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Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt: ganadores del Premio Nobel de Economía 2025

El Premio Nobel de Economía 2025 ha sido otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt por su trabajo pionero en innovación y crecimiento económico. Su investigación ha transformado profundamente la forma en que los economistas entienden los motores de la prosperidad, demostrando que el desarrollo a largo plazo no solo depende de las instituciones o el capital, sino también del poder de las ideas. Sin embargo, entre los tres galardonados, Joel Mokyr merece un reconocimiento especial. Ningún economista convencional ha hecho más que Mokyr para demostrar que las ideas son importantes para el crecimiento económico y que la historia de la prosperidad es, en esencia, una historia de cambios en las creencias sobre el progreso.

Joel Mokyr: el historiador de las ideas y el crecimiento

Joel Mokyr ha dedicado décadas a tender puentes entre la historia económica y la teoría moderna del crecimiento. En obras como The Enlightened Economy y A Culture of Growth, sostiene que el mundo moderno debe su prosperidad a una revolución cultural: el auge de la idea del progreso. Mokyr demostró que la disposición de Europa a cuestionar las tradiciones y experimentar con nuevas ideas creó un ciclo de innovación que se reforzaba a sí mismo. Por el contrario, la China imperial, a pesar de su sofisticación tecnológica, se mantuvo escéptica ante la innovación durante mucho más tiempo, limitada por normas que favorecían la armonía y la continuidad por encima de la experimentación.

La idea de Mokyr es que las ideas de progreso no son ideales abstractos, sino motores de transformación. Cuando una sociedad interioriza la creencia de que el conocimiento puede y debe avanzar, crea el marco moral e intelectual para un crecimiento económico sostenido. Sus teorías han sido confirmadas por investigaciones empíricas en diversas disciplinas, lo que refuerza la opinión de que la creencia en el progreso precede al dinamismo tecnológico e institucional.

Las instituciones que importan

A diferencia de muchos economistas que se refieren a las «instituciones» en términos vagos, Mokyr ha sido muy específico. Ha demostrado que las instituciones más importantes para la industrialización eran en gran medida instituciones privadas: sistemas de aprendizaje, bancos, sociedades profesionales, academias y redes de artesanos y pensadores. Estas organizaciones fomentaban el conocimiento práctico, promovían el intercambio intelectual y vinculaban la ciencia con sus aplicaciones.

Esta perspectiva desafía las narrativas convencionales que exageran el papel de las instituciones estatales formales. Mokyr demostró que la innovación prospera cuando existe una densa red de asociaciones voluntarias y cooperación privada, y cuando se recompensa la curiosidad y la experimentación. En su opinión, el progreso se construyó desde cero gracias a personas e instituciones que creían que el conocimiento podía mejorar la condición humana.

Ciencia, tecnología y la base epistémica

Otra de las principales contribuciones de Mokyr se refiere a la relación entre la ciencia y la tecnología. Ha demostrado que la Revolución Industrial no se desvaneció simplemente porque Europa hubiera desarrollado una base epistémica para la ciencia, un fundamento de conocimiento que permitía a las personas estudiar y mejorar la tecnología de forma sistemática. Paradójicamente, la ciencia tuvo poca importancia en los inicios de la Revolución Industrial, ya que la mayoría de los inventos precedieron a la explicación científica. Sin embargo, la construcción de una base epistémica proporcionó a Europa las herramientas intelectuales para comprender, perfeccionar y ampliar esas tecnologías.

En opinión de Mokyr, la ciencia suele ir por detrás de la tecnología. Las personas crean primero las herramientas y las comprenden después. Sin embargo, las sociedades que construyen una cultura de investigación y conocimiento están en mejores condiciones para convertir los inventos en flujos continuos de mejora. Esta idea es crucial para los responsables políticos que buscan fomentar la innovación sostenible en lugar de aumentos transitorios de la productividad.

El capital humano y la aplicación del conocimiento

Mokyr también establece una clara distinción entre educación y capital humano. La educación se refiere al aprendizaje formal, mientras que el capital humano representa la capacidad de aplicar el conocimiento de forma productiva. Durante la Revolución Industrial, es posible que Europa continental contara con más ingenieros cualificados y trabajadores formados, pero Gran Bretaña destacó por convertir el conocimiento en resultados prácticos. Los artesanos, mecánicos y manitas británicos eran expertos en perfeccionar los inventos y llevarlos al mercado.

Muchos inventos desarrollados en el continente tuvieron éxito comercial en Gran Bretaña, el lugar donde la tecnología se difundió de manera más eficaz. Como observó Mokyr, la nación que perfecciona y difunde la tecnología es la que obtiene los mayores beneficios. Esta idea ha sido confirmada por la reciente investigación de Jeffrey Ding, quien demostró que la difusión tecnológica es un factor decisivo para determinar qué sociedades obtienen los beneficios de la innovación.

Dos caminos hacia la prosperidad

En su último libro, Two Paths of Prosperity (Dos caminos hacia la prosperidad), escrito en colaboración con Guido Tabellini, Mokyr amplía su marco de referencia a un estudio comparativo del desarrollo económico. El libro muestra que el auge de Europa fue posible gracias a la aparición de instituciones impersonales que facilitaron la cooperación más allá de las redes de parentesco. El crecimiento de China, por el contrario, se vio limitado por instituciones intensivas en parentesco que privilegiaban los lazos familiares y clánicos por encima de la colaboración basada en el mérito. Estas estructuras limitaron la escala de las empresas comerciales y ralentizaron la difusión de nuevas ideas.

El argumento tiene una clara relevancia para la política moderna. La política de innovación debe abordar no solo la inversión y la educación, sino también los fundamentos sociales de la apertura. Las sociedades que fomentan la confianza, el mérito y la cooperación impersonal tienen más probabilidades de mantener la innovación a largo plazo.

Philippe Aghion y Peter Howitt: vinculando el capital y la innovación

Del mismo modo, Philippe Aghion y Peter Howitt son pensadores igualmente impresionantes cuyas ideas han influido profundamente en nuestra forma de ver el crecimiento. Su trabajo ha enriquecido nuestra comprensión del vínculo entre la acumulación de capital y la innovación. A través de su modelo de crecimiento schumpeteriano, demostraron que la acumulación de capital no solo expande la producción, sino que también ayuda a estimular la innovación al financiar la investigación, la experimentación y la destrucción creativa.

Su modelo capta el proceso dinámico por el cual las empresas invierten, compiten y se sustituyen unas a otras a través del progreso tecnológico. Este marco proporciona la base teórica de lo que la obra histórica de Mokyr ilustra en la práctica: que la innovación es un proceso tanto económico como cultural, sostenido por una interacción continua entre la inversión, el conocimiento y la creencia en el progreso.

Por qué los responsables políticos deberían escuchar

La obra de Joel Mokyr trasciende las fronteras académicas. Es más que un historiador económico; es un intérprete de la idea más poderosa de la civilización —que el progreso es posible y que el conocimiento puede mejorar la condición humana. Sus ideas muestran que las raíces de la prosperidad no residen únicamente en los mercados o las máquinas, sino en la mentalidad.

La creencia ilustrada en el progreso, la curiosidad y la mejora sigue siendo el motor más duradero del desarrollo. Mokyr ha demostrado que las sociedades prosperan cuando valoran el aprendizaje, recompensan la experimentación y se atreven a cuestionar las normas heredadas. Sus marcos ofrecen una guía para los responsables políticos que desean comprender por qué algunas naciones avanzan y otras se estancan.

Al honrar a Mokyr, Aghion y Howitt, el Comité Nobel ha reconocido que el futuro del crecimiento depende de la innovación, y que la innovación comienza con una idea. Las ideas impulsan el progreso, y el progreso define la civilización. Los responsables políticos deberían escuchar.

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