Mises Wire

El BCE ha estado ocultando el riesgo. No podrán hacerlo por mucho tiempo.

Mises Wire Daniel Lacalle

A pesar del aumento sin precedentes del programa de compra de activos del Banco Central Europeo, el diferencial de los bonos soberanos del sur de Europa frente a los alemanes está aumentando.

El balance del BCE se ha disparado a más del 42 por ciento del PIB de la eurozona, comparado con el 27 por ciento del PIB de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Sin embargo, al mismo tiempo, el exceso de liquidez se ha disparado a más de 2,1 billones de euros.

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 Italy 10Y vs GER 10Y, Spain 10Y vs GER 10Y, Portugal 10Y v GER 10Y
Blanco: Italia 10 años contra Alemania 10 años | Naranja: España 10 años contra Alemania 10 años. | Amarillo: Portugal 10 años contra Alemania 10 años

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EBBSTOTA Index  ECBLXIQ Index
Blanco: Balance del BCE | Azul: Exceso de liquidez del BCE

El BCE ha estado implementando compras agresivas de activos así como tasas negativas durante años, y la realidad es que la economía de la eurozona ha permanecido débil y cerca del estancamiento ya en el cuarto trimestre de 2019.

El principal problema de la eurozona es que la mayoría de los gobiernos han abandonado todas las reformas estructurales y han apostado toda la recuperación a la política monetaria. El gasto público excesivo, la elevada cuña fiscal y las cargas para el crecimiento se mantienen, mientras que un porcentaje cada vez mayor del crecimiento proviene de los viajes y el ocio (alrededor del 22 por ciento del valor añadido bruto en 2019).

El mecanismo de transmisión de la política monetaria no es el problema. Los bancos están ansiosos por prestar y las empresas y las familias no tienen problemas para acceder al crédito. El problema es que los líderes de la eurozona y los directores de los bancos centrales creen que los desafíos de la eurozona son problemas de demanda, cuando hay pruebas de que la brecha de producción era muy pequeña, si es que existía. Si hay alguna evidencia, es que la política monetaria en la zona del euro no funcionó como un incentivo para la inversión productiva y el crecimiento, sino más bien como un perpetrador de desequilibrios masivos de gobiernos casi en bancarrota.

Con la crisis de COVID-19, la eurozona se encuentra atrapada entre la espada y la pared. Su política fiscal y monetaria perpetuará el exceso de capacidad en los sectores equivocados y el gasto público excesivo, mientras que su política fiscal probablemente alejará aún más la innovación, la tecnología y las inversiones productivas.

Ahora que la Comisión Europea ha permitido nacionalizaciones parciales de industrias, se ha allanado el camino hacia el estancamiento permanente. En primer lugar, los gobiernos ignoran los riesgos de la pandemia. Luego, paralizan la economía por decisión del gobierno. Luego, anuncian controles más estrictos sobre la inversión extranjera y la entrada de capital... y se presentan como la solución.

La eurozona parece querer usar la crisis de COVID-19 para avanzar en su agenda intervencionista y su llamada estrategia del Green Deal. El problema es que una mayor intervención del Estado en la economía probablemente conducirá a más malinversión, más desempleo y menor crecimiento.

El BCE puede disfrazar el riesgo por un tiempo, pero la realidad de la creciente deuda y la carga fiscal que se avecina probablemente va a terminar en una crisis de deuda. Esto podría poner en peligro a toda la Unión Europea, ya que los gobiernos de los países del norte se ven obligados a pagar la factura por el exceso de gasto de algunos miembros del sur.

Monetizar el riesgo no lo eliminará. El euro perderá importancia como moneda de reserva mundial, y su utilización en las transacciones transfronterizas podría disminuir aún más, lo que provocaría una crisis monetaria al tiempo que se eleva la carga de la deuda.

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