Imagínese un sistema social en el que los que contribuyen a la asistencia social de los demás son recompensados por ello, y los que más contribuyen tienen acceso a más recursos, para que puedan servirnos mejor. Un sistema de este tipo generaría cada vez más asistencia social, y para más personas.
Imaginemos entonces un sistema alternativo bajo el cual instituyamos una fuerza central en la sociedad con el objeto de asegurar que los recursos estén siempre distribuidos equitativamente, independientemente de cómo se utilicen y de si contribuyen a la asistencia social.
Estos son los dos sistemas «ideales» pero contradictorios, el eterno conflicto entre los medios económicos y políticos, que han generado nuestra situación actual: un sistema mixto de meritocracia social y fuerza absoluta.
Hoy en día, las recompensas por servir a los demás son limitadas, a menudo combinadas con una penalización por obtener acceso a los recursos, y un sistema paralelo impuesto en este orden, en el que aquellos con influencia pero sin la intención o el historial de servir a los demás pueden obtener y retener el acceso a los recursos.
Este acceso es proporcionado por la fuerza central instituida para tomar los recursos utilizados para servirnos de aquellos que lo hacen mejor – para dar a aquellos que tienen poco o poco historial en este servicio. El resultado es insatisfactorio para los defensores de ambos sistemas «ideales», ya que ambos afirman que la influencia del otro sistema corrompe el funcionamiento y los resultados de nuestro orden social actual. Y ambos tienen razón: la asistencia social general se ve obstaculizada por las distorsiones de la redistribución y la regulación; la igualdad se ve obstaculizada tanto por la limitada meritocracia como por los incentivos distorsionados debidos a la disponibilidad de un acceso a los recursos no basado en el asistencia social.
La solución a los problemas de nuestra situación actual es pasar a uno de los sistemas ideales: los mercados o el Estado.
La elección depende de lo que preferimos: asistencia social general o igualdad.
Cualquiera de los dos ofrece una capacidad limitada para satisfacer también el otro ideal, por lo que estos ideales están en eterno conflicto.
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