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Los economistas no predecirán el nuevo crash, porque no pueden

Se puede conseguir mucha atención si se gritan cosas como “La bolsa está a punto de desplomarse” o “El crash del dólar de EEUU está la vuelta de la esquina” o “El desplome del mercado inmobiliario está a punto de producirse”. Pero desde el punto de vista de la economía sólida, hacer este tipo de predicciones está cerca de ser imposible. Poner probabilidades a ciertos resultados (como “Doy una probabilidad del 30% de que la bolsa se desplomará en 2018”) puede estar de moda entre los pronosticadores, pero indudablemente no cuela ni mejora las cosas.

Algunos pueden

Para ser preciso: no se puede y no se debería rechazar la idea de que podría haber personas por ahí que tengan la capacidad de prever correctamente acontecimientos que se producirán en el futuro de una manera constante. Por ejemplo, un empresario de éxito pertenece a este mismo grupo. Este o esto produce productos que la gente quiere comprar en el futuro y vende estos productos a precios que exceden los costes de producción. Están también en disposición de prever cambios en la demanda de los consumidores y de ajustar su producción de acuerdo con ella.

Asimismo, hay inversores de éxito en la bolsa, que mantienen muchos años de rendimiento alto comparado con sus competidores. Para ser constantemente mejores que el mercado deben ver y conocer algo que otros no ven o conocen y actuar de acuerdo con ello. Por ejemplo, deben detectar acciones infravaloradas y conseguir un rendimiento decente cuando el mercado empuja los precios de las acciones hacia su valor intrínseco. Invierten con éxito y en el momento correcto en las acciones “correctas”, consiguiendo siempre mantenerse en alto a lo largo del tiempo.

Los empresarios e inversores de éxito deben tener lo que hace falta (visión, valentía, perspicacia empresarial o lo que sea) para ver el futuro. Esto no significa que no cometan errores de previsión. Pero, por alguna razón, sus errores de previsión resultan ser menos devastadores que los de la mayoría de la gente. Una cosa es, sin embargo, cierta: los empresarios e inversores de éxito o no basan sus previsiones en la idea de que la economía te colocará en disposición para realizar predicciones correctas. ¿Por qué es así?

La mayoría no pueden

La economía no es una ciencia que proporcione los medios para pronosticar el futuro. Como dice Ludwig von Mises: “Esto no quiere decir que las acciones humanas futuras sean completamente impredecibles. En cierto modo, pueden preverse hasta cierto grado. Pero los métodos aplicados para esas previsiones y su ámbito son lógica y epistemológicamente completamente distintos de los aplicados a la hora de prever acontecimientos naturales, incluido su ámbito”.1 La cita de Mises requiere alguna explicación adicional.

Entendida correctamente, la economía es la ciencia de la acción humana o, para ser más precisos, la economía trata la lógica de la acción humana. Su punto de partida es el enunciado irrefutablemente cierto de que “los seres humanos actúan”. Esto último no puede negarse sin causar una contradicción lógica. Si se argumenta que “los seres humanos no pueden actuar”, se está actuando y por tanto se contradice la declaración propia. A partir del enunciado evidentemente cierto de que “los seres humanos actúan” podemos deducir o desarrollar más enunciados verdaderos.

Por dar algunos ejemplos: La acción humana, que siempre es la acción de un individuo, es intencionada; la acción requiere medios para alcanzar fines; los medios son escasos; la acción humana presupone la categoría de medios y fines, que es la causalidad; el tiempo es un medio indispensable para la acción; la acción humana implica preferencia temporal y por tanto un tipo original interés (y ambos son positivos, no pueden ser cero, ni mucho menos negativos); la ley de la utilidad marginal está también lógicamente implícita en el enunciado “los seres humanos actúan”.

Estos (y otros) enunciados están implícitos lógicamente en la proposición de que “los seres humanos actúan”. Cualquier teoría económica que contradiga las implicaciones del concepto de la acción humana debe plantear serias dudas acerca de su valor real. Por ejemplo, una teoría económica en la que la acción humana no tome tiempo o en la que la acción humana no esté limitada por una preferencia temporal definida y un tipo de interés originario positivo, puede rechazarse como lógicamente falsa (como no realista, como una ingenua tontería).

El papel de las ideas

El conocimiento irrefutablemente verdadero de que los seres humanos actúan implica que las ideas (o teorías) hacen que los seres humanos actúen. Y las ideas están dadas en último término en la explicación de la acción humana: no pueden remontarse a otros factores explicativos. No podemos negar esto.2 Negarlo supondría la existencia de factores externos (fisiológicos, biológicos, químicos) que explicarían sistemáticamente las acciones humanas. Sin embargo, hasta ahora, la ciencia no ha conseguido llegar a una relación concreta entre factores externos y acción humana.

De hecho, hay una razón lógica por la que esa relación no puede descubrirse: El hombre innegablemente tiene capacidad de aprendizaje, lo que significa que puede aprender.3 Argumentar que “El hombre no puede aprender” presupone que el hombre puede aprender: de otra manera, nadie diría nada otro: suponer lo contrario equivaldría a una contradicción lógica directa. Como no podemos rechazar la idea de que los seres humanos tengan capacidad de aprender, podemos entender porqué no podemos conocer el futuro de nuestras acciones.

Pues si suponemos que hoy conocemos cómo actuarán los seres humanos en el futuro, diríamos que no solo no tenemos conocimiento suficiente acerca de los fenómenos naturales, sino también de las decisiones, preferencias y escalas humanas de valores en el futuro. Sin embargo, esto último implicaría la negación de la capacidad de aprender: Saber hoy cómo actuarán los seres humanos en el futuro contradice el enunciado lógicamente verdadero de que los seres humanos tienen capacidad de aprendizaje (con la que podríamos saber hoy todas las cosas que pasarán en el futuro), pero esta es una contradicción lógica y por tanto falsa.

La previsión imposible

Ahora es fácil entender también por qué no puede haber ninguna relación constante entre factores externos y acción humana, en el sentido de que, si se produce el factor X, los seres humanos realizarán ciertas acciones y el resultado siempre será Y. Por experiencia, sabemos que personas distintas, en respuesta a un estímulo concreto, a menudo actúan de manera distinta en momentos distintos. Pero la experiencia no demuestra nada. Por suerte, no tenemos que recurrir a la experiencia para saber que no hay regularidades cuantitativas en la acción humana.

La razón por la que no existen esas constantes de comportamiento es lógica: Si el factor externo X causa cierta acción (en el sentido de “si X, entonces Y” o “si X aumenta en un 10%, entonces Y disminuirá un 5%”), estaríamos en disposición de prever la acción humana en el futuro (en términos cuantitativos) y, repito, contradiríamos así la conclusión lógica de que los humanos tienen capacidad de aprender: Si sabemos hoy cómo actuaremos en el futuro, tenemos que no podemos aprender y no aprenderemos a lo largo del tiempo.

Así hemos cerrado el círculo. La economía (siempre y cuando se entienda correctamente como la lógica de la acción humana) no proporciona ni puede proporcionar ideas que predigan la acción humana futura. Cualquier intento de usar la economía para hacer predicciones va en contra de la lógica y está por tanto condenado al fracaso. Esto en modo alguno sugiere que la economía será una tarea trivial. ¡Todo lo contrario! Lo que la economía puede hacer es describir (con certidumbre absoluta) los resultados cualitativos de la acción humana que tienen lugar bajo ciertas condiciones y circunstancias.

Por ejemplo, la economía nos dice con certidumbre apodíctica que si la gente se dedica al intercambio voluntario, todas las partes se beneficiarán o que si el banco aumenta la cantidad de dinero, disminuye el poder adquisitivo de la unidad monetaria (comparado con un escenario en el que la cantidad de dinero ha permanecido sin cambios) o que el aumento en la cantidad de dinero en la economía nunca será “neutral” en lo que se refiere a las posiciones de renta y riqueza de la gente y siempre beneficiará a algunos a costa de otros.

Competencia empresarial

La gran mayoría de los economistas de hoy en día se dedica, sin embargo, al negocio de la previsión. Tratan de prever, por ejemplo, dónde se encontrarán los tipos, las cotizaciones de las acciones o los tipos de cambio en 3, 6, 12 meses o incluso más adelante. Y hay demanda para esas previsiones: Un gran número de inversores ansía escuchar los que estos economistas pronosticadores tienen que decir acerca del futuro y unos cuantos inversores se toman muy en serio las previsiones de los economistas, sobre todo como factor para sus decisiones de inversión.

Sin embargo, por lo que hemos explicado antes, podemos saber con seguridad que los economistas “ortodoxos” fracasarán en sus intentos de prever el futuro y que un número importante de inversores quedarán decepcionados: La economía como ciencia no puede predecir cómo actuarán los seres humanos, no puede prever cuantitativamente cómo evolucionarán las magnitudes económicas. Esas predicciones están, por razones lógicas fuera del alcance de la economía. No deberían engañarnos con respecto a este hecho los modelos matemáticos complicados y las técnicas econométricas altamente sofisticadas.

La verdad es que cualquier economista que piense que la ciencia de la economía trata de la previsión está desorientado. Su consejo no te ayuda a tomar decisiones sensatas de inversión. ¿Qué deberíamos hacer entonces si nos preocupa un amenazante crash en la bolsa? La respuesta es bastante directa. Si pensamos que no podemos ser mejores que el resto de la manada, invertir en un índice (o certificado) bursátil ampliamente definido y ser fiel a este. Como no puede sacar un rendimiento mejor, sencillamente no tiene sentido dedicarse a pronosticar ningún crash.

Alternativamente, podemos recurrir a empresarios e inversores que tengan éxito constantemente en busca de consejos. Tal vez nos digan que no perdamos el tiempo en pronosticar un crash del mercado bursátil, pues nadie sabe cómo reaccionará la gente en el futuro. Los empresarios e inversores podrían aportar una recomendación distinta, que sería poner nuestro dinero en grandes empresas, a un precio razonable y atenerse a ellas, pase lo que pase. A lo largo del tiempo, nos irá mejor que aquellos que piensan que pueden prever el crash.

Sea como sea, la economía nos enseña las leyes de la acción humana, pero no proporciona ideas acerca de cómo se comportará la gente en el futuro, cómo responderán cuantitativamente los seres humanos a ciertos factores. La economía no es una ciencia de pronóstico, es una ciencia de reconstrucción: Nos permite entender, desde el punto de partida del enunciado irrefutablemente verdadero de que los seres humanos actúan, las consecuencias cualitativas si los seres humanos actúan bajo ciertas condiciones que, sin embargo, a menudo son inciertas desde el punto de vista actual.

Murray N. Rothbard atribuye esta idea sólida, basada en la lógica y, en lo que se refiere a los asuntos prácticos, esencial, a Ludwig von Mises: “Es sobre todos Ludwig von Mises el que aprecia la libertad, de pensamiento y elección, en el núcleo irreductible de la condición humana y quien aprecia por tanto que la necesidad histórica del determinismo y la completa predictibilidad es una búsqueda de lo imposible, y es por tanto profundamente anticientífica”.4

  • 1Mises (1957), Theory and History, p. 5. [Teoría e historia]
  • 2Para una explicación, ver Mises, L. v. (1962), The Ultimate Foundation of Economic Science, pp. 53-55.
  • 3Ver Hoppe, H.-H. (1983), Kritik der kausalwissenschaftlichen Sozialforschung, pp. 15-16, 17-18.
  • 4Rothbard, M. N. (1957), Prólogo de Theory and History, p. xvii. [Teoría e historia]
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