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Mandela y la economía del apartheid

Nelson Mandela, el rostro público del movimiento anti-apartheid y el primer presidente de Sudáfrica de la era post-apartheid, ha muerto. Mucho se escribirá sobre Mandela en los días venideros, pero muy poco de ello será directamente sobre el sistema de apartheid, en particular los aspectos económicos. El apartheid es mal interpretado generalmente como un sistema basado puramente en prejuicios raciales, mientras que en realidad era una muy compleja mezcla de controles económicos (en principio, restricciones a la propiedad de capital y al desplazamiento de trabajadores) y separatismo racial –que Tom Hazlett denomina «socialismo con rostro racista». El soporte político del apartheid vino principalmente de la clase trabajadora de los afrikáners (blancos) y sus sindicatos laborales deseosos de impedir la competencia de trabajadores negros no cualificados. Como Hazlett indica: «El punto de vista convencional es que el apartheid fue ideado por blancos influyentes para suprimir a los negros pobres. De hecho, el sistema surge de la lucha de clases y fue en buena medida el resultado del enfrentamiento de los trabajadores blancos simultáneamente contra la mayoría negra y los capitalistas blancos».

El tratamiento clásico del apartheid como sistema económico está en la obra de W.H. Hutt “Economics of the Color Bar”, publicado por primera vez en 1964. Hutt abogó por el libre mercado del capital y laboral y límites estrictos en la intervención del gobierno en asuntos económicos. (Hutt, un estudiante de Edwin Cannan en la LSE, fue un distinguido economista laboral y monetarista y un reconocido oponente de Keynes; ver essay on Hutt de Peter Lewin para más información). El libro de Leon Louw y Frances Kendall de 1986 South Africa: The Solution (reimpreso en 1987 como After Apartheid) ofrece un concienzudo análisis del sistema económico de Sudáfrica, proponiendo una alternativa altamente descentralizada siguiendo el modelo de los cantones suizos (ver la reseña de Bettina Bien Greaves aquí.)

Desafortunadamente, los líderes del movimiento anti-apartheid. incluido Mandela, veían el Apartheid como un sistema «capitalista», volviéndose hacia el Marxismo-Leninismo como única alternativa económica (y política) viable. Cuando el Congreso Nacional Africano llegó al poder en 1994, desmantelaron el sistema de segregación racial del Apartheid, abriéndose oportunidades para poseer tierras y acceso al mercado laboral para todos los sudafricanos, pero continuaron abrazando los principios económicos socialistas que subyacen en el modelo del Apartheid. Como señala Murray Rothbard, la libertad económica es el mejor camino hacia la reconciliación racial: «El libre mercado capitalista es un maravilloso antídoto para el racismo. En un mercado libre, los empleadores que se rehúsan a contratar trabajadores negros productivos están perjudicando sus propios beneficios y la posición competitiva de su empresa. Solo cuando el Estado interviene puede el gobierno socializar los costos del racismo y establecer un sistema de apartheid».

Las buenas noticias son que hay varios grupos libertarios en Sudáfrica trabajando para asegurar los derechos de propiedad, libertad y paz, incluyendo el Mises Institute South AfricaSolidarityAfrisake, y la Free Market Foundation.  He tenido el placer de visitar a estos grupos y sus seguidores el pasado mes durante mi visita a Johannesburgo y Pretoria. A la derecha está una foto de mi con el equipo del Mises Institute South Africa. Debajo está una foto que tomé en la casa de Mandela en Soweto, ahora un museo dedicado a la memoria de la vida de Mandela y del movimiento anti-Apartheid.

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