elegir a los perdedores es aún peor. El mundo no tendría una crisis alimentaria y energética por una interrupción de países que significan menos del 10% del suministro si la regulación y las leyes no hubieran puesto enormes cargas a la inversión en agricultura, energía y comercio en general.

En tercer lugar, el impacto negativo supera al positivo. Recuerdo una conversación con Judy Shelton en la que mencionaba en 2021 cómo la economía de EEUU sería más fuerte si no se hubiera aplicado el plan de estímulo. Ella tenía razón. Los enormes planes de gasto han creado un déficit estructural insuperable, ya que muchos programas se consolidan y aumentan, y el impacto negativo sobre el crecimiento, la inflación y los salarios reales sólo un año y medio después son innegables.

Es innegable que las economías salen de cada crisis con mayor deuda, menor crecimiento, menor crecimiento de los salarios reales y peor creación de empleo. Sin embargo, de alguna manera, la gente piensa que la próxima vez será diferente. Lo mismo decían de 2020. Y fue diferente. Tuvieron su cheque y lo pagaron varias veces con mayor inflación y más impuestos.

Los críticos pueden decir que esto es fácil de decir en una recuperación, pero ¿cómo explicamos a los ciudadanos que los gobiernos no deben hacer nada? Aquí reside otro de los trucos de los intervencionistas. Nos hemos acostumbrado a la idea de que si el gobierno no gasta masivamente en una crisis, entonces no está haciendo «nada». Las enormes políticas del lado de la demanda son esenciales incluso cuando el problema no tiene nada que ver con la demanda. Peor aún, un plan de un billón de dólares debe ir seguido de otro de dos billones o parecerá demasiado pequeño, sin importar el problema del resultado.

Las políticas no deben ser juzgadas por sus intenciones, como decía Milton Friedman, sino por sus resultados. Y cuando los resultados son tan pobres como los que estamos presenciando desde hace casi dos décadas, debemos advertir sobre esta constante decisión de gastar más.

¿Por qué es tan peligroso utilizar los bancos centrales y los gobiernos como prestamista y solución de primer recurso? Porque su principal recurso para aplicar esas políticas eres tú. Tu riqueza. La expropiación de la riqueza es la otra cara de la moneda de la «política social». Los impuestos y la inflación, o ambos. Algunos lectores pueden pensar que es una idea inteligente expropiar la riqueza de los ricos para sostener la economía, pero a estas alturas deberían saber que es una mentira. Cuando das poderes extraordinarios a un gobierno basándote en la idea de que robar a los ricos es válido, estás dando poder a los políticos para que te roben a ti también. Y lo hacen. No hay un solo ejemplo de planes de gasto masivo del gobierno financiados con mayores impuestos a los ricos que no haya terminado significando mayores impuestos para todos o más inflación, el impuesto a los pobres.

Cuando lees «gasta ahora, afronta las consecuencias después» lo que estás leyendo es dame tu cartera porque ya te encargarás del saldo de la tarjeta de crédito después.

La próxima vez que lea la temida frase que titula este artículo, recuerde: no hay nada que el gobierno dé «gratis» que no se pague de una forma u otra.

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