El presidente Trump ha sugerido recientemente que, a menos que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, reduzca las tasas de interés, el presidente podría volver a sus días de The Apprentice y decirle a Powell: «estás despedido».
El presidente Trump dio marcha atrás sobre el despido de Powell después de que los comentarios del presidente provocaran la caída de los mercados bursátiles. Sin embargo, es casi seguro que el presidente Trump no volverá a nombrar a Powell cuando el mandato de Powell termine en mayo.
Los informes de los medios indican que los principales candidatos para reemplazar a Powell incluyen al secretario del Tesoro, Scott Bessent, al exgobernador de la Junta de la Reserva Federal, Kevin Warsh, y al director del Consejo Económico Nacional, Kevin Hassett.
Una pregunta más interesante que la de quién sustituirá a Powell es por qué alguien querría hacerlo, ya que el próximo presidente de la Fed se enfrentará probablemente a otro colapso provocado por la Fed.
La deuda nacional supera los 37 billones de dólares y sigue aumentando. Sin embargo, pocos en el Congreso se toman en serio el recorte del gasto federal. Esto presiona a la Reserva Federal a mantener las tasas de interés bajos para limitar el coste de los continuos pagos de intereses de la deuda. Así, la Fed sigue monetizando la deuda, inyectando más dinero en la economía, debilitando el poder adquisitivo del dólar y erosionando el nivel de vida de los americanos. La política de bajas tasas de interés de la Reserva Federal también distorsiona el mercado, provocando el ciclo de burbujas, auges-caídas que ha plagado la economía americana desde que se rompió el último vínculo entre el dólar y el oro en 1971.
El trabajo de la Fed también se ve dificultado por una menor demanda de valores del Tesoro entre los inversores, lo que hace que la Fed aumente sus compras. Esto inyecta más dinero en la economía, erosionando aún más el valor del dólar.
La preocupación por el efecto de la deuda nacional en la política monetaria es un factor clave detrás del reciente aumento de los precios del oro y del interés por las criptodivisas. El peligro que plantea la deuda nacional es una de las razones por las que los países extranjeros están aumentando sus tenencias de oro y considerando desafiar el estatus de moneda de reserva mundial del dólar de los EEUU.
Quien suceda a Jerome Powell como presidente de la Fed se enfrentará a una elección sin salida. Podría tratar de mantener las tasas de interés bajas para garantizar que los pagos de intereses del gobierno federal sigan siendo manejables, a costa de hacer más probable que la economía de los EEUU se enfrente a otro colapso provocado por la Reserva Federal. En cambio, podría tratar de aumentar los tipos para limitar el aumento de los precios, elevando así el coste de la gestión de la deuda del gobierno (y del sector privado) a niveles insostenibles, lanzando a la economía a una grave recesión.
Los miembros del Congreso y el presidente Trump están atacando al presidente Powell por gastar más de dos mil millones de dólares en renovaciones de la sede de la Reserva Federal. Se trata de un despilfarro del dinero de los contribuyentes, pero palidece en comparación con el daño sufrido por el pueblo americano a causa de las políticas inflacionistas de la Reserva Federal.
El secretario del Tesoro Bessent ha sugerido ampliar la investigación más allá de los costos de renovación de la sede de la Fed para examinar «toda la institución de la Reserva Federal» para determinar si la Fed ha «tenido éxito en su misión». Esto sugiere que el secretario Bessent apoyaría la aprobación de la legislación Audit the Fed, que es un paso hacia el retorno a una política monetaria constitucional y sólida. Sin embargo, cualquiera que entienda la economía austriaca sabe que un sistema de dinero fiat gestionado por un banco central hermético nunca logrará crear una prosperidad duradera y acabará por hundir la economía.
Ninguna persona o personas pueden conocer las tasas de interés «correctas», y los intentos de la Reserva Federal de controlar los tipos de interés son destructivos como cualquier otra planificación central. La respuesta correcta a quién debería ser presidente de la Fed es... nadie