Mises Wire

Las amenazas de la IA provienen del Estado

Listen to this article • 10:17 min

Ha habido muchos comentarios en el último año sobre los peligros potenciales de la inteligencia artificial, de luminarias de la IA como Elon MuskYoshua Bengio, Geoffrey Hinton, Yann LeCun, Gary Marcus y otros. Pero puede que no sean las personas adecuadas a las que escuchar en este sentido, porque las amenazas de la IA son fundamentalmente políticas. La mayoría de los científicos y expertos técnicos, por muy inteligentes que sean, no tienen formación en política. Por lo general, no tienen mentalidad para pensar en política, con la excepción del impacto normativo en su sector. Nadie espera que un inventor comprenda las implicaciones políticas y sociales de su invento.

El punto ciego de las amenazas de la IA

Esto explica por qué estos expertos en IA suelen hacer comentarios bastante ingenuos y poco imaginativos sobre las amenazas de la IA; como «tenemos que instar a las empresas a que pongan pausa a la IA», «el gobierno definitivamente tiene que involucrarse», «los humanos pueden hacer daño a otros con la IA», no queremos que «la IA caiga en las manos equivocadas», porque «los malos actores» podrían usar la IA, etc. Además, a veces las amenazas potenciales de la IA parecen minimizarse y otras exagerarse. Lo que todas estas evaluaciones de la amenaza de la IA tienen en común es que nunca reconocen al «actor malo» con el peor historial de todos: el Estado.

Se trata claramente de un punto ciego. Para estos científicos de la IA, la distinción fundamental entre Estado y sociedad es inexistente; siempre es un «nosotros» colectivo el que tiene que gestionar las amenazas potenciales de la IA. Esta es precisamente la advertencia que Murray Rothbard expresó tan claramente en Anatomía del Estado (1974): «Con el auge de la democracia, se ha redoblado la identificación del Estado con la sociedad... El útil término colectivo «nosotros» ha permitido arrojar un camuflaje ideológico sobre la realidad de la vida política».

Aunque es difícil distinguir el Estado de la sociedad en esta época de intervencionismo estatista y capitalismo de amiguetes, es esencial hacerlo. El Estado, según la definición weberiana estándar, es «una comunidad humana que (con éxito) reclama el monopolio del uso legítimo de la fuerza física dentro de un territorio determinado». Así pues, el Estado es, por su propia naturaleza, radicalmente diferente del resto de la sociedad. Como advirtió Ludwig von Mises en Libertad y propiedad: «El gobierno es esencialmente la negación de la libertad». En otras palabras, la libertad se resiente cuando aumenta la coerción estatal. Aunque el poder amiguista de las empresas puede influir en el gobierno para obtener un trato preferente cuando se puede torcer el imperio de la ley (como si a menudo se pudiera), está claro quién lleva las riendas. Es necesario abandonar el mito del «Estado benevolente».

Visto así, para toda nueva tecnología es necesario preguntarse hasta qué punto el Estado controla esta tecnología y su desarrollo. En este sentido, el historial de la IA es pobre, ya que la mayoría de los principales actores de la IA (como GoogleMicrosoftOpenAIMetaAnthropic, etc.), sus fundadores y sus tecnologías básicas han recibido desde sus inicios un importante apoyo en forma de financiación, becas de investigación e infraestructuras del gobierno de EEUU. DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency) y la NSF (National Science Foundation) financiaron las primeras investigaciones que hicieron viables las redes neuronales (es decir, la tecnología central de todos los grandes laboratorios de IA actuales).

Esta evolución no es en absoluto sorprendente, ya que el Estado trata naturalmente de utilizar todos los medios posibles para mantener y ampliar su poder. Rothbard de nuevo: «Lo que el Estado teme por encima de todo, por supuesto, es cualquier amenaza fundamental a su propio poder y a su propia existencia». Así pues, las amenazas de la IA deben considerarse desde dos puntos de vista. Por un lado, el Estado puede utilizar activamente la IA para aumentar su poder y su control sobre la sociedad (como se ha indicado anteriormente), pero por otro lado, la IA también podría representar un reto para el Estado, al empoderar a la sociedad tanto económica como políticamente.

¿Inclinará la IA el equilibrio de poder?

La amenaza de la IA debe evaluarse, por tanto, en términos del impacto potencial que puede tener en el incierto equilibrio de poder entre el Estado y la sociedad, o para expresarlo de forma más sociológica, entre la minoría gobernante y la mayoría gobernada. Esta relación depende de quién se beneficia más de los nuevos instrumentos de poder, como la imprenta, la banca moderna, la televisión, Internet, los medios sociales y la inteligencia artificial. En algunos casos, el Estado utilizó estas herramientas para aumentar su control, pero algunas de ellas pueden empoderar a la sociedad. Por ejemplo, la televisión era un medio que posiblemente reforzaba la posición de la minoría gobernante, mientras que los medios sociales están aumentando actualmente la influencia política de la mayoría a expensas de la minoría gobernante. Por lo tanto, la misma pregunta se refiere a la IA: ¿potenciará la IA al Estado a expensas de la sociedad, o viceversa?

Como se ha visto anteriormente, el Estado se involucró en la IA hace mucho tiempo, ya en la fase teórica e incipiente. En la actualidad, Palantir, del falso libertario Peter Thiel, está proporcionando software de análisis de IA a las agencias gubernamentales los EEUU para mejorar su poder de vigilancia y control de la población mediante la creación de una base de datos nacional centralizada de ciudadanos (incluida la pesadillesca posibilidad de «policía predictiva»). Anthropic también se está asociando con Palantir y Amazon Web Services para proporcionar a las agencias de inteligencia y defensa de EEUU acceso a sus modelos de IA. Y Meta pondrá sus modelos de IA generativa a disposición del gobierno de EEUU. Es cierto que tales iniciativas podrían, en teoría, hacer más eficiente la burocracia estatal, pero esto sólo podría aumentar la amenaza a la libertad individual. Preocupantemente, este desarrollo se considera «normal» y no levanta ninguna ceja entre los periodistas y expertos de la industria de la IA.

Desde el punto de vista de la sociedad, la IA acabará provocando cambios radicales en las empresas y aumentos de productividad, mucho más allá de la revolución de la información de Internet. Las consecuencias políticas podrían ser importantes, ya que la IA puede dotar a cada individuo de un asistente personal de investigación y facilitar el acceso al conocimiento incluso en campos con guardianes. La IA puede encargarse de tareas rutinarias, liberando tiempo para tareas de mayor valor, incluido el compromiso político. Por ejemplo, la IA puede facilitar la comprensión y comprobación de la actividad gubernamental, resumiendo la legislación en un lenguaje sencillo, analizando los presupuestos y los datos de gasto, verificando los hechos en tiempo real, reduciendo así la brecha de conocimiento entre los gobiernos y los ciudadanos de a pie.

Por supuesto, este mayor empoderamiento político de la sociedad podría verse obstaculizado si se condiciona el acceso a la IA. Si el Estado mantiene la sartén por el mango en materia de IA, podría debilitar a los disidentes y desacreditar a los periodistas independientes que utilizan la IA mediante la vigilancia, la manipulación o algo peor, en particular allí donde el Estado sólo se siente poco vinculado por sus limitaciones constitucionales. Lamentablemente, éste es el caso no sólo de los EEUU, sino también de la mayoría de los Estados y organizaciones supranacionales.

El futuro de la inteligencia artificial —como la inteligencia artificial avanzadala inteligencia artificial agénticala inteligencia artificial física— sólo va a hacer que este debate sobre las amenazas de la inteligencia artificial sea más importante. Estas evoluciones aumentarán la posibilidad de violaciones de derechos por parte del Estado, pero también aumentarán las oportunidades y las posibles contramedidas a nivel individual y comunitario. Mucho podría depender de si las numerosas funciones de la IA del futuro serán en su mayoría abiertas, descentralizadas y encriptadas. Este futuro es aún incierto, pero podría decirse que el marco político presentado aquí sigue siendo válido.

Lo que está en juego en la IA es mucho más importante de lo que parecen reconocer los científicos de datos que la desarrollan. Las amenazas de la IA son coherentes con las amenazas que representan todas las nuevas tecnologías si son utilizadas nefastamente por el Estado. Por lo tanto, es esencial que el público no sólo aprenda sobre la IA y acepte su potencial, sino que también la vea en el contexto más amplio de la lucha política por la libertad.

image/svg+xml
Image Source: Adobe Stock
Note: The views expressed on Mises.org are not necessarily those of the Mises Institute.
What is the Mises Institute?

The Mises Institute is a non-profit organization that exists to promote teaching and research in the Austrian School of economics, individual freedom, honest history, and international peace, in the tradition of Ludwig von Mises and Murray N. Rothbard. 

Non-political, non-partisan, and non-PC, we advocate a radical shift in the intellectual climate, away from statism and toward a private property order. We believe that our foundational ideas are of permanent value, and oppose all efforts at compromise, sellout, and amalgamation of these ideas with fashionable political, cultural, and social doctrines inimical to their spirit.

Become a Member
Mises Institute