¿Pueden los proveedores de electricidad prometer un 100 % de energía verde? Probablemente no.
Las fuentes residenciales de electricidad se están convirtiendo en otra forma de «señalización de virtudes».
Las fuentes residenciales de electricidad se están convirtiendo en otra forma de «señalización de virtudes».
Es la primera vez en la historia de la humanidad que la transición energética la deciden los políticos sin permitir que la tecnología, la competencia o el ingenio humano den con una alternativa mejor, más flexible y más económica.
El alarmismo climático domina el ciclo de noticias, pero quizá la gente esté más alarmada por los enormes déficits presupuestarios federales y el gasto desbocado en prestaciones sociales.
La Unión Europea debería haber abandonado las decisiones ideológicas y permitido que la tecnología, la competencia y la industria aportaran la solución óptima que ofreciera un suministro de energía competitivo y seguro.
Los progresistas se han distinguido en el pasado medio siglo por estar en contra del progreso. Es poco probable que esa tendencia cambie.
El famoso «Yo, lápiz» de Leonard Read explicaba el funcionamiento del mercado a partir de la creación de un simple lápiz. Sin embargo, no debemos olvidar que los denostados combustibles fósiles intervienen en todo momento.
Los economistas de la corriente dominante se apresuran a afirmar que los problemas ambientales están causados por «fallos del mercado» que pueden «arreglarse» con la intervención del gobierno. Sin embargo, el problema es la propia intervención.
El presidente Biden afirma falsamente que la electricidad generada con energía eólica y solar es más barata que la generada con carbón y petróleo.
Kamala Harris declaró recientemente que necesitamos «reducir la población». Aunque la Casa Blanca afirmó rápidamente que se había expresado mal, los progresistas han dado suficiente devoción casi religiosa al neomathusianismo como para convencernos a algunos de que Harris quería decir lo que dijo.
La última «arma» del gobierno contra las emisiones de dióxido de carbono es un conducto que transportará las emisiones a través de los estados y bajo tierra. En otras palabras, otro despilfarro de Washington.