Criticando la política pública de Florida de «adversidad compartida»
El gobierno de Florida promueve un plan de «adversidad compartida» en el que los individuos y las organizaciones tienen problemas ambientales distantes impuestos sobre ellos.
El gobierno de Florida promueve un plan de «adversidad compartida» en el que los individuos y las organizaciones tienen problemas ambientales distantes impuestos sobre ellos.
Los investigadores que se muestran escépticos ante muchas de las narrativas actuales sobre el cambio climático son llamados burlonamente «negacionistas». Sin embargo, dado que el escepticismo en sí mismo es un fundamento del análisis científico, los escépticos tienden a ser pensadores racionales-analíticos y menos propensos a abrazar teorías falsas.
Los políticos de Nueva Jersey han prohibido las bolsas de plástico de un solo uso, alegando que «ayudan al medio ambiente». En su lugar, necesitan leer Economía en una lección de Hazlitt.
En su extraordinario libro, Epstein ha cambiado los términos del debate sobre el peligro del «calentamiento global» y la supuesta necesidad de tomar medidas drásticas. Además, el libro está escrito en un inglés sencillo.
No hace mucho, los políticos de Alemania se enorgullecían de eliminar la energía nuclear. Ante un duro invierno sin gas natural ruso, el átomo parece de repente una buena alternativa.
Regularmente se nos dice que estamos en una «crisis climática». Pero, ¿y si eso no es cierto? ¿Y si el CO2 es realmente bueno para el reverdecimiento del planeta?
Los textos estándar de economía neoclásica afirman que un impuesto pigouviano conducirá al precio y la producción «óptimos» de un bien. Pero la «optimalidad» es un mito.
La economía ambiental está impregnada de las teorías neoclásicas estándar de la eficiencia y la economía del bienestar pigouviana. Eso es un problema.
Los defensores de la energía verde quieren hacernos creer que podemos pasar fácilmente de los combustibles convencionales a las energías renovables. En realidad, esa transición no sólo devastaría las economías mundiales, sino que además no es tecnológicamente posible.
La administración Biden, en su deseo de «salvar» al planeta del cambio climático, ha decidido destruir una de las industrias más productivas e importantes de este país en el proceso, poniendo en peligro la propia economía de EEUU.