Se dice que negociar acuerdos es la especialidad del presidente Trump, pero tras cinco rondas de conversaciones indirectas con Irán —la más reciente hace solo unos días— parece que estamos tan lejos de alcanzar un acuerdo como siempre.
Si bien nadie está acusando a los productores de huevos de colusión o fijación de precios, desde un punto de vista económico, ciertamente podría estar ocurriendo ya sea de forma intencional o incidental.
El banco central de Argentina (BCRA) solía vender valores a los bancos comerciales para retirar dinero de la circulación. Irónicamente, lo que se ideó para restringir la oferta monetaria terminó convirtiéndose en una de las principales fuentes de su aumento.
Mark Thornton analiza las implicaciones económicas de la relación históricamente alta entre el oro y la plata, sugiriendo que podría ser una señal de una recesión inminente.
La protección gubernamental y el seguro de depósitos ralentizan lo inevitable —hasta que no lo hacen.
En un sistema monetario sólido y un mercado libre, los precios globales bajarían en general a medida que la economía creciera más deprisa que la oferta monetaria, lo que permitiría a la gente comprar más con su dinero.
Los editores del Wall Street Journal han cometido un monumental error de juicio. En un artículo reciente, anunciaron que la administración Trump ha perdido su guerra comercial contra Adam Smith, pero debe haber libre comercio de bienes de capital, no solo de bienes de consumo.
La quiebra a corto plazo es dolorosa. A largo plazo, limpia décadas de malas decisiones del gobierno federal.
Centralizar la gestión de la electricidad es probablemente un error. Nos hace colectivamente vulnerables a un solo fallo o ataque y además ineficientes.
En última instancia, la limitación de las tasas de interés costaría a los americanos el acceso a una fuente de crédito cómoda y fiable. En lugar de ahorrarles dinero, un tope de tasa empujaría a los consumidores hacia peores opciones de crédito.
