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¿Nos espera una guerra total en el futuro? El pronóstico

Las acusaciones de genocidio en Gaza están presentes en todas partes, —excepto en los medios de comunicación convencionales— que son los que la mayoría de la gente utiliza para informarse, pero ¿es justo calificar la acción militar en Gaza de genocidio? ¿Está el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, tratando intencionadamente de matar a todos los palestinos, incluidas mujeres y niños, como parte de un programa de expansión territorial llamado Gran Israel que podría incluir una Riviera Trump? Según una resolución de la ONU, el «genocidio» requiere «la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso».

Anthony Aguilar —boina verde retirado y condecorado con el Corazón Púrpura—, pasó varios meses en Gaza en un centro de distribución de ayuda contratado por un club de motociclistas de EEUU cuya carta fundacional exige la eliminación de todos los musulmanes. Basándose en su experiencia con el personal de las Fuerzas de Defensa de Israel en el lugar, nada menos que un genocidio encaja con la descripción de lo que presenció.

Dado que no podemos medir la intención de forma objetiva, quizá sea más preciso calificar la acción en Gaza como una atrocidad indescriptible. Se podría argumentar que la guerra en sí misma es atroz, pero hay ciertos incidentes que destacan por merecer una condena generalizada, aunque solo sea por el horror que provocan.

La masacre de My Lai en Vietnam, el 16 de marzo de 1968, conmocionó a los americanos cuando fue denunciada 18 meses después por el periodista Seymour Hersh, ya que supuso la matanza de cientos de vietnamitas desarmados, entre ellos mujeres, niños y bebés. Los soldados americanos

...quemaron casas y destruyeron ganado. Hubo violaciones. Los soldados solo sufrieron una baja, una herida autoinfligida a un solo soldado. El informe posterior a la acción de la compañía contabilizó 128 «enemigos» muertos y, —significativamente— tres armas capturadas. Un informe oficial se jactaba de que la Fuerza Operativa Barker había «aplastado un bastión enemigo». (…) El piloto de helicóptero Hugh Thompson, condecorado muchos años después. (…) protegió a un pequeño grupo de vietnamitas amenazando a sus compañeros soldados con sus ametralladoras.

El teniente William Calley Jr., quizás un chivo expiatorio, fue el único soldado condenado por delitos penales y, en un principio, se le impuso una pena de cadena perpetua bajo arresto domiciliario, pero esta fue conmutada tras tres años y medio.

My Lai fue solo el crimen de guerra más notorio de Vietnam. Más recientemente, documentos desclasificados del Pentágono detallaron 320 «presuntos incidentes que fueron corroborados por investigadores del Ejército», sin incluir My Lai.

Los registros describen ataques recurrentes contra vietnamitas comunes y corrientes: familias en sus hogares, agricultores en los arrozales, adolescentes que salían a pescar. Cientos de soldados, en entrevistas con los investigadores y en cartas a los comandantes, describieron a una minoría violenta que asesinaba, violaba y torturaba con impunidad.

Los abusos no se limitaron a unas pocas unidades rebeldes, según reveló una revisión de los archivos realizada por el Times. Se descubrieron en todas las divisiones del Ejército que operaban en Vietnam.

 

¿Está los EEUU hoy en día tratando de mantener sus manos limpias evitando el ataque directo al enemigo y proporcionando en su lugar solo fondos, municiones y apoyo moral para llevar a cabo operaciones militares? Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, EEUU, muy endeudado, ha gastado 21 700 millones de dólares en ayuda militar a Israel, sin contar «las decenas de miles de millones de dólares en acuerdos de venta de armas que se han comprometido para armas y servicios que se pagarán y entregarán en los próximos años».

Según el Consejo de Relaciones Exteriores, la cifra principal de su guerra por poder en Ucrania es de unos 195 000 millones de dólares, que incluye 20 000 millones de dólares en activos rusos congelados. Con una rendición de cuentas tan laxa, no es de extrañar que las acusaciones de corrupción amenacen ahora al partido Servidor del Pueblo del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky.

Guerra total contra la población civil

En su libro de 2012, Organized Crime: The Unvarnished Truth About Government (Crimen organizado: la cruda verdad sobre el Gobierno), Thomas J. Dilorenzo analiza cómo el gobierno dirige sus fuerzas coercitivas y propagandísticas contra cualquier grupo que amenace al régimen gobernante. Se basa en el trabajo del sociólogo R. J. Rummel y su investigación sobre el genocidio y los asesinatos en masa por parte del gobierno (lo que él denominó «democidio»), y en El libro negro del comunismo: crímenes, terror, represión, de varios autores franceses.

Según El libro negro, afirma DiLorenzo,

...los soviéticos asesinaron al menos a 20 millones de sus propios ciudadanos; los socialistas chinos mataron a 65 millones; los socialistas vietnamitas asesinaron a 1 millón; los norcoreanos mataron a 2 millones; 1 millón de e es perecieron en Europa del Este; 150 000 en América Latina; 1,7 millones en África; y 1,5 millones en Afganistán. Además de esto, el profesor Rummel incluyó en su estimación a 21 millones de civiles asesinados por el gobierno nazi.

DiLorenzo señala que, en Power Kills: Democracy as a Method of Nonviolence (El poder mata: la democracia como método de no violencia), de Rummel, los gobernantes de los regímenes democidas se vuelven más agresivos con las poblaciones que son incompatibles con la agenda del régimen. «A la luz de este razonamiento», escribe DiLorenzo, «parece haber una omisión flagrante en la literatura sobre el ‘democidio’, a saber, los 350 000 o más residentes de los estados del sur que perecieron como resultado de la invasión del régimen de Lincoln y la guerra total que les declaró entre 1861 y 1865».

Lincoln argumentó

...que la secesión de los estados del sur era simplemente una «rebelión» de una minoría de fanáticos y, por lo tanto, ilegítima. Siempre consideró que todos los sureños, desde Robert E. Lee hasta el más humilde granjero, eran ciudadanos de EEUU. Por lo tanto, su guerra total contra sus propios ciudadanos se considera un acto de democidio según la definición del profesor Rummel.

Las nuevas estimaciones de muertes en el sur sitúan el total en alrededor de 400 000 y, —si se aceptan y se estandarizan para la población actual—, harían que Lincoln fuera «más del doble de malo que Pol Pot y los comunistas norcoreanos y cuatro veces peor que los comunistas vietnamitas en términos de democidio».

En War Crimes Against Southern Civilians (Crímenes de guerra contra los civiles sureños), el autor Walter Cisco sostiene que Lincoln, un conocido microgestor, aprobó la guerra total contra los sureños. Conocida como la política de la «bandera negra», «la represión de la secesión justificaba las medidas más severas».

El bombardeo y la quema de ciudades, la destrucción sistemática de distritos enteros, las detenciones masivas, las expulsiones forzadas, el saqueo generalizado de propiedades personales e incluso los asesinatos se convirtieron en algo habitual.

Al comienzo de su infame marcha por Georgia, el general de la Unión William Tecumseh Sherman declaró: «Destruyamos Atlanta y convirtámosla en una desolación», que en ese momento estaba poblada principalmente por civiles y esclavos. Los cañones de la Unión lanzaron una lluvia de proyectiles sobre la ciudad durante tres semanas. «La carnicería parecía no tener fin... Un cirujano informó de haber realizado 107 amputaciones a hombres, mujeres y niños».

Tres meses después de Appomattox, Sherman, el general Phillip Sheridan y otras figuras destacadas de la Guerra Civil apuntaron a los indios de las llanuras, en lo que se denominó la «solución final» al problema indio, una campaña de genocidio étnico que se consideraba necesaria para la construcción del ferrocarril transcontinental. «La teoría de Sherman sobre la superioridad racial blanca», escribe DiLorenzo en un artículo de 2003, «es lo que le llevó a la política de librar una guerra contra los indios ‘hasta que todos los indios fueran asesinados o llevados a un país donde pudieran ser vigilados’».

La guerra contra los sureños por querer un país propio y la guerra de veinticinco años contra los indios de las llanuras (1865-1890) podrían considerarse ensayos para lo que ahora se conoce como la guerra filipino-americano, que duró tres años (1899-1902) y provocó la muerte de 200 000 civiles filipinos por «violencia, hambruna y enfermedades». Los nacionalistas filipinos liderados por Emilio Aguinaldo querían la independencia en lugar de un cambio de gobernantes coloniales (que había sido España).

Conclusión

Los historiadores siguen considerando a Lincoln como el mejor presidente de los EEUU, presumiblemente porque la guerra que inició en nombre de los intereses bancarios e industriales del norte puso fin a la esclavitud en las plantaciones e impidió la secesión del sur. La Unión, que él afirmaba ser el objetivo de su guerra, pasó de ser una federación de estados independientes a una colección de estados sometidos a la fuerza federal. «Mi objetivo primordial en esta lucha es salvar la Unión, y no salvar ni destruir la esclavitud», escribió a Horace Greeley, editor del New York Tribune, el 22 de agosto de 1862.

Cuatro días antes de su muerte, hablando con el general Benjamin Butler, Lincoln dijo: «Me cuesta creer que el Sur y el Norte puedan vivir en paz, a menos que nos deshagamos de los negros... Creo que sería mejor exportarlos a algún país fértil...». El Gran Emancipador podría haber sido el Gran Expulsor.


No todos los generales de la Unión apoyaban la idea de Lincoln de una guerra total. El general Joshua Chamberlain, —tras haber quemado las casas de mujeres y niños por orden de Grant—, escribió a su hermana: «Estoy dispuesto a luchar contra hombres armados, pero no contra bebés en brazos». La opinión de Chamberlain no se encuentra en ningún lugar de los conflictos armados actuales. Si la guerra total se convierte en nuclear, la guerra total dejará de ser una preocupación.

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