Ludwig von Mises escribió una vez: «El florecimiento de la sociedad humana depende de dos factores: el poder intelectual de hombres extraordinarios para idear teorías sociales y económicas sensatas y la capacidad de estos u otros hombres de hacer estas ideologías comprensibles para la mayoría».
Hans Sennholz, profesor emérito en el Grove City College, es uno de un puñado de hombres en la historia intelectual que fueron capaces de realizar ambas funciones con notable éxito. J. B. Say, Frederic Bastiat, Carl Menger, Eugen von Böhm-Bawerk, Edwin Cannan, el primer Lionel Robbins, Henry Hazlitt, William Hutt, Murray Rothbard y el propio Mises; todos ellos fueron hombres bendecidos con esa extraordinaria rara combinación de capacidades necesarias para concebir una nueva verdad económica y propagarla eficazmente entre el público en general.
No solo publicaron escritos académicos, monografías especializadas y tratados de investigación en los que avanzaban y refinaban la teoría económica, también escribieron prolíficamente para la prensa popular y de negocios, proponiendo incansablemente principios económicos sensatos y sus aplicaciones a los temas candentes del momento. Aún más impresionante es que estos hombres escribían tan brillantemente que incluso sus obras más especializadas podrían leerse con provecho por parte de un hombre con formación media. Sin duda, Sennholz pertenece a esta augusta compañía de economistas.
Por desgracia, Sennholz no ha recibido siempre el debido reconocimiento, incluso entre compañeros economistas austriacos, como teórico económico de primera fila, especialmente en el área del dinero y la banca. Parte de la culpa de este olvido reside en el propio Sennholz. Escribe tan claramente sobre un rango tan amplio de asuntos que está en peligro de sufrir el mismo destino que Say y Bastiat. Como apuntaba Joseph Schumpeter, estos dos brillantes economistas franceses del siglo XIX, escribían con tanta claridad y estilo que su obra ha sido mal juzgada por sus inferiores británicos como «poco compleja» o «superficial».
Por suerte, su reputación como teóricos económicos profundos e intuitivos y precursores de la economía austriaca se ha restaurado finalmente por parte de investigadores austriacos contemporáneos.
Me gustaría destacar las contribuciones de Sennholz al renacimiento del interés en la teoría austriaca monetaria y del ciclo económico y la continua importancia actual de sus obras. Junto con Mises y Rothbard, Sennholz fue uno de un puñado de economistas académicos en resistir contra las olas de la marea de posguerra del la macroeconomía keynesiana y el monetarismo friedmanita que inundaron la universidad estadounidense en las décadas de los cincuenta y sesenta y amenazaron con ahogar completamente la economía monetaria sensata.
A finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, aparecieron una serie de obras hoy clásicas de Sennholz como una isla de refugio y esperanza para un joven graduado en economía como yo, que estaba zozobrando desesperado en un mar de modelos macroeconómicos no realistas y contradictorios. Estos símbolos arcanos y ecuaciones sin sentido llevaban todos a la misma conclusión política: que la única forma de estabilizar la economía era con un banco central monopolista que creara montones y montones de papel moneda fiduciario.
Sennholz rebatió esos modelos mecánicos y sus falaces prescripciones políticas en cuatro publicaciones que influyeron profundamente en mi temprana evolución como economista monetario. Fueron dos manuales (The Truth about the Great Depression e Inflation or Gold Standard?, publicados en 1969 y 1973 respectivamente) y dos artículos (»Chicago Monetary Tradition in the Light of Austrian Theory», publicado en 1971 y «No Shortage of Gold», publicado en 1975).
Juntas, estas obras proporcionaban una exposición clara y sistemática de una teoría monetaria sensata y su aplicación a los asuntos políticos contemporáneos. Más tarde, el 1979, Sennholz publicaba un valioso tratamiento en forma de libro de estos asuntos titulado Age of Inflation. Continuó estas obras en 1985 con Money and Freedom, un libro sobre política monetaria que contenía críticas devastadoras de las políticas monetarias defendidas por la escuela macroeconómicas de pensamiento de «libre mercado» entonces de moda, como la del lado de la oferta y los monetaristas. El libro también proponía un programa original para volver a una moneda fuerte.
En todas estas obras, Sennholz mostraba una amplitud de conocimiento histórico, institucional y doctrinal que caracterizaba un generación anterior de economistas monetarios y no tiene parangón entre los modeladores macroeconómicos modernos hiperespecializados.
Todas las obras antes mencionadas de Sennholz merecen hoy un estudio cuidadoso, no solo por neófitos en economía austriaca, sino por economistas austriacos expertos que aspiren a avanzar las fronteras de la teoría monetaria, porque Sennholz ha estado trabajando en estas fronteras durante casi medio siglo.
Y me encanta informar de que, en los albores del nuevo milenio, Sennholz no ha acabado de enseñarnos a los economistas austriacos más jóvenes. Su reciente serie de ensayos que se ha publicado en Mises.org entre 2000 y 2002 contiene la explicación más perspicaz y convincente que yo haya leído de la secuencia de acontecimientos que constituyen el ciclo de auge y declive que ha arruinado la economía de EEUU desde mediados de la década de los noventa.
Para que no se piense que estas últimas palabras son palabrería en esta ocasión festiva, debería advertir que recientemente pedí permiso a Sennholz para utilizar alguno de sus ensayos en una recopilación de trabajos que estoy editando para el Instituto Mises sobre la perspectiva austriaca del reciente ciclo económico. Me concedió gentilmente su permiso. Por eso y por sus extraordinarias contribuciones a la economía austriaca, le doy las gracias sinceramente.