Power & Market

América debería seguir el ejemplo de Irán y legalizar la venta de órganos

Cada día mueren en América un total de 13 personas en espera de un trasplante de órganos, lo que supone 4745 personas al año. Otras 103 223 personas en lista de espera llevan una existencia sombría sometidas a diálisis u otros equipos médicos. La explicación de esta drástica escasez de órganos es obvia. La prohibición de la venta de órganos supone, en la práctica, un precio cero para ellos y, cuando se fija un precio por debajo de la tasa de equilibrio, la demanda supera a la oferta. Si se legalizara la venta de órganos, los precios de los riñones se dispararían y, como resultado, más personas los suministrarían. La gente viviría en lugar de morir.

Lamentablemente, el único país que ha aceptado un mercado semilibre de órganos es Irán; sin embargo, los resultados allí han sido sorprendentes. En 1988, el gobierno legalizó la venta de órganos como riñones e hígados: en el primer año, el número de trasplantes casi se duplicó. En 2019, tenía la tasa de donación de órganos más alta de toda Asia. El suministro de órganos era tan abundante cuando se produjo la legalización que los extranjeros viajaban a Irán para comprarles órganos, algo que, por desgracia, ahora está prohibido.

¿Cómo se compara la situación iraní con la de los EEUU? Hoy en día, la lista de espera para un órgano en Irán es de unos nueve meses, frente a los cuatro años en América. Si se padece una enfermedad renal en fase terminal, es más probable recibir un trasplante de riñón en Irán que aquí, con un 46 % frente a un 31%, respectivamente. Irán también tiene una mayor proporción de donaciones de riñones en vida (que tienen más probabilidades de cuajar), con un 47 % frente al 23 % de los EEUU. La interferencia en el mecanismo de libre fijación de precios conduce a peores resultados. ¿Cuáles son entonces las objeciones al libre mercado de órganos?

La principal objeción a la venta de órganos es que los vendedores son explotados por los compradores. Se dice que esta explotación se produce porque los compradores ricos se aprovechan injustamente de la pobreza del vendedor. Repasemos dos interpretaciones de la ventaja injusta. En primer lugar, se podría argumentar que el excedente del consumidor y el excedente del productor en la transacción deben ser iguales, y que el excedente del productor por parte del vendedor de órganos iraní es demasiado pequeño en la actualidad. Sin embargo, en casi ningún otro mercado aceptamos esta norma. Por ejemplo, cuando una persona pobre necesita vender rápidamente su coche y, por lo tanto, lo hace a un precio bajo, no prohibimos la venta del coche por considerarla explotadora.

En segundo lugar, se podría argumentar que el precio del vendedor es simplemente demasiado bajo porque su desesperada situación de pobreza le lleva a aceptar ofertas muy bajas. Este argumento resulta excesivo, ya que el comprador de órganos podría pagar un precio demasiado alto, ya que necesita el órgano debido a su propia situación de necesidad desesperada. Sin embargo, los teóricos de la explotación quieren negar esto. Esta segunda variante de la explotación ni siquiera logra una prohibición total de la explotación, ya que es muy posible que los vendedores de órganos pertenezcan a la clase media. De hecho, el 48 % de los vendedores de riñones de Irán se encuentran por encima del umbral de la pobreza.

También debemos comprender el coste filosófico de aceptar la prohibición de la venta de órganos. Si existe un pacto sobre su casa que le impide vender su garaje, usted tiene menos derechos de propiedad sobre la casa; de forma análoga, si no se le permite vender sus órganos, tiene menos derechos de propiedad sobre sí mismo. No. El principio natural del respeto humano exige que los individuos sean libres de hacer lo que deseen con su propia persona y cualquiera de sus partes. Solo adhiriéndose a él se garantiza una armonía adecuada entre las personas, en la que cada una es tratada como un fin en sí misma.

Tampoco es una coincidencia que la adhesión al principio natural del respeto humano también garantice la vida de los demás a través de la venta de órganos. Esto se debe a que, cuando un pueblo diverso es libre, existen amplias oportunidades de intercambio que benefician a ambas partes. La coacción estatal que impide estos intercambios siempre disminuye esta prosperidad. Según la revista American Journal of Transplantation, la compra de riñones por parte del gobierno por 45 000 dólares cada uno aumentaría el bienestar en una suma neta de 46 000 millones de dólares, gracias a las miles de vidas que se salvarían. Los contribuyentes también se beneficiarían en 12 000 millones de dólares, ya que los enfermos ya no tendrían que someterse a diálisis, que cuesta 1,45 millones de dólares por receptor.

La legalización de la venta de órganos parece intrínsecamente inmoral para muchas personas, pero, si se analiza más detenidamente, nada podría estar más lejos de la realidad. Un mercado libre de órganos encarnaría el principio natural del respeto humano y, lo que es más importante, como demuestra Irán, contribuiría de manera significativa a salvar miles de vidas y a poner fin al sufrimiento de la diálisis para muchas más personas. En esta rara ocasión, América debería seguir el ejemplo de Irán y legalizar la venta de órganos.

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