En un post anterior titulado «¿Por qué el gobierno siempre comete los mismos errores económicos?» cité al director general de Judicial Watch, Tom Fitton. En relación con otro asunto, dijo que la forma de predecir el comportamiento futuro es fijarse en lo que se hizo anteriormente en circunstancias similares. Sabemos que Donald Trump quiere hacer cumplir nuestras leyes de inmigración, lo que significa un estricto control fronterizo, especialmente a través de nuestra frontera sur, además de aranceles más altos y generalizados. También ha dicho que quiere poner fin rápidamente a la guerra de Ucrania. Sabemos que Elon y Vivek, al frente del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) —quieren encontrar, y presumiblemente recortar, el despilfarro y la ineficiencia. ¿Qué probabilidades hay de que se alcancen estos objetivos y, lo que es más importante, son objetivos que merezcan la pena?
En primer lugar, echemos un vistazo al nuevo DOGE de Elon y Vivek. Alerta: se trata de un gobierno y no de una empresa privada. Si fuera una empresa privada, la entidad denominada «Gobierno de los EEUU» habría quebrado hace mucho, mucho tiempo. No me cabe duda de que Elon y Vivek encontrarán despilfarro e ineficiencia a gran escala. Un ciego podría hacerlo. Pero sin la cooperación del Congreso, no podrán hacer nada significativo al respecto.
El Congreso controla el presupuesto. Las posibilidades de recortar el gasto de forma significativa son casi nulas, porque su definición de «despilfarro», —y la de casi todos los demás— es considerada «gasto esencial» por otros congresistas. Será necesaria una gran habilidad política para lograr recortes de gastos en todos los ámbitos. Las tres grandes partidas de gasto son la Seguridad Social, Medicare y el ejército. Salvo posibles recortes menores, no hay forma de que el Congreso recorte el gasto de forma significativa en estos tres programas. Además, hay una legislación de larga data que aísla a los burócratas del gobierno de la supervisión política. Se ha convertido en una clase protegida que sabe que realmente dirige el gobierno. El Congreso tendría que votar a favor de una revisión completa de una legislación muy antigua que ha hecho de los trabajadores del gobierno casi una «cuarta rama» del gobierno. Esto es muy poco probable.
Sin embargo, predigo que Trump podría tener éxito en poner fin a la guerra de Ucrania y frenar la inmigración ilegal. La nación está con él, y el Congreso no se atreverá a desafiarle en sus esfuerzos. Nuestros aliados europeos están cansados de la guerra y se han quedado literalmente sin munición para apoyar a Ucrania. Muchos están horrorizados de que Ucrania esté utilizando armas occidentales para atacar en lo más profundo de Rusia, amenazando con la Tercera Guerra Mundial. En el frente de la inmigración, algunas naciones, como Hungría, han demostrado que es posible controlar las fronteras. Aunque a Trump le resulte más difícil deportar a los extranjeros ilegales que ya están aquí, la nación está con él y el Congreso no se atreverá a interponerse en su camino cuando se trate de reforzar el control de la frontera.
También creo que, como presidente, Trump logrará implantar aranceles más generalizados y elevados, aunque deseo que no lo consiga. El presidente electo ha admirado el uso del comercio como arma durante mucho, mucho tiempo, incluso antes de plantearse presentarse a un cargo político. Por desgracia para este economista del libre mercado/libre comercio, el país parece estar de su lado. Así que, justo cuando los EEUU y el mundo entran en recesión, los EEUU repetirá los desastrosos aranceles Smoot-Hawley de 1930 que desencadenaron aranceles recíprocos en todo el mundo. Siguieron la depresión, la tiranía y la guerra. Trump puede conseguir sus aranceles sólo para pasar a la historia como el Herbert Hoover del siglo XXI.
Obsérvese que es el electorado el que se saldrá con la suya, quizá no totalmente, pero sí al menos en parte. Aunque el electorado dirá que quiere eliminar el despilfarro y la ineficacia del gobierno, se trata de objetivos vagos. Algunos votantes que ahora reciben prestaciones las perderían, lo que levantaría un aullido todopoderoso. Lo mismo ocurre con las empresas y los trabajadores que se benefician del gasto gubernamental. Lo hemos visto una y otra vez a lo largo de los años. Sin embargo, los extranjeros ilegales no votan (al menos no legalmente) y detener la inmigración ilegal es simplemente hacer cumplir la ley federal. ¿Quién se opondría a ello? Detener la entrada ilegal puede tener más éxito que deportar a los que ya están aquí, pero el electorado apoya el esfuerzo. Del mismo modo, el electorado apoya el aumento de los aranceles. A pesar de las pruebas teóricas y empíricas de que promulgar aranceles es como pegarse un tiro en el pie, creo que Donald y el electorado los conseguirán.
«Cuando los dioses quieren castigarnos, responden a nuestras plegarias.» —Oscar Wilde