Si se pregunta a cualquier libertario americano quiénes han sido los peores presidentes de todos los tiempos, es probable que reciba las mismas respuestas, aunque en distinto orden. Abraham Lincoln invadió el Sur y dirigió la mayor matanza de los americanos de la historia, incluyendo ataques selectivos contra civiles. Woodrow Wilson creó la Fed y nos metió en la Primera Guerra Mundial. Franklin Roosevelt estableció el New Deal, financió a la Unión Soviética, provocó la Guerra Fría y llenó su administración de comunistas. Lyndon B. Johnson intensificó Vietnam, amplificó el Estado benefactor y magnificó enormemente el régimen de derechos civiles.
En este artículo no pretendo responder quién cometió el peor crimen. Más bien, me gustaría fijarme en Franklin Roosevelt, que fue quien más dio forma a EEUU modernos de estos cuatro, y en sus motivaciones para la guerra total. No es ningún secreto que Roosevelt consideraba a Alemania como la mayor amenaza para sus ideales y buscó su paralización permanente con el Plan Morgenthau (cediendo sólo con la reacción pública). Sin embargo, la mayoría de la gente no sabe que la teutonofobia de Roosevelt tiene su origen en las enseñanzas de Silas Marcus MacVane.
MacVane y Roosevelt en Harvard
Según el Dr. Michael S. Bell —cuya disertación, exquisitamente detallada, es la fuente principal de este artículo—, Roosevelt era un estudiante de C en Harvard (esto es antes de la inflación de notas, cuando las C realmente denotaban que un estudiante era mediocre en lugar de malo en la materia). La excepción fueron las clases de historia de MacVane, en las que FDR demostró su entusiasmo sacando siempre notable alto.
Silas Marcus MacVane nació en la isla canadiense del Príncipe Eduardo, hijo de inmigrantes escoceses de las Highlands. Tras licenciarse, estudió en Berlín y más tarde fue profesor de economía en Harvard. MacVane pasaría a enseñar historia al cabo de unos años, siendo profesor titular en la época en que FDR estudiaría bajo su tutela. Los historiadores del pensamiento económico y los economistas austriacos reconocerán que se trata del mismo MacVane que criticó la teoría del capital de Böhm-Bawerk. MacVane también tenía creencias políticas bastante radicales a través de las cuales veía la historia. El Dr. Bell escribe:
La «verdad» que MacVane impartía a sus alumnos describía la historia de Europa como una lucha constante entre los amigos del progreso y las fuerzas de la reacción. Como claro seguidor de la escuela whig de interpretación histórica, Macvane presentaba la historia como el surgimiento de la civilización y la libertad anglosajonas como resultado de la alianza entre protestantes y whigs y a pesar del obstruccionismo de católicos y tories... En consonancia con su perspectiva whiggish, MacVane señaló que «es mejor dedicar la atención principalmente al curso de los asuntos en Inglaterra —la historia de los estados continentales es en conjunto bastante árida».
El angloprogresismo de MacVane encontró un terreno fértil, ya que el joven FDR ya era bastante progresista. De hecho, le interesaba sobre todo la disciplina de la historia como medio de construir la hagiografía de su propia familia, y estaba convencido de que la familia Roosevelt —establecida desde hacía mucho tiempo en Nueva York—, triunfó gracias a su progresismo y «espíritu democrático». De hecho, se puede establecer fácilmente la conexión entre la lectura radicalmente progresista de la historia que hacía MacVane y la propia retórica y políticas de FDR.
En cuanto a la Revolución francesa,
El retrato que hace Macvane del periodo de la Revolución francesa y el Primer Imperio continúa su tema establecido. Macvane consideraba la Revolución francesa «una agitación social contra el estado de cosas» creado por la Iglesia católica y la monarquía... En las conferencias de Macvane no se reconocía que la revolución hubiera llegado nunca al exceso, ni al terror. En su lugar, con un aparente aire de superioridad anglosajona, Macvane argumentó que la República fracasó porque el pueblo «no siguió el ejemplo de Inglaterra».
Y sus opiniones sobre 1848 y las revueltas posteriores son igualmente parciales:
La visión de Macvane sobre el curso de la historia europea después de Napoleón se encuentra en un libro que publicó en 1900... El libro era una traducción muy editada y revisada de un estudio de historia política europea del republicano francés Charles Seignobos. La obra ofrecía «una historia explicativa de la evolución política» en Europa haciendo hincapié en un patrón cíclico y recurrente de revolución seguido de «largos periodos de conservación». Era una interpretación que reflejaba la «preferencia por un gobierno liberal, no clerical, democrático y occidental» de Seignobos, así como de Macvane.
...En la narrativa de Macvane, el «Partido progresista» de Francia se opuso a la monarquía y al clericalismo y con la Revolución de 1848 «convirtió a Francia en una democracia». París, argumentaba Macvane, fue el centro del anhelo francés de democracia porque tanto en 1830 como en 1848 «la revolución hecha en París fue aceptada pasivamente por el resto de la nación».
Mientras que Francia era imperfectamente liberal —plagada de faccionalismo y de su no-britanismo—, Alemania presentaba una historia diferente. Para MacVane, Alemania estaba llena de liberales, pero trágicamente encadenada por la monarquía prusiana, que para MacVane representaba los viejos regímenes absolutistas y clericales de Europa. Los republicanos y los socialistas se enzarzaron en una lucha contra los monárquicos proeclesiásticos por decidir el carácter y el futuro de Alemania. Para consternación de MacVane, Alemania se desarrolló según un compromiso entre democracia y monarquía. Por ello, «advirtió que el Imperio alemán era ‘hija de Borussia‘, la tierra bárbara en el extremo sureste del mar Báltico durante la época romana, ‘no de Teutonia (la antigua Alemania)’». Según el Dr. Bell, FDR —originalmente germanófilo— aceptó las advertencias de MacVane durante su luna de miel en Alemania, erizándose contra la creciente prusianización de Alemania.
Las opiniones de FDR a la luz de las de MacVane
La visión radicalmente progresista de la historia de MacVane influiría directamente en la propia filosofía de FDR:
Las ideas [de FDR] reflejaban la visión liberal y progresista de la historia y los acontecimientos mundiales. En 1912 observó que «la historia de los últimos mil años» era la historia de «las razas arias... luchando por obtener la libertad individual»... En función de su perspectiva, Roosevelt tendía a ver a las personas y los grupos como agentes del progreso y la libertad individual o como una manifestación de las fuerzas de la reacción.
No es difícil entender por qué Roosvelt era un partidario tan ardiente de la Unión Soviética contra Alemania, ya que la Unión Soviética era el mejor vehículo ahora no sólo para que los rusos alcanzaran el progreso y la democracia, sino también el resto de Europa del Este. La única alternativa sería una Europa dominada por las fuerzas de la reacción.
También está claro por qué Roosevelt fue un defensor tan inflexible de la rendición incondicional de Alemania y Japón. Tanto Alemania como Japón, en la mente de Roosevelt, eran fuerzas de la reacción contra la marcha de la democracia y el progreso, avatares de antiguos males. Tras la caída de Francia a principios de la guerra, Roosevelt no quedó muy satisfecho:
Creyendo que la guerra se libraba «para limpiar el mundo de antiguos males», Roosevelt rechazó la idea de que fuera posible cualquier compromiso con Hitler. Más tarde escribió: «Nunca ha habido —nunca puede haber— un compromiso exitoso entre el bien y el mal». Ya escéptico sobre el estado del liderazgo en Francia, el armisticio convenció a Roosevelt de que las fuerzas de la reacción habían tomado el poder y que sus acciones servían a Hitler directa o indirectamente.
Roosevelt también se había rodeado de asesores de mentalidad similar, y todos los consejos apuntaban a aplicar las teorías de MacVane, destruyendo a cualquier enemigo mundial del progreso. Frank Knox convenció a FDR de que la paz con Alemania, fuera de la rendición, no era una opción. Adolf Berle —tras revisar los discursos de Woodrow Wilson durante la Primera Guerra Mundial— llegó a la conclusión de que la Alemania verdaderamente liberal había sido tomada como rehén por los reaccionarios prusianos. Por tanto, la forma de garantizar la paz era liberar Alemania y destruir Prusia. Los discursos de Wilson también señalaban al Papa como una fuerza de la reacción, al haber favorecido una paz de compromiso para poner fin a la Primera Guerra Mundial en lugar de la destrucción total de los reaccionarios prusianos. Haciéndose eco de la estrategia del bloqueo por hambre de Churchill en la Primera Guerra Mundial, John Franklin Carter abogó por un bloqueo estricto para «utilizar los alimentos como arma». Incluso si Hitler era sustituido o si el partido se derrumbaba, Carter sostenía que:
...las fuerzas del conservadurismo y el militarismo alemanes seguirían prosperando... En lugar de establecer las condiciones para que un régimen liberal sucediera a Hitler, sin embargo, la predicción era que el fracaso del ejército alemán en lograr un avance estratégico contra la Unión Soviética tendría como resultado «un colapso del Régimen de Hitler con la destitución casi inmediata de Hitler, Georing [sic], Goebels, Himmler et al con los generales del ejército alemán tomando las riendas del gobierno.»
Así pues, si se aplicaba la filosofía de MacVane, FDR no sólo tenía que asegurar la rendición total de Alemania y la destrucción de Prusia, sino también el fortalecimiento de la Alemania liberal. América era ahora responsable de derrotar y ocupar Alemania, de destruir y desmantelar Prusia, y de reconstruir y cimentar el liberalismo alemán como ideología dominante del país.
Esto explica el apoyo de FDR al Plan Morgenthau, un plan para desmembrar Alemania después de la guerra, abolir Prusia, limpiar étnicamente de alemanes las tierras no alemanas y desindustrializar todos los estados alemanes. El artículo de Wikipedia sobre el Plan Morgenthau encubre a FDR, afirmando que lo aprobó y que más tarde se distanció, pero los escritos de Morgenthau cuentan una historia diferente:
Me reuní hoy a las 12:00 con Roosevelt, Churchill, Eden y el Subsecretario de Asuntos Exteriores... Entonces Churchill, dirigiéndose a Lord Cherwell y a mí, dijo: «¿Dónde están las actas sobre este asunto del Ruhr?» y según nuestro acuerdo dijimos que no las teníamos. La razón por la que no las teníamos era porque, cuando leí las actas que había escrito lord Cherwell, me pareció que presentaban unos argumentos demasiado débiles, y pensé que podríamos conseguir que Churchill fuera mucho más lejos... Cuando Churchill leyó nuestro brevísimo memorándum, dijo: «No, esto no es lo que quiero». Entonces empezó a hablar y a dictarnos, y yo le dije: «No sé cuáles son las reglas del juego, pero ¿hay alguna razón por la que no podamos tener un taquígrafo presente?»
...La importante contribución de Roosevelt, mientras Churchill dictaba, fue que cuando empezó a hablar de las industrias metalúrgica, química y eléctrica, Roosevelt le hizo insertar las importantísimas palabras «en Alemania». Lo que Roosevelt quería decir —porque surgió más tarde— era que no tenía en mente sólo el Ruhr y el Sarre, sino toda Alemania, y que el asunto del que estábamos hablando, es decir, la facilidad con la que las industrias metalúrgica, química y eléctrica de Alemania pueden convertirse de la paz a la guerra, no sólo se aplica al Ruhr y al Sarre, sino a toda Alemania, lo cual, por supuesto, es terriblemente importante.
FDR se distanció públicamente del plan en una fecha posterior, sobre todo después de que se conociera el número estimado de víctimas mortales de la aplicación del plan. Sin embargo, como murió antes del final de la guerra, nunca sabremos si era sincero o no. Sin duda, su filosofía personal induce a pensar lo segundo.
Las consecuencias de una educación equivocada
He escuchado muchos análisis sobre FDR, el New Deal y el progresismo por parte de muchos austro-liberales, pero no recuerdo haber visto un artículo que relacione el progresismo de FDR con su educación, y mucho menos con un destacado crítico de la Escuela Austriaca.
Aunque este artículo está repleto de detalles históricos, creo que la principal educación para nuestro tiempo es la importancia de la educación y los peligros de enseñar la ideología equivocada. La historia del mundo cambió irreparablemente para peor debido a las ideologías progresistas que se impartían a los estudiantes en Harvard, y la mayor parte de ello puede atribuirse a un profesor de economía e historia. Si alguien piensa que el progresismo en las escuelas es un asunto menor, que este episodio histórico le disuada.