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Anarcocapitalismo —las nueve objeciones más importantes

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El anarcocapitalismo es un diseño libertario para una sociedad sin Estado en la que la seguridad, la ley y la resolución de disputas serían proporcionadas principalmente por empresas con ánimo de lucro. Hay dos razones por las que los investigadores se interesan por esta forma de orden social: la moral y la económica. El argumento moral se basa en la afirmación de que el Estado es una institución intrínsecamente carente de ética. Todo Estado (incluido el Estado mínimo) viola los derechos de los individuos porque reclama el monopolio del uso de la violencia y se sostiene con el dinero que toma de los ciudadanos por la fuerza en forma de impuestos.

El argumento económico, a su vez, señala la ineficacia del Estado debido a su posición monopolística. Al no estar disciplinado por el mecanismo de pérdidas y ganancias, el Estado no sólo proporciona de forma ineficaz los bienes que los ciudadanos desean, sino que también les obliga a financiar cosas que no desean en absoluto (un ejemplo de ello son las acciones militares de los EEUU fuera de sus fronteras). La falta de incentivos derivada de la ausencia de competencia se ve reforzada por la inexistencia de un sistema de precios, que impide a los consumidores comunicar eficazmente sus preferencias. Por ello, los anarcocapitalistas creen que la abolición del Estado y su sustitución por instituciones privadas no sólo sería justa, sino que también permitiría disponer de un medio más eficaz para garantizar el orden social.

Los defensores del anarcocapitalismo han presentado varias teorías sobre cómo sería exactamente un orden anarcocapitalista. Entre los teóricos más importantes que tratan este tema se encuentran Murray Rothbard, Linda y Morris Tannehill, David Friedman y Hans-Hermann Hoppe. Sus descripciones difieren ligeramente (lo cual es de esperar, ya que no sabemos exactamente qué soluciones resultarían más eficaces), pero podemos identificar los elementos básicos que aparecen en la mayoría de los diseños libertarios para una sociedad sin Estado.

Muchas agencias privadas de defensa (PDA) operarían en el mercado de la seguridad, compitiendo por los clientes ofreciendo precios bajos y servicios de alta calidad. A cambio de una cuota periódica, las agencias se encargarían de garantizar la seguridad de sus clientes. También actuarían como compañías de seguros, pagando indemnizaciones a los clientes cuyos derechos hayan sido violados y, según especulan algunos, representarían a sus clientes en litigios judiciales. Como señalan los partidarios del anarcocapitalismo, en caso de conflictos o disputas entre clientes, las agencias (o una agencia, si la disputa afectara a clientes de una sola agencia) negociarían o remitirían el asunto a cortes privadas para su resolución. Estos tribunales también competirían por los clientes esforzándose por ofrecer los servicios más baratos, eficaces y fiables. Como las distintas agencias tendrían que resolver constantemente conflictos entre sus clientes, celebrarían acuerdos por adelantado para facilitar las relaciones entre ellas. En un orden anarcocapitalista, el derecho tendría tres fuentes. En primer lugar, como cada individuo compraría un seguro contra la agresión a su agencia protectora, el principio libertario de no agresión surgiría espontáneamente como la norma jurídica más fundamental. En segundo lugar, las decisiones judiciales interpretarían cuándo se han violado los derechos individuales. Estas decisiones serían muy repetitivas y, con el tiempo, surgiría un cuerpo legal coherente que estaría abierto al cambio y a la evolución, variando probablemente de un lugar a otro. La tercera fuente de derecho serían los contratos voluntarios entre particulares, que constituirían la base del derecho aplicable en diversos ámbitos privados. Por ejemplo, el propietario de una urbanización podría establecer sus propias normas jurídicas y sólo alquilar apartamentos a quienes acepten cumplirlas.

El principio económico fundamental que subyace al anarcocapitalismo es el concepto de contratos autoaplicables. Las interacciones entre PDA, entre PDA y clientes, y entre clientes (a través de PDA) serían repetitivas. El beneficio de una infracción puntual perturbaría los beneficios a largo plazo de la cooperación. Por lo tanto, aunque no exista un tercero poderoso en el sistema con el monopolio del uso de la violencia para hacer cumplir los contratos y proteger los derechos (es decir, el Estado), las personas y las PDA cumplirán sus contratos y respetarán los derechos de los demás para evitar perturbar las relaciones de cooperación a largo plazo. Este sistema de autoaplicación se vería reforzado por un mecanismo de reputación por el que una empresa que viole los derechos de un cliente perdería no sólo al cliente agraviado, sino también a otros clientes, incluidos los futuros, y por un mecanismo de señalización mediante el cual las partes honestas podrían demostrar proactivamente su integridad, facilitando así la formación de relaciones rentables.

Además, los partidarios del anarcocapitalismo no sólo se basan en teorías económicas, sino que también recurren a una amplia gama de datos empíricos que parecen reforzar la tesis de que el anarcocapitalismo es un sistema sociopolítico viable. Por un lado, señalan que algunos de los métodos privados para producir orden social ya se utilizan hoy en día (por mencionar sólo el arbitraje privado para resolver disputas entre empresas), y por otro, apuntan a ejemplos históricos de situaciones en las que —en ausencia del Estado— diversas sociedades produjeron efectivamente orden social.

Aunque los teóricos del anarcocapitalismo se basan en sólidas teorías económicas, y los investigadores que trabajan dentro de la tradición del anarquismo analítico han presentado muchos ejemplos de cómo puede surgir el orden social sin la participación del Estado, la propuesta de abolir completamente el Estado sigue siendo una idea muy controvertida. Por lo tanto, no es de extrañar que el proyecto anarcocapitalista haya sido objeto de numerosas críticas. Cabe señalar que muchas de estas críticas han sido planteadas por libertarios o personas que creen firmemente en la eficacia del libre mercado, lo que añade peso a estas dudas, indicando que no son meramente producto de prejuicios estatistas. Entre los críticos importantes del anarcocapitalismo se encuentran Ayn Rand, James Buchanan, Tyler Cowen, Daniel Sutter y Randall Holcombe. Veamos las nueve objeciones más importantes que se han planteado contra la viabilidad del anarcocapitalismo:

  1. Las agencias de defensa privadas no podrán/querrán colaborar entre sí. La objeción más obvia. Sugiere que las PDA serían incapaces de colaborar entre sí y que seguirían estallando conflictos sangrientos entre ellas.
  2. Las agencias abusarán de su poder sobre los individuos. Los críticos señalan que las agencias tendrán una enorme ventaja sobre los individuos, lo que aumenta el riesgo de que: (a) utilicen esta ventaja para intentar dominar a sus propios clientes; (b) intenten utilizar la violencia para impedir que los clientes se marchen; (c) intenten atacar a clientes de otras compañías, así como a personas que no estén aseguradas por ninguna compañía.
  3. Las agencias formarán un cártel que inflará los precios y bajará la calidad de los servicios, y podría llegar a transformarse en un Estado. Este argumento es especialmente relevante porque el mercado de producción de seguridad parece diferir significativamente de los mercados típicos. Para funcionar eficazmente, este mercado requiere la cooperación entre las PDA, lo que crea un terreno fértil para la cartelización y ofrece mejores oportunidades para excluir a nuevos actores que amenacen al cártel.
  4. La agencia o agencias pueden hacerse con el monopolio en un área determinada y transformarse en un Estado. Esto podría suceder de tres maneras. En primer lugar, una agencia podría derrotar a otras agencias mediante un combate directo no económico. En segundo lugar, una agencia podría derrotar a otras agencias económicamente debido a las posibles economías de escala asociadas a la producción de seguridad. En tercer lugar, aunque las empresas competirían inicialmente entre sí por un territorio más amplio, los procesos naturales del mercado (economías de escala espaciales) harían que, al cabo de cierto tiempo, las empresas individuales tuvieran la mayoría de sus clientes en zonas separadas.
  5. La ley en el anarcocapitalismo no será libertaria. La versión más radical de esta objeción afirma que en un sistema así no surgiría ninguna ley estable. Una versión menos radical sugiere que la ley se estabilizaría en forma de algún tipo de equilibrio local, pero no sería necesariamente de carácter libertario. Este problema puede denominarse la paradoja de la anarquía libertaria: los libertarios quieren abolir la única institución que parece capaz de hacer cumplir la ética libertaria en un ámbito determinado, ya que la consideran incompatible con la ética libertaria.
  6. Una sociedad anarcocapitalista no podrá financiar la defensa militar y, por tanto, será vulnerable a la conquista por parte de los estados vecinos. Una sociedad anarcocapitalista debe ser capaz de defenderse de las amenazas externas, lo que requiere la financiación de un ejército capaz de rechazar, o mejor aún, disuadir a sus enemigos. Sin embargo, la financiación de dicho ejército se ve amenazada por el efecto free rider —los individuos pueden eludir la contribución, esperando que otros la financien.
  7. Una sociedad anarcocapitalista tendría dificultades para financiar los bienes públicos esenciales. Más allá de la defensa, bienes públicos como las carreteras, la protección del medio ambiente, el control de epidemias y un sistema monetario estable también requieren financiación. Si estos bienes estuvieran infraprovistos, podría reducirse la eficiencia económica del sistema hasta tal punto que se volvería inestable.
  8. El poder en manos de los más ricos, una situación difícil para los pobres. El hecho de que el anarcocapitalismo distribuya los bienes políticos a través del mercado puede ser problemático por dos razones. En primer lugar, aquellos que no pueden permitirse pagar los servicios de empresas que proporcionan seguridad, ley y resolución de disputas podrían verse privados de estos bienes. En segundo lugar, podría especularse que, en una sociedad anarcocapitalista, los ricos podrían influir en los sistemas legal y judicial para servir a sus propios intereses.
  9. El anarcocapitalismo presupone la existencia de un mercado libre y un sistema jurídico eficaz. Los críticos señalan que los mecanismos de mercado invocados por los anarcocapitalistas para explicar cómo el anarcocapitalismo resolvería diversos problemas existen actualmente (y sólo pueden funcionar) dentro del marco jurídico creado por el Estado. Si no hay Estado, no habrá marco jurídico que garantice el funcionamiento del mercado y, por tanto, no se aplicarán las reglas del mercado.

Parece que los críticos han presentado argumentos convincentes que cuestionan la viabilidad del anarcocapitalismo. Sin embargo, sus partidarios tampoco se han quedado de brazos cruzados, intentando refutar todas estas dudas. Este es uno de los debates más importantes dentro de la filosofía libertaria. En los siguientes artículos, ofreceré a los lectores una visión más completa de los debates en torno a las dudas individuales.

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