Impuestos y gasto

El déficit de este año se acerca a los 2 billones de dólares. Y aún faltan cinco meses para que termine el año fiscal. Sólo durante la Segunda Guerra Mundial los déficits fueron tan enormes en relación con el PIB. Mientras tanto, la Fed sigue imprimiendo dinero para comprar más deuda federal.

En lo que respecta al nuevo plan de subsidios a los semiconductores de los oligarcas, el coste real en términos de distorsiones económicas, pérdida de bienestar y perjuicio para los competidores, es bastante real y va más allá de las cantidades en dólares que vemos en el propio subsidio.

El plan de aumento de impuestos de Biden no tiene sentido desde el punto de vista del crecimiento, los ingresos o el déficit, y no hace prácticamente nada para abordar el verdadero problema: el gasto desmesurado en programas como la Seguridad Social.

Los empresarios que buscan beneficios trasladan los factores de producción a sus usos más altos y económicos. Amtrak, en cambio, desvía los factores de producción útiles de los valores de uso más altos a los usos de menor valor. Dicho de otro modo, Amtrak está destruyendo riqueza.

Los defensores del libre mercado se dieron cuenta hace tiempo de que las clases adineradas de banqueros y agentes de Wall Street estaban explotando a la «gente pequeña» para apuntalar las fortunas de lo que ahora es la clase multimillonaria. La estafa sigue viva y coleando hoy en día.

Los Demócratas afirman que los programas sociales sufren de «falta de inversión», pero está claro que no ha habido falta de gasto, tanto si hablamos de gasto militar como de gasto social o de cualquier otra cosa.

Los globalistas saben que mientras los Estados soberanos tengan la capacidad de fijar sus propios tipos impositivos, los regímenes se verán tentados a realizar una «competencia fiscal» para atraer capitales. El remedio a este «problema» es una tasa impositiva mínima mundial.

Una ventaja de deshacerse de la deuda es que significará el fin de la financiarización. La crisis será principalmente financiera, ya que la oferta de capital real no cambiará.

El Estado no sólo podría utilizar la RBU como instrumento de control social, sino que tenemos motivos para pensar que los responsables del Estado ejercerían su poder por malos motivos.

Si los déficits no importan, ¿por qué preocuparse por los impuestos? El régimen tiene la respuesta: los impuestos son importantes para castigar a la gente que no nos gusta, recompensar a nuestros amigos y mantener el control sobre el público.