Proteccionismo y libre comercio

Aranceles y controles comerciales son poco más que aumentos de impuestos y una oportunidad para dar más poder a una burocracia hinchada. No es de extrañar que Biden no parezca entusiasmado con la idea de abrazar el libre comercio.

El premio Nobel de economía 2021 ha sido concedido a David Card, de Berkeley, Josh Angrist, del MIT, y Guido Imbens, de Stanford, por su trabajo sobre los «experimentos naturales», un enfoque actualmente de moda para estimar el impacto causal de una variable económica sobre otra.

Algunos piensan que la historia de la regulación de la cerveza comienza con el lúpulo, pero la cerveza ha estado acorralada por la burocracia gubernamental durante mucho más tiempo.

La mayoría de la gente entiende que es bueno que otros inviertan dinero y capital en su comunidad. Pero cuando los inversores canadienses ofrecieron verter dinero en Francia como parte de un acuerdo para comprar una empresa francesa, el régimen dijo que no, gracias.

El teorema de la imposibilidad, desarrollado por el economista ganador del Nobel Robert Mundell, describe un falso equilibrio entre la libre circulación de capitales, los tipos de cambio fijos y una política monetaria eficaz. Con un patrón oro, las tres cosas son posibles.

: En un mundo normal, el gasto estadounidense habría disminuido drásticamente durante el pasado año. Pero una avalancha de dinero recién impreso ha impulsado el gasto y las importaciones.

El problema de la Unión Europea no es que pretenda integrar las economías europeas. El problema viene de los intentos de integrar también la política.

Si los agricultores del Punjab se presentaran como acomodados, los medios de comunicación los verían como empresarios codiciosos. Pero el aprovechamiento del capital político de la percepción de impotencia les ha permitido ocultar su verdadera condición de buscadores de rentas.

Todas las depresiones generan un clamor entre muchos grupos para obtener privilegios especiales a expensas del resto de la sociedad, y la depresión estadounidense que se produjo en 1784-85 no fue una excepción.

Los proteccionistas siempre se equivocan, pero es evidente que se equivocan cuando se trata de «proteger» los productos estadounidenses de la competencia anglosajona. Ni las preocupaciones geopolíticas ni el miedo a la fuga de capitales hacia la «mano de obra barata» se aplican en este caso.