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¿Las instituciones juegan un rol en la promoción del crecimiento económico? En resumen, sí.

Los economistas enseñan que las instituciones determinan el crecimiento económico a largo plazo—pero ¿son algunas instituciones más cruciales que otras? El legendario Douglas North (1989) popularizó la idea de que la Revolución Gloriosa en Inglaterra culminó con la imposición de restricciones institucionales a la monarquía. North argumentó que tal acuerdo permitió el crecimiento al restringir la autoridad de los actores políticos para extraer recursos.

Desde la publicación del texto seminal de North, muchos han aplicado sus argumentos al crecimiento histórico y contemporáneo. Sin embargo, las explicaciones institucionalistas del crecimiento económico sólo son parcialmente precisas. En su haber, en obras posteriores, Douglas North actualizó su teoría para dar cuenta de las distinciones entre los órdenes de acceso abierto en las esferas política y económica.

Sin embargo, los investigadores actuales dan poca importancia a estas sutilezas. Según North y sus coautores, los órdenes de acceso abierto suponen la eliminación de los privilegios que facilitan la acumulación de poder por parte de las facciones a costa de los ciudadanos. Es indiscutible que los órdenes de acceso abierto en el ámbito político que permiten la difusión sin trabas de las ideas son superiores a los sistemas autocráticos, aunque debemos apreciar que los regímenes autoritarios registran un crecimiento cuando el comercio no tiene trabas.

Un estudio de 2019 publicado en el Dartmouth Law Journal opina que el crecimiento económico se aceleró en la China autoritaria porque se redujeron las barreras al comercio. Al concluir, el informe enuncia un argumento convincente a favor de la primacía del acceso abierto en la esfera económica para promover el crecimiento:

Los factores que determinan el desarrollo económico y humano son el acceso abierto en la esfera económica y las instituciones interconectadas en los ámbitos de la protección de los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos, el mercado financiero, el imperio de la ley y la acumulación de recursos humanos. El caso de China demuestra de nuevo que la teoría de North y sus colegas hace demasiado hincapié en el papel del acceso abierto a las organizaciones políticas o la democracia competitiva en el desarrollo económico.

Por ejemplo, a pesar de restringir la oposición, tanto Singapur como China han registrado tasas de crecimiento estelares. Asimismo, el caso de India demuestra que el acceso abierto a las organizaciones económicas predice mejor el crecimiento económico que el acceso abierto a las organizaciones políticas. Guanghua Yu, en un fascinante artículo, sostiene que el crecimiento de India aumentó después de permitir el acceso abierto a las organizaciones económicas:

Debido a las restricciones al libre acceso a las actividades económicas... India no dedicó muchos esfuerzos ni recursos a la creación de instituciones relacionadas con la protección de los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos, el mercado financiero, el imperio e la ley y la educación durante los primeros 30 años tras la independencia. Sin embargo, en la década de 1980, India comenzó a liberalizar la economía. La correlación entre la creación de instituciones en estos ámbitos y la mejora del desarrollo económico y humano ha sido muy clara desde principios de los años 90.... India empezó a mejorar su desarrollo económico y humano después de 1990, cuando se produjo la apertura tanto en la esfera política como en la económica.

El acceso abierto en la esfera política también nutre la formación de capital humano al permitir la libertad económica. La libertad económica ofrece a los trabajadores la oportunidad de obtener recursos y adquirir mayores niveles de educación, lo que les dota de capital humano para inventar productos superiores que enriquecen la calidad de vida. Pensemos en una peluquera que se ve desanimada a la hora de perseguir su pasión debido a los costes impuestos por las normativas de licencias profesionales, mientras que en ausencia de estas leyes, podría haber alcanzado sus objetivos y, al hacerlo, haber reconocido que podría ofrecer un producto más competitivo mejorando sus habilidades. Aunque algunas personas sólo estén interesadas en explotar las oportunidades que ofrece la libertad económica, el capital humano sigue siendo promovido indirectamente porque tendrán los recursos para educar a sus hijos.

Además, la investigación empírica ilustra que la libertad económica hace atractivas las inversiones en capital humano, ya que las personas pueden conservar una parte considerable de sus ganancias. En el otro lado del espectro, los investigadores Eva Medina-Moral y Vicente J. Montes-Gan, en un artículo publicado en 2018 en el Journal of Applied Economics, afirman que la libertad económica es mejor para permitir el crecimiento que la gobernanza:

En particular, el análisis empírico reveló que la libertad económica era la más importante para promover el desarrollo. La gobernanza también se mostró influyente... sin embargo, la gobernanza no fue tan significativa como la libertad económica.... No tiene sentido intentar reforzar la gobernanza si un país no tiene como prioridad la apertura de su economía a los mercados internacionales y un fuerte compromiso para la protección de los derechos de propiedad.

Además de la debilidad empírica, otro problema es que las explicaciones institucionalistas carecen de comparaciones transculturales. En contra de las nociones de despotismo africano, los historiadores comentan que varios reinos del África precolonial estaban sujetos a controles y equilibrios. El oba de Benín, por ejemplo, a pesar de su influencia, respondía ante los jefes, que servían de contrapunto a su autoridad. Pero a pesar de la apariencia de un sistema de controles y equilibrios en la esfera económica, la monarquía de Benín era esencialmente un actor depredador —aunque nunca fue visto como tal por los binis de Benín, que veían al oba como la base de la paz y la estabilidad.

Sin embargo, las pruebas reunidas por el historiador Idahosa Osagie Ojo apuntan a una conclusión diferente:

El adagio de Benin, «Oba yan oto ya se vbo ebo», que se traduce como «el Oba es dueño de todas las tierras hasta las de los europeos», muestra fácilmente que las leyes conferían la propiedad de la tierra, dondequiera que se encuentre, al Oba en fideicomiso para el pueblo y él es el único que puede asignarla.... Como la agricultura era la principal ocupación del pueblo de Benin y requería tierras, el Oba era muy patrocinado y el pueblo, por lo tanto, tenía que hacer granjas muy grandes para el Oba anualmente. Esto contribuyó enormemente a reforzar el poder económico del Oba y del Estado.

El Oba también monopolizaba el comercio:

Según la ley, el Oba tenía el monopolio del comercio internacional. Elegía a ciertos consejeros y comerciantes que también estaban autorizados a acudir a los comerciantes europeos en el puerto de Ughoton. De hecho, era deber especial de los jefes ... supervisar el comercio y hacer negocios en nombre del Oba. Por ley, el hombre común sólo podía participar en el comercio, una vez terminada la transacción real y con el permiso especial del Oba.

Evidentemente, el establecimiento de controles y equilibrios para limitar la autoridad del oba en la esfera política era insuficiente para inducir el crecimiento económico cuando era imposible realizar actividades comerciales sin el permiso del oba. Las limitaciones del poder político tampoco fueron muy importantes en el Imperio de Oyo. El gobernante de Oyo, el alaafin, estaba aún más limitado que el oba de Benin.

En Oyo, el consejo de jefes conocido como el Oyo Mesi era tan poderoso que podía obligar al alaafin a suicidarse. La colosal influencia que ejercía el Oyo Mesi hizo que la monarquía fuera víctima de la captura de los interesados. A los jefes se les concedió tanto poder que podían paralizar la institución de la monarquía y apropiarse de los ingresos del Estado. E.C. Ejiogu relata un acontecimiento inquietante en el siglo XVIII, cuando los Oyo Mesi usurparon la autoridad monárquica:

En algún momento, hacia mediados del siglo XVII, se produjo una situación de poder en el Viejo Oyo en la que el Oyo Mesi invocó su autoridad constitucional para exigir y obtener la deposición de los sucesivos Aláàfines. Se llegó a un punto en 1754 en el que el Basorun1  se hizo efectivamente con el poder del Estado. A partir de entonces, convirtió a cada Aláàfin que subía al trono en un títere al que colocaba con una asignación simbólica diaria. Sustituyó a los ilari y ajele2  por sus hijos y parientes, y a través de ellos se apropió de los ingresos estatales de los vasallajes y las provincias.

Los ejemplos de Oyo y Benín demuestran que crear un acceso abierto en la esfera política sin cultivar un entorno abierto para el éxito comercial no da lugar a la prosperidad económica. Aunque en el clima político actual se venera la democracia, la evidencia es clara: la democracia sin libertad económica estanca el progreso.

  • 1El basorun era el jefe de los Oyo Mesi
  • 2Los ilari y los ajele eran funcionarios del Estado.
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Image Source: Getty
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