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Apostando por todo

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En algún momento de 2026, un proyecto de la NASA llamado Artemis II enviará a cuatro astronautas a la Luna y los traerá de vuelta. A diferencia de las misiones Apolo del siglo pasado, la tripulación de Artemis será diversa en cuanto a género y raza. En la mitología griega, Apolo tenía una hermana gemela, que era «la diosa de los bosques, las colinas, los animales salvajes, el parto, la virginidad y la Luna». Por si pensabas que los gobiernos carecían de ingenio, el hecho de llamar «Artemis» a la secuela de Apolo echa por tierra ese mito.

Las misiones Apolo originales eran sospechosas en algunos círculos debido a los supuestos obstáculos insuperables de una misión tripulada a la Luna, pero las refutacionesson coherentes con la ciencia. Uno de los problemas era conseguir que los astronautas atravesaran el cinturón de Van Allen sin que murieran por la intensa radiación, un argumento que se descartó limpiamente con una sola palabra, firewalking.

El programa Apolo tuvo sus orígenes en el lanzamiento soviético del Sputnik en octubre, «el primer satélite artificial del mundo y el primer objeto fabricado por el hombre en colocarse en la órbita terrestre». El temor a un ataque nuclear con misiles balísticos intercontinentales soviéticos asustó a las autoridades americanas, que también sintieron una profunda humillación por haber sido derrotadas por los comunistas. Un año más tarde, el presidente Eisenhower firmó la creación de la NASA y comenzó la carrera espacial.

Entre 1961 y 1964, el presupuesto de la NASA se incrementó casi un 500 %, y el programa de alunizaje acabó involucrando a unos 34 000 empleados de la NASA y 375 000 empleados de contratistas industriales y universitarios.

Los soviéticos realizaron cuatro intentos fallidos de llevar astronautas a la Luna entre 1969 y 1972, y con el éxito del Apolo 11 el 16 de julio de 1969 y los posteriores alunizajes, los EEUU pudo proclamar su «victoria» en la carrera espacial.

Una de las razones que se dieron para la carrera fue demostrar la superioridad del capitalismo sobre el comunismo. Pero el capitalismo no tuvo presencia en el Apolo. El gobierno federal gravó a los participantes del libre mercado para pagar las «banderas y huellas» de las misiones lunares. La NASA y otros defensores del Apolo argumentan que el impacto del programa «en nuestra vida cotidiana es casi incalculable. (...) En 1975, solo tres años después de la última misión Apolo, el retorno de la inversión del programa se estimó en 15 a 1. A día de hoy [2019] es descomunal».

Al buscar beneficios, debemos recordar que el Apolo no fue una iniciativa de mercado, sino un programa gubernamental. No tuvo un retorno de la inversión porque no había inversores, solo contribuyentes. Los avances en informática, comunicaciones y otros productos tecnológicos ya estaban en marcha, e incluso si el Apolo aceleró el desarrollo, los beneficios no se distribuyeron de manera proporcional. Y, como todos los programas gubernamentales, la financiación con impuestos deja un residuo de oportunidades perdidas desconocidas para los contribuyentes individuales.

La gente se ha quejado de que, en lugar de gastar el dinero en cohetes espaciales, el gobierno debería haberlo gastado en programas sociales. ¿Qué tal si dejamos el dinero a quienes lo ganaron y les dejamos decidir qué hacer con él?

Según la NASA, la «campaña» Artemis es más inclusiva que el Apolo, ya que cuenta con «hombres y mujeres de toda América y de todo el mundo [para] construir los sistemas que darán soporte a las misiones a la Luna, Marte y más allá». Y, a diferencia del Apolo, su hermana gemela tratará de establecer una residencia permanente en la Luna.

Mientras que los exploradores que siguieron a Colón llegaron a América en busca de oro, los astronautas de Artemis buscarán hielo. «Se cree que el hielo de agua lunar se encuentra en regiones permanentemente sombreadas, o PSR, contenidas en trampas de frío extremadamente frías, donde los gases pueden congelarse hasta alcanzar su forma sólida... [pero hay] escasez de datos que respalden la posibilidad de utilizar el hielo de agua de la Luna». La NASA desplegará un Micro Nova Hopper, —un dron propulsado—, que saltará por la superficie lunar en busca de «hidrógeno, un indicador clave de la presencia de agua».

¿Por qué es tan importante el hielo lunar? Según EarthSky,

los futuros astronautas lunares podrían utilizar el hielo lunar para obtener agua potable, oxígeno (a partir del componente de oxígeno del agua) e incluso combustible para cohetes (hidrógeno) sin necesidad de transportar grandes cantidades desde la Tierra.

Quizás Artemis ponga fin temporalmente a las guerras del gobierno y, en ese sentido, sería algo positivo. Pero Artemis compite con China, un país posiblemente más denostado que Rusia en los medios de comunicación occidentales. Recientemente, varios «expertos» declararon ante el Comité de Comercio del Senado que «a menos que algo cambie, es muy improbable que América supere el calendario previsto por China para realizar su primer alunizaje tripulado antes de 2030». Actualmente, se culpa al «ritmo de desarrollo de la nave espacial Starship de SpaceX, que servirá como módulo de aterrizaje lunar Artemis 3, y a la necesidad de múltiples misiones de reabastecimiento para llevar la nave espacial a la Luna». 

Lo que se pierde en la mayoría de los comentarios es el reconocimiento de que la economía americana está funcionando a duras penas debido a una deuda gubernamental creciente y masiva alimentada por el dinero fiduciario y el gasto deficitario, lo que oscurece las perspectivas de una bonanza espacial.

Algunos antecedentes de las ambiciones humanas

Se puede admirar a las personas que quieren ampliar el alcance de la humanidad hasta las estrellas. No es solo un sueño, sino algo necesario para nuestra supervivencia a largo plazo. Pero un enfoque de libre mercado es la única forma de llegar allí y permanecer. En este sentido, la lección largamente olvidada de James J. Hill y su Northern Pacific Railway es instructiva. Como escribe Burt Folsom en The Myth of the Robber Barons , mientras se producía la fiebre por las subvenciones ferroviarias, Hill

...estaba construyendo una línea transcontinental desde St. Paul a Seattle sin ayuda federal alguna. Además, la vía de Hill era la mejor construida, la menos corrupta, la más popular y la única transcontinental que nunca quebró. Tardó más en construirse que las demás, pero Hill aprovechó ese tiempo para conseguir la ruta más corta con la mejor pendiente y la menor curvatura. Al hacerlo, atrajo asentamientos y comercio al reducir los costes para los pasajeros y el transporte de mercancías. ¿Podría ser que, a largo plazo, las subvenciones hayan corrompido el desarrollo ferroviario y obstaculizado el crecimiento económico?

Una visión a largo plazo es un suicidio político para los políticos de hoy en día.

Los principios de la economía que crearon una sociedad americana productiva han sido objeto de ataques desde al menos 1913, cuando el gobierno decidió que necesitaba proteger a los grandes y tener acceso a los ingresos de la población. Los desastres de las crisis económicas y la guerra, junto con el drenaje incesante de la riqueza privada a través de la inflación monetaria, han marcado nuestra historia desde entonces. Un mayor gasto público, incluso bajo el lema de los antiguos héroes griegos, no salvará nuestra economía.

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