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La idea más importante del movimiento de la Fed para aumentar su objetivo de inflación es esta: a los bancos centrales no les gusta mucho seguir «reglas». Ellos hacen las reglas.

Los defensores de los saqueos afirman que los saqueos no perjudican a nadie, salvo a las corporaciones malvadas. En realidad, el saqueo es un desastre para muchas familias, dueños de negocios y los propios vecindarios.

Los seres humanos toman decisiones basadas en sus propios objetivos y valores personales. No hay manera de recrear estas condiciones en un experimento de laboratorio.

Aunque los gobiernos siguen insistiendo en que «es por los niños», nunca debemos volver a la edad oscura de la privacidad antes de la encriptación fácil de usar. Tampoco deberíamos permitir una «puerta trasera» para que los gobiernos accedan a nuestros datos.

La suposición fundamental detrás de la narrativa a favor del control de armas es que sólo las agencias gubernamentales de aplicación de la ley deben tener armas, y debemos confiar en la policía para mantenernos «seguros». Esa narrativa está fallando.

La mejor manera de pensar en la tradición es verla como acumulación de capital. El conocimiento se acumula a través de incontables siglos de prueba y error. El Estado busca destruir la conciencia histórica y las viejas formas de vida para asegurarse el poder.

Las compañías zombis engendradas por los tipos de interés ultra bajos no son simplemente ineficientes. Realmente nos hacen más pobres.

En el siglo XIX, innumerables ciudades y pueblos de América autorizaron milicias privadas locales, autofinanciadas y autogobernadas que se convirtieron en una parte cotidiana del tejido social.

Un tema recurrente entre los izquierdistas en un mundo de escasez de viviendas: ¿Por qué se debe permitir a los arrendadores obtener beneficios? Resulta que hay muchas buenas razones.

Los que abogan por un «dólar débil» para fomentar el comercio con las empresas estadounidenses muestran la poca confianza que hay en la industria estadounidense. Mientras tanto, el abaratamiento del dólar castiga a los ahorradores y a los trabajadores comunes.