Una crítica al modelo stock-a-flujo de Bitcoin
Aunque el modelo S2F de Bitcoin ha recibido algunas críticas, el mejor análisis de sus defectos proviene de la perspectiva de la economía austriaca.
Aunque el modelo S2F de Bitcoin ha recibido algunas críticas, el mejor análisis de sus defectos proviene de la perspectiva de la economía austriaca.
El mundo parece estar en llamas, y gran parte de los problemas provienen de los esfuerzos de los bancos centrales por suprimir los tipos de interés. Nadie entiende mejor ese problema que el historiador británico Edward Chancellor.
Sólo hay opciones dolorosas para controlar la inflación de los precios en este momento, y todo gracias a la creación por parte de la Fed de innumerables burbujas y malas inversiones durante la última década.
Los economistas de la corriente dominante afirman que la economía austriaca está «desacreditada» porque los austriacos utilizan el razonamiento deductivo en lugar de emplear complicados cálculos y estadísticas. La ironía es que el análisis austriaco explica mejor los fenómenos económicos del mundo real.
Aunque el presidente Biden afirma que la condonación de los préstamos estudiantiles ayuda a reducir los costes universitarios, es el propio programa de préstamos el responsable de gran parte del crecimiento explosivo del gasto en educación superior.
Jakub Bożydar Wiśniewski, académico afiliado al Instituto Mises y voz del libertarismo en Polonia, comparte su opinión con Claudio Grass.
¿Qué ocurre cuando los bancos prestan dinero? Depende del propio proceso de préstamo. Si el préstamo se produce por una expansión del crédito, entonces crea problemas.
Este es el «sueño americano» que nos ha dado la Fed: trabajar más y más horas para seguir pagando esas facturas que ahora crecen al 8% anual.
La economía turca se tambalea bajo unas tasas de inflación que pueden alcanzar el 170%. No es de extrañar que lo peor lo sufra la gente normal que intenta ganarse la vida.
Mientras los americanos se enfrentan a unos costes de educación superior que se disparan, pocos cuestionan el valor de la universidad y menos aún la cultura del campus. Sin embargo, es precisamente ahí donde radican los problemas, aunque la gente no lo reconozca.