En un comentario reciente, el profesor Hülsmann responde a mi artículo en el que explico la clasificación de Ludwig von Mises del dinero en dinero mercancía, dinero crédito y dinero fiat, y aplico este marco al caso histórico de Argentina en diciembre de 2023, cuando Javier Milei asumió el cargo.
Es importante distinguir cuidadosamente entre teoría e historia. La teoría es universal y a priori; proporciona la estructura conceptual para interpretar acontecimientos históricos contingentes. Los historiadores aplican la teoría a casos particulares para dar sentido al pasado.
El profesor Hülsmann discrepa de mi interpretación histórica y mi análisis contrafactual, en particular en lo que respecta a la cuestión de qué habría ocurrido con la demanda de pesos si Javier Milei hubiera cerrado el banco central en su primer día en el cargo. Yo sostengo que los argentinos ya estaban en proceso de abandonar el peso en favor del dólar, y que el cierre del banco central habría acelerado este proceso. El peso habría dejado de funcionar como dinero, y su poder adquisitivo se habría acercado a cero, una opinión que el profesor Hoppe ha apoyado al menos implícitamente («El peso desaparecería. Eso es bueno... Entonces la gente usaría dólares en lugar de pesos»). — Hoppe 2024, PFP279, Min 36). Sin embargo, el profesor Hülsmann no comparte esta interpretación de un colapso hiperinflacionario de los precios en pesos. En el contexto de su evaluación contrafactual, plantea varias cuestiones teóricas interesantes. Abordaré cuatro puntos y terminaré con una aclaración fáctica.
1. El cierre del Banco Central y la masa monetaria
El profesor Hülsmann sostiene que si el banco central argentino cerrara el primer día del mandato de Milei, los préstamos pendientes del banco central a los bancos comerciales «no se prorrogarían y la masa monetaria entraría en caída libre».
Es cierto que si el banco central desapareciera, también lo harían sus préstamos a los bancos comerciales. Estos últimos darían de baja los activos y pasivos correspondientes en sus balances. Los requisitos de reserva también desaparecerían. Por lo tanto, la desaparición del banco central en sí misma no crearía presión deflacionaria a través de las regulaciones de reserva.
Sin embargo, podría producirse una contracción del crédito si los bancos comerciales, por temor a una retirada masiva de depósitos, aumentaran voluntariamente sus ratios de reserva, o si las pérdidas en los pasivos del banco central provocaran directamente una retirada masiva de depósitos. En ese caso, los bancos reducirían los préstamos, como señala el profesor Hülsmann. Sin embargo, dado que el profesor Hülsmann analiza el colapso del sistema bancario y sus efectos deflacionarios en su tercer comentario, no queda claro en qué se diferencian en esencia su segundo y tercer punto.
Además, en Argentina, uno de los principales indicadores que pueden inducir a los bancos a restringir el crédito es el propio tipo de cambio. Una fuerte subida del precio del dólar es señal de una retirada masiva de depósitos inminente. A medida que el peso se deprecia, los depositantes anticipan nuevas pérdidas y se apresuran a retirar fondos para cambiarlos por dólares, lo que lleva a los bancos a exigir el pago de los préstamos y a contraer el crédito. Así, el colapso de la demanda de pesos —y el consiguiente aumento de los precios del peso— precede, en lugar de seguir, a la contracción del crédito. Esta secuencia subraya que las crisis monetarias se desarrollan a través de las expectativas: los agentes ajustan sus tenencias de efectivo en previsión de una mayor depreciación, lo que valida la caída de la demanda que inicia la espiral.
2. El colapso del sistema bancario
El colapso del sistema bancario argentino habría aumentado la incertidumbre y, por lo tanto, la demanda de dinero. Sin embargo, históricamente, en Argentina los períodos de incertidumbre siempre han provocado un aumento de la demanda de dólares de los EEUU, no de pesos. Desde un punto de vista histórico, se deduce que, incluso si el colapso del sistema bancario redujera la reserva de pesos, al mismo tiempo habría acelerado la dolarización —el mismo proceso que ya estaba en marcha.1
3. Causas teóricas de la hiperinflación
La cuestión teórica más interesante se refiere a las causas de la hiperinflación, entendida como una situación en la que los precios en términos de una moneda determinada se elevan hasta el infinito, es decir, la unidad monetaria pierde todo su poder adquisitivo. Se produce una desmonetización. El profesor Hülsmann escribe:
«Tal y como lo presenta Philipp Bagus, solo hay un pequeño paso entre la disminución de la demanda de dinero y la hiperinflación. Pero la hiperinflación no surge solo de la pérdida de confianza, sino de la pérdida de confianza combinada con un enorme aumento de la masa monetaria».
Esta opinión implica que la hiperinflación —o desmonetización— no puede producirse si la oferta monetaria es constante.2 En ese caso, ni siquiera una moneda fiat como el peso, si su cantidad es fija, podría abandonarse, ya que su cantidad fija impediría la pérdida total de la demanda. Pero tal conclusión parece inverosímil.
El punto crucial que hay que comprender es que una disminución de la demanda de dinero equivale a un aumento de su oferta. Por lo tanto, incluso con una oferta nominal constante de pesos, puede producirse hiperinflación si la demanda de pesos se reduce a cero.
El dinero fiat se basa en última instancia en la confianza3 —es decir, en la expectativa de que otros lo aceptarán a cambio. Sin confianza en su naturaleza monetaria, no es más que papel con tinta. Una vez que esa confianza se erosiona, puede entrar en una espiral que se refuerza a sí misma: la disminución de la confianza reduce la demanda de dinero, lo que reduce el poder adquisitivo, lo que a su vez socava aún más la confianza. Incluso con una oferta fija, una moneda fiat puede perder por completo su función monetaria una vez que se rompe la red de aceptación mutua.
Históricamente, el peso argentino a finales de 2023 ya había entrado en esa espiral, provocada por la expansión monetaria masiva y el deterioro del balance del banco central bajo la presidencia de Alberto Fernández. Incluso si se hubiera detenido el aumento de la masa monetaria, el colapso de la confianza podría haber continuado de forma endógena, ya que la espiral ya se había puesto en marcha. El fin de las expectativas de canjeabilidad del peso como dinero de crédito y el colapso del sistema bancario habrían acelerado el proceso en lugar de detenerlo. En tiempos de turbulencias, los argentinos huyen al dólar —su refugio tradicional.
4. Medidas transitorias y el papel del Estado
El profesor Hülsmann hace una observación muy acertada sobre el papel del Gobierno durante la reforma monetaria:
«La tarea principal de cualquier reformador es anticiparse al malestar social y adoptar medidas temporales para ayudar a los más vulnerables durante la transición».
Parece sugerir que las transferencias financiadas con impuestos podrían estar justificadas durante esta fase. De hecho, para los libertarios y anarcocapitalistas que desean pasar del orden estatista actual a una sociedad libre, el problema de la transición no es trivial. ¿Deberían abolirse todas las intervenciones estatales de la noche a la mañana, o deberían persistir algunas de forma temporal para evitar la agitación social?
Durante los primeros meses de Milei en el cargo (hasta junio de 2024), la base monetaria amplia siguió expandiéndose. Según algunos observadores, una interrupción brusca de la financiación monetaria podría haber provocado disturbios. El profesor Hülsmann parece sugerir que una fiscalidad limitada podría haber sido un instrumento de transición mejor que la expansión monetaria continuada. No pretendo decidir aquí esta cuestión, sino simplemente señalar que ambas políticas implican la intervención del Estado, ya sea a través de la inflación o de los impuestos.
5. La deuda pública y el régimen cambiario en Argentina
Al final de su comentario, el profesor Hülsmann cita al marxista poskeynesiano Yanis Varoufakis. Esta cita puede dar involuntariamente la impresión de que la afirmación de Varoufakis es objetivamente cierta. Varoufakis afirmó que Milei «pidió prestados miles de millones de dólares, los acumuló sobre una deuda pública ya insoportable, para evitar que el mercado monetario eligiera libremente el tipo de cambio de su moneda».
En realidad, Milei no pidió prestados «miles de millones de dólares», sino que redujo la deuda pública. Su Gobierno logró un superávit presupuestario ya en enero de 2024, solo un mes después de asumir el cargo, y lo ha mantenido desde entonces. En lugar de añadir nueva deuda pública neta, la Administración se ha limitado a refinanciar las obligaciones heredadas de Gobiernos anteriores. De hecho, bajo el mandato de Milei, la deuda pública nacional se redujo en aproximadamente 40 000 millones de dólares, y la ratio deuda/PIB cayó drásticamente, pasando del 154,6 % en 2023 al 84,65 % en 2024. En cuanto al régimen cambiario, avanza en la dirección correcta, hacia una mayor libertad monetaria. Los controles de capital y el cepo cambiario se han desmantelado en gran medida, lo que ha permitido una liberalización creciente del mercado de divisas.
Conclusión
Agradezco al profesor Hülsmann sus reflexiones tan interesantes y estimulantes. Coincidimos en muchos puntos y, en los que discrepamos, las cuestiones planteadas revisten una importancia teórica real. Nuestra interpretación histórica de la situación difiere, principalmente porque damos diferente importancia a los factores subyacentes. El profesor Hülsmann considera que los efectos contractivos de un colapso bancario son más significativos, mientras que yo destaco el colapso de la confianza.
Comparto plenamente su esperanza de que la reciente victoria electoral del movimiento de Javier Milei allane el camino para una auténtica reforma monetaria.
A este respecto, el profesor Huerta de Soto ha esbozado un plan de reforma coherente:
1. Establecer un coeficiente de reserva del 100 % para los depósitos a la vista (y los depósitos a plazo fijo de hasta un mes, que pueden considerarse equivalentes).
2. Canjear el efectivo y los depósitos en dólares de EEUU, es decir, una dolarización total.
3. Abolir el banco central.
Esta reforma supondría un paso decisivo hacia el restablecimiento de la solidez monetaria, la auténtica libertad económica y el retorno de la grandeza de Argentina.
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Hay otro punto que vale la pena mencionar. El hipotético cierre del banco central el primer día está motivado por el deseo de abolir todas las intervenciones estatales en el dinero. Una vez eliminado el banco central —el emisor monopolístico de la base monetaria—, ya no existiría un monopolio legal para emitir billetes en pesos. En principio, cualquiera podría imprimir billetes en pesos. En la práctica, es probable que la confianza en los billetes en pesos se derrumbara por completo. Esto podría acelerar el abandono del peso.
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Quizás el profesor Hülsmann no esté de acuerdo en que la desmonetización implique hiperinflación. Sin embargo, el resultado final es la desaparición del poder adquisitivo de la moneda; llamarlo «hiperinflación» o «desmonetización» es, en última instancia, una cuestión terminológica. La pregunta es si el peso habría perdido su poder adquisitivo si el banco central se hubiera cerrado el primer día.
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Sobre la importancia de la confianza para la demanda de dinero fiat, véase Rothbard (2008 [1973], The Mystery of Banking, pp. 65-66): «Un determinante intangible, pero muy importante, de la demanda de dinero es la confianza básica que el público o el mercado tienen en el dinero en sí. Así, el intento de los mongoles de introducir el papel moneda en Persia en los siglos XII y XIII fracasó porque nadie lo aceptaba. El público no confiaba en el papel moneda, a pesar de los decretos tremendamente coercitivos que siempre caracterizaron el dominio mongol. Por lo tanto, la demanda de dinero por parte del público era nula... La confianza del público en el dinero del país se puede perder, así como ganarse... La confianza del público en el papel moneda y, por lo tanto, su demanda, depende de la confianza última —o la falta de ella— del público en la viabilidad del gobierno emisor».
Véase también Salerno (2012, «Ludwig von Mises as a Currency School Banker», Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política, vol. 9, n.º 2, pp. 13-49): «Concretamente, la circulación del dinero mercancía o del dinero fiduciario no depende de la existencia de una buena voluntad especial asociada a su productor; tampoco el dinero externo está sujeto al principio de extinción de la marca en el mismo sentido que los billetes de banco y los depósitos... [Añade una nota al pie 28] Esto no niega que el valor del dinero fiat pueda ser destruido por la hiperinflación o la disolución del gobierno emisor por una revolución o una guerra; o incluso que el valor de un dinero mercancía como el oro pueda acercarse a cero si un avance tecnológico alterara radicalmente sus condiciones de escasez». [p. 38, énfasis añadido] Salerno reconoce aquí que el valor del dinero fiduciario puede caer a cero incluso sin un aumento enorme de su oferta, por ejemplo, si el gobierno emisor deja de existir. Esto implica que el colapso de la confianza y el marco institucional de aplicación son condiciones suficientes para la desmonetización.