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Un análisis más detallado de los programas de acción afirmativa (reservación) en India

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India tiene la historia más larga de programas de discriminación positiva del mundo y se han convertido en el centro de una acalorada polémica entre dos puntos de vista enfrentados. Por un lado están los seguidores del Dr. B.R. Ambedkar, responsable de que el programa de discriminación positiva dirigido a las castas intocables quedara consagrado legalmente en la Constitución. Por otro lado, está el punto de vista de quienes defienden la abolición de estas cuotas basadas en las castas en los empleos gubernamentales sin abogar por otras reformas que un libertario defendería para garantizar la minimización de las atrocidades basadas en las castas y el trato justo de todos los ciudadanos ante la ley.

Contexto e historia

Las cuotas basadas en la casta no fueron introducidas por primera vez por el Dr. Ambedkar. Surgieron en el estado indio de Maharashtra, en el contexto de una disputa de poder entre el rey del imperio Maratha, Chhatrapati Shahuji Maharaja, y sus consejeros, en su mayoría brahmanes, que se negaban a aceptar la legitimidad de su gobierno por no pertenecer a la casta guerrera. Para acabar con el predominio de los brahmanes en el consejo asesor, declaró que ciertos puestos se reservarían para ser ocupados únicamente por miembros de las castas trabajadoras.

Avanzamos rápidamente hasta los albores de la independencia india del dominio colonial. India iba a convertirse en una democracia parlamentaria. Pero muchos líderes intuían que esta democracia pronto se convertiría en un gobierno de la mayoría, con el consiguiente ahogo de las voces de los grupos minoritarios. La demografía era la siguiente: aproximadamente tres cuartas partes de la población eran hindúes, mientras que el resto estaba compuesto principalmente por musulmanes; el 25% de los hindúes pertenecía a la casta sacerdotal, la casta guerrera y la casta mercantil combinadas; el 50% comprendía las castas trabajadoras, y otro 25% estaba compuesto por castas intocables y tribales. El Dr. B.R. Ambedkar, que representaba a los intocables, exigió electorados separados para ellos. Se dice que Mahatma Gandhi ayunó hasta morir al oír la idea de los electorados separados. Cuando rompió su ayuno, los electorados separados habían muerto.

La reserva de escaños para los intocables se instituyó en la legislatura india con el pacto de Poona. Estas cuotas se ampliaron posteriormente a todos los empleos gubernamentales y a todas las instituciones educativas estatales y privadas, y más tarde se extendieron a las castas trabajadoras (cuota del 25%), que constituyen el 50% de la población hindú, con la comisión Mandal. Recientemente, se han reservado cuotas en las instituciones educativas para los miembros pertenecientes a hogares pobres con ingresos inferiores a un nivel definido. También hay cuotas nominales muy pequeñas para los dependientes de miembros del ejército fallecidos, los dependientes de luchadores por la libertad muertos, cuotas para tribales pertenecientes a las zonas nororientales de India y, por último, candidatos con discapacidades físicas. También hay cierta agitación por la ampliación de estas cuotas al sector privado. Menos del 50% de las plazas de las universidades, ya sean públicas o privadas, se cubren por méritos: el 25% de las cuotas se asignan a los intocables y a las castas trabajadoras. Los ánimos están caldeados en todos los bandos, con frecuentes actos de vandalismo contra las estatuas del Dr. B.R. Ambedkar y atrocidades basadas en las castas, cometidas principalmente contra las castas intocables, por un lado, y manifestaciones a favor de las cuotas y disturbios entre castas, por otro. La fraternidad entre castas es sólo un sueño lejano en la actualidad.

El argumento a favor de las cuotas basadas en castas

El primero es el argumento de la indemnización. La intocabilidad en India tiene una larga historia, desde el año 500 d.C. en adelante. A los intocables se les confinaba a trabajos humildes, independientemente de su talento, como incinerar cadáveres, limpiar alcantarillas, trabajar en la agricultura en régimen de servidumbre, etc. En la India antigua, la educación era fundamentalmente oral y estaba prohibido instruir a un intocable. Su mero contacto se consideraba «contaminante». No se les permitía compartir la propiedad pública con las demás castas, como carreteras, pozos públicos, etc. Ahora, los descendientes actuales de estas castas intocables argumentan lo siguiente: Queremos reparaciones por el trabajo no remunerado, la injusticia violenta durante milenios y la negación sistemática de la educación. Estas cuotas son una compensación por lo que nuestros antepasados y nosotros mismos hemos sufrido y, en cierta medida, seguimos sufriendo hoy en día.

El siguiente es el argumento de la equidad. Las castas intocables sufren un importante retroceso histórico. Si los descendientes de las otras castas tienen más dinero que los intocables y disfrutan de una posición privilegiada con respecto a ellos, tiene sentido introducir medidas que garanticen que el punto de partida de todos en la competición por diversos puestos de trabajo sea igual. Todo el mundo merece una oportunidad igual y justa en la vida. En otras palabras, debe haber igualdad de oportunidades para todos.

El último es el argumento de la representación proporcional. Los intocables y los tribales están infrarrepresentados en varios poderes del Estado y las cuotas son un medio de corregir esta situación para que tengan una oportunidad justa de influir en la política pública.

Argumentos contra las cuotas de castas

En contra del argumento de la indemnización, se argumenta que la indemnización para ajustarse a la justicia debe cumplir ciertos criterios básicos: la indemnización debe ser entregada por un culpable identificado individualmente y recibida por una víctima identificada individualmente. La cuantía de la indemnización debe tener un valor finito, decidido tras la debida consideración de la cantidad robada o el alcance de la violación de los derechos humanos. El problema es que las cuotas basadas en la casta —implantadas una vez y para siempre— crean beneficiarios y personas que sufren pérdidas sin ningún límite establecido en la cuantía de la indemnización pagada. Los beneficiarios y las personas que sufren pérdidas no se identifican individualmente, sino comunitariamente. Por lo tanto, indemnizar a los intocables convirtiendo a algunos de ellos en empleados del Estado es una forma dudosa de conseguir una indemnización justa, ya que algunos intocables siempre seguirán sin pertenecer al Estado y su situación no cambiará. Las reparaciones monetarias por los recientes crímenes de casta pagadas de forma individual son mucho mejores para compensar las injusticias sufridas.

Pasando al argumento de la equidad, las cuotas en las instituciones educativas y en el empleo no crean igualdad de oportunidades ni para los favorecidos ni para los desfavorecidos. Porque las cuotas se cubren con intocables que deben competir entre sí para ocupar las plazas vacantes. Pero los individuos que compiten por estas plazas reservadas no son iguales en riqueza, educación previa y talento. El gobierno de India lo ha reconocido y ha intentado introducir más supuestas correcciones excluyendo de los beneficios de las becas a las castas trabajadoras más ricas y mejor educadas, creando la llamada «capa cremosa». Pero, ¿cuántas capas cremosas de diferentes gradaciones habría que crear para garantizar un acceso perfectamente igualitario a las oportunidades?

Se puede argumentar que las cuotas de casta no eliminan la desigualdad, pero la reducen y, por tanto, son preferibles. Examinemos esta afirmación. Hay que crear oportunidades profesionales antes de distribuirlas. Ahora bien, sabemos que trabajadores y estudiantes relativamente poco cualificados que no habrían sido aceptados en ausencia de cuotas son ahora bienvenidos en el sistema educativo y el lugar de trabajo. Sin duda, para los beneficiarios se reduce la desigualdad de oportunidades. Pero ¿cuál es el efecto a largo plazo para todos, como diría Henry Hazlitt? En el lugar de trabajo, estos trabajadores menos cualificados necesitarán ahora más tiempo para aprender su trabajo, además de mayores gastos. A medida que asciendan en el escalafón con la ayuda de las cuotas, seguirán estando menos cualificados con respecto a sus compañeros que lo hayan conseguido por méritos. El segmento de trabajo a su cargo crecerá más lentamente en ingresos de lo que lo habría hecho en otras circunstancias. Esto es válido independientemente del estatus. ¿Qué significa para una empresa crecer? Significa, entre otras cosas, más inversión de dinero y mano de obra. Cuanto más despacio crezca una empresa, más despacio se invertirá en mano de obra y, por tanto, se ralentizará el crecimiento del empleo. Así pues, a largo plazo, las cuotas de empleo basadas en la casta beneficiarán a algunas personas, pero sólo reduciendo el crecimiento de nuevos puestos de trabajo, del mismo modo que la redistribución de la riqueza beneficia a algunos, pero con el coste de reducir la riqueza global de la sociedad considerada en su conjunto.

Además, la implicación del Estado en el proceso de selección de los candidatos a la educación y las oportunidades profesionales crea incentivos perversos y deja la puerta abierta a la corrupción. ¿Hay alguna solución mejor?

Sí, las hay. Escuelas benéficas para educar a personas desfavorecidas, pero trabajadoras y con talento. Se puede ofrecer formación profesional a trabajadores no cualificados a cambio de un periodo de servicio, abolir las leyes de derechos de autor, etc. Las posibilidades se multiplican a medida que se usa la imaginación. En general, siempre que existe una sana competencia entre los empresarios por los posibles empleados, se dejan de lado criterios irracionales como la raza y la casta en favor de la eficacia y la generación de ingresos, porque los empleados descontentos pero capaces pueden encontrar fácilmente un empresario más justo y generoso.

Pasemos ahora al argumento de la representación proporcional. Hay mejores formas de conseguir una representación proporcional que las cuotas. Se podría descentralizar el poder de decisión hasta el nivel de las aldeas y permitir a cada una de ellas elaborar sus propias políticas. Los pueblos con altos porcentajes de población intocable podrán establecer sus propias políticas y, por tanto, no quedarán excluidos del proceso de toma de decisiones políticas.

Conclusión

India necesita una fuerte dosis de soluciones de libre mercado o voluntarias/caritativas para sus problemas sociales. El problema de la intocabilidad no es diferente.

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