La «justicia social» no es ni social ni justa
El gran Thomas Sowell se enfrenta a la industria de la justicia social. Como siempre, sus argumentos son excelentes, aunque, como señala David Gordon, la lógica aconseja ir aún más lejos.
El gran Thomas Sowell se enfrenta a la industria de la justicia social. Como siempre, sus argumentos son excelentes, aunque, como señala David Gordon, la lógica aconseja ir aún más lejos.
Aunque la perspectiva de que Javier Milei sea elegido presidente de Argentina es atractiva, su plan para «dolarizar» la economía argentina estará muy por debajo de las esperanzas y expectativas.
El alarmismo climático domina el ciclo de noticias, pero quizá la gente esté más alarmada por los enormes déficits presupuestarios federales y el gasto desbocado en prestaciones sociales.
¿Existe una salida a las aparentemente intratables demandas de que se permita a los atletas trans que están «en transición» de hombre a mujer competir con atletas femeninas? Puede haber una solución de libre mercado.
Es la primera vez en la historia de la humanidad que la transición energética la deciden los políticos sin permitir que la tecnología, la competencia o el ingenio humano den con una alternativa mejor, más flexible y más económica.
Los trabajadores automotrices están enfadados por su situación laboral y están en huelga para reclamar salarios más altos y una semana laboral más corta. Su enfado está mal dirigido.
Haití se independizó famosamente de Francia durante una revuelta de esclavos, pero la independencia no ha traído estabilidad política ni prosperidad. En su lugar, los haitianos luchan por salir adelante en el país más pobre del hemisferio occidental.
La huelga de la UAW contra los fabricantes de automóviles de EEUU perjudicará a largo plazo a la industria automovilística nacional. Por desgracia, los sindicatos y sus defensores no aprenderán nada de esta debacle.
A medida que la deuda nacional se dispara y el gobierno federal aumenta el endeudamiento y el gasto, los costes de los préstamos también aumentan. Los americanos de a pie sufrirán los efectos a su debido tiempo.
Gracias al intervencionismo gubernamental y a la regulación, la otrora prometedora economía gig se está hundiendo. Es hora de dejar que los empresarios sean empresarios.