En la época actual, la conservación de la naturaleza se considera una actividad a la que el Estado puede atribuir poderes. Sin embargo, solo si comprendemos la praxeología podremos llevar a cabo una conservación eficaz.
Tanto los grupos ambientalistas como los gobiernos demandan a las compañías energéticas por ser supuestamente las causantes del cambio climático. Uno duda de que sus esfuerzos legales se traduzcan en una mejora del clima.
Los ambientalistas insisten en prohibir los combustibles fósiles y los gases refrigerantes para acabar con las olas de calor. Eso significa que la gente se enfrentará a futuras olas de calor (que siempre estarán con nosotros) sin aire acondicionado.
El premio Nobel de Economía Joe Stiglitz cree que el camino hacia la libertad es... menos libertad. Por supuesto, no presenta su defensa del socialismo como una disminución de la libertad, sino como una ampliación de la libertad mediante la restricción de la libertad económica.
Casi toda la histeria climática está impulsada por las «creencias de lujo» de las élites occidentales. Sólo los más ricos pueden permitirse los efectos de la política climática.
El así llamado cambio climático es en realidad una excusa para que el gobierno haga lo que peor sabe hacer: intervenir en nuestros asuntos económicos. Aunque los esfuerzos gubernamentales no enfriarán el planeta, harán la vida más difícil a sus habitantes.
Los ambientalistas se burlan de lo que llaman «lavado verde», que consiste en mostrar públicamente que se apoyan causas ambientales pero no se cambian las prácticas empresariales. El término tiene algo de cierto, pero los ambientalistas no ven el panorama completo.
Mientras las NU impulsa su defectuosa agenda climática, corre el riesgo de convertir los actuales conflictos internacionales en otros mayores. Al empobrecer a la mayoría de la población mundial, las restricciones económicas en nombre de la lucha contra el cambio climático tendrán graves repercusiones.
Las élites mundiales se reunieron en un nuevo intento de rehacer el mundo con una imagen diferente, invocando el llamado cambio climático como catalizador de la reunión. Como te puedes imaginar, su «buena» sociedad no es muy buena para los que no son élites.
Mientras los delegados se reúnen en la COP28 para establecer una agenda de «combate del cambio climático», debemos recordar lo que pretenden hacer: destruir la economía mundial tal y como la hemos conocido.
