La inmoralidad de la COP28
Mientras los delegados se reúnen en la COP28 para establecer una agenda de «combate del cambio climático», debemos recordar lo que pretenden hacer: destruir la economía mundial tal y como la hemos conocido.
Mientras los delegados se reúnen en la COP28 para establecer una agenda de «combate del cambio climático», debemos recordar lo que pretenden hacer: destruir la economía mundial tal y como la hemos conocido.
Con un pivote melancólico, Jerome Powell declara la victoria sobre la inflación. Sería extraordinariamente ingenuo ignorar la influencia de las elecciones presidenciales del próximo año en las nuevas perspectivas de la Fed.
Los estatistas revelan su creencia en el Estado todopoderoso de muchas maneras diferentes, pero todos quieren el mismo resultado: más control gubernamental sobre nuestras vidas.
Uno no suele equiparar el pensamiento libertario con una prisión de EEUU, pero la vida carcelaria ofrece algunas sorpresas, especialmente en lo que se refiere a la gobernanza interna.
Gracias a la intervención de la Reserva Federal, los pisos y edificios de apartamentos se han convertido en gigantescas malinversiones. Una vez más, una entidad federal interviene en los mercados supuestamente para que funcionen mejor, pero las cosas acaban en crisis.
El behemoth conocido como gobierno de EEUU no hizo metástasis por accidente. El proceso comenzó en cuanto se ratificó la Constitución.
Los progresistas creen que la intervención del gobierno en la economía es necesaria para promover tanto la eficiencia como la equidad. En realidad, la intervención no logra ni lo uno ni lo otro.
Mientras los activistas del clima se reúnen la próxima semana en Abu Dhabi, hay problemas en el paraíso climático. El sultán Ahmed Al Jaber, anfitrión de la reunión, no está de acuerdo con los apocalípticos del clima, lo que, por supuesto, le da el temido apodo de «negacionista del clima».
Sus políticas eliminaron del impuesto sobre la renta a más de un millón de personas, y el 98% de los americanos no pagaban impuestos al final de su mandato. Como resultado, América prosperó bajo Coolidge. El crecimiento económico real alcanzó una media del 7% anual durante su mandato.
A medida que la administración Biden redobla su determinación de crear una nación más progresista, sin darse cuenta está creando más oportunidades para promover alternativas libertarias.