Se dice que hacer tratos es la especialidad del presidente Trump, pero tras cinco rondas de conversaciones indirectas con Irán —la última hace apenas unos días— parece que estamos más lejos que nunca de un acuerdo. La quinta ronda terminó el viernes pasado sin ningún avance, pero al menos sin ninguna ruptura. Sin embargo, cada día que pasa sin que se firme un documento sobre la mesa es un día más para que los neoconservadores maniobren al presidente de los EEUU hacia un ataque a Irán.
Una forma que tiene el partido de la guerra de hacer esto es mover continuamente los postes de la portería y cambiar las reglas del juego. El enviado de Trump, Steve Witkoff, bajo gran presión de los neoconservadores, ha señalado por sí mismo al menos tres cambios de posición: de ningún enriquecimiento en absoluto, a enriquecimiento de bajo nivel para usos civiles, de nuevo a ningún enriquecimiento en absoluto.
Los neoconservadores saben que Irán no renunciará a su derecho al uso civil de la energía nuclear y por eso están ejerciendo la máxima presión para obligar a Trump a adoptar oficialmente esa posición. Saben que si esa se convierte en la «línea roja» de los EEUU, entonces ganarán y obtendrán su guerra.
El primer ministro israelí Netanyahu, aliado con los neoconservadores de EEUU, lleva 20 años advirtiéndonos de que Irán está «a meses» de conseguir un arma nuclear, a pesar de que nuestra propia comunidad de inteligencia reafirmó recientemente que Irán no está trabajando en absoluto en un arma nuclear.
Por supuesto, se trata del mismo Netanyahu que prometió al Congreso en 2002 que si los EEUU invadía Irak, la paz y la prosperidad estallarían en Oriente Próximo. «Si eliminan a Sadam, al régimen de Sadam», dijo al Congreso en marzo de ese año, «les garantizo que tendrá enormes repercusiones positivas en la región».
Ya sabemos cómo resultó.
Encuesta tras encuesta muestra que el pueblo americano está cansado de la intervención y cansado de las guerras en Oriente Medio. El propio presidente Trump lo reconoció en su mordaz reprimenda a los neoconservadores e intervencionistas durante un reciente discurso en Arabia Saudí.
Pero la reprimenda en un discurso no es suficiente. El presidente Trump debe alejarse activamente de los neoconservadores —muchos de los cuales son prominentes en su propia administración.
La reciente debacle de los EEUU en Yemen —donde se despilfarraron miles de millones, murieron civiles y se destruyó equipo militar de EEUU —es solo una muestra de lo que le espera a los EEUU si los neoconservadores se salen con la suya y nos llevan a la guerra con Irán.
El ministro de Asuntos Exteriores iraní explicó de la forma más sencilla cómo podría resolverse el punto muerto, publicando en X que «Cero armas nucleares = tenemos un acuerdo; Cero enriquecimiento = NO tenemos un acuerdo.
Mi propia preferencia es la no intervención y no creo que Irán tenga el deseo o la capacidad de dañar militarmente a los Estados Unidos. Comparto la opinión del presidente Trump de que sería mucho mejor restablecer las relaciones con Irán y comenzar un comercio mutuamente beneficioso con el país. Pero si un acuerdo nuclear mutuamente aceptable es la mejor manera de eliminar la guerra neoconservadora con Irán, entonces vale la pena apoyar un acuerdo.
El presidente Trump debería dejar clara su posición a sus negociadores: no más vacilaciones ni contradicciones, consigue que se firme este acuerdo y pon uno en la columna de «victorias».