Vuelve el genocidio: la brutalidad israelí respaldada por Trump
Si en Occidente somos el pueblo más propagandizado del mundo; los gazatíes son los menos propagandizados.
Si en Occidente somos el pueblo más propagandizado del mundo; los gazatíes son los menos propagandizados.
En un mundo libertario, las calles y autopistas ya no serían propiedad del Estado, sino que estarían gestionadas por entidades privadas, como empresas y cooperativas. ¿Cómo podría funcionar esto?
En cualquier sociedad hay ganadores. Pero, ¿cómo ganan? Los empresarios exitosos innovan, asumen riesgos y satisfacen las necesidades de los consumidores en un mercado competitivo.
Grover Cleveland ha sido llamado «el último buen demócrata», «el último jeffersoniano» y «el último buen presidente desde una perspectiva liberal clásica».
La gente normal sufre por el alto precio de la electricidad y los apagones, mientras que los gobiernos europeos apuestan por energías «verdes» poco fiables.
La noticia de esta semana de que Elon Musk abandonará pronto su «Departamento de Eficiencia Gubernamental» (DOGE) es un sombrío recordatorio de lo que sucede cuando se desafía el gran gasto de Washington DC.
Vuelven a las andadas, pero esta vez para decirle al pueblo que «se aguante» en lo que respecta a los impuestos de importación (es decir, «aranceles») que los americanos tendrán que pagar por los alimentos procedentes de fuera de los Estados Unidos.
La ayuda exterior directa no ha logrado aliviar la pobreza mundial. Las naciones con derechos de propiedad seguros y las instituciones que los fomentan han prosperado.
El precio del oro rozó los 3500 dólares la semana pasada antes de retroceder. El difunto Burt Blumert me dijo una vez: «En tiempos difíciles, la fortuna cambia de manos». Para algunos, ese momento ha llegado.
Las lucros no son inmorales —son necesarias. Al igual que los organismos necesitan un excedente neto de energía para vivir, las sociedades necesitan ganancias para sostenerse.