Los mercados libres y las mentes libres deben oponerse a las políticas mercantilistas y populistas asociadas a los keynesianos actuales; debemos inspirarnos en las ideas fundacionales de economistas como Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Israel Kirzner y Murray Rothbard. Estos pensadores defendieron los principios clave del intercambio voluntario, la competencia y la mínima intervención gubernamental, afirmando que ese marco es esencial para promover la prosperidad económica y la libertad individual, por no mencionar la gran importancia del sistema de lucros y pérdidas de la bolsa.
En el núcleo de la economía de libre mercado está la creencia en el bienestar del consumidor, un tema que resuena en toda la obra de Mises. Por ejemplo, en su libro Acción humana, Mises ilustra cómo los controles de precios impuestos por el gobierno y las barreras al comercio pueden alterar el equilibrio del mercado, provocando escasez e ineficiencias. La manipulación de los precios del mercado mediante aranceles y políticas proteccionistas —que aumentan los costes para productores y consumidores— se opone directamente al argumento de Mises de que la libre interacción de la oferta y la demanda debe dictar los precios. Al defender el libre comercio, los defensores de los principios del mercado se alinean con los intereses de los consumidores, garantizando el acceso a más bienes a precios competitivos.
Del mismo modo, el concepto de empresario de Israel Kirzner destaca el papel del descubrimiento de oportunidades en el fomento del cambio económico. Kirzner sostiene que los emprendedores son esenciales para detectar lagunas en el mercado y responder a las demandas de los consumidores. Un ejemplo concreto que podría utilizar es el auge tecnológico de finales del siglo XX, en el que unas condiciones de mercado sin trabas permitieron que surgieran numerosas empresas emergentes e innovadoras. Por el contrario, las políticas populistas que hacen hincapié en el proteccionismo disuaden este tipo de actividad empresarial. Al crear un entorno incierto plagado de barreras comerciales, esas políticas obstaculizan precisamente la innovación y la capacidad de respuesta que impulsan el crecimiento económico y el avance de la sociedad.
Friedrich Hayek hace hincapié en los riesgos del poder económico centralizado y en el problema del conocimiento, afirmando que ninguna autoridad central puede competir con el conocimiento disperso, cualitativo y subjetivo que se encuentra en un mercado libre. En Camino de servidumbre, Hayek sostiene que la planificación económica conduce inevitablemente a resultados autoritarios. Señala casos como el declive de la Unión Soviética, donde el control estatal de la economía ahogó la iniciativa individual y condujo a la ineficacia y la corrupción generalizadas. La expansión de la intervención gubernamental característica de las políticas mercantilistas puede conducir también al amiguismo en los EEUU, donde el gobierno favorece a determinadas empresas o industrias a expensas del bienestar económico general.
Los argumentos de Murray Rothbard sobre la libertad individual y el intercambio voluntario refuerzan la idea de que el mercantilismo socava la libertad personal. Rothbard criticó a menudo los monopolios estatales y las intervenciones que distorsionaban la dinámica del mercado, como se ve en obras suyas como El hombre, la economía y el Estado. Cita numerosos ejemplos de cómo los aranceles protegen a las industrias establecidas a expensas de los nuevos operadores, limitando las opciones de los consumidores y ahogando la competencia. Para Rothbard, los principios del libre mercado no sólo promueven la eficiencia económica, sino que también salvaguardan los derechos individuales frente a intromisiones gubernamentales injustificadas.
Además, la gran recuperación económica de Europa Occidental tras la Segunda Guerra Mundial sirve de ejemplo ilustrativo. Países como Alemania Occidental adoptaron políticas de libre comercio y liberalización del mercado, fomentando un rápido crecimiento económico y la integración. Por el contrario, las políticas socialistas empleadas a menudo en otras regiones obstaculizaron trayectorias de crecimiento similares, demostrando cómo un compromiso con los principios del libre mercado facilita la recuperación y la prosperidad.
En conclusión, los argumentos a favor de resistirse a las políticas mercantilistas y populistas se basan en los conceptos fundamentales presentados por Mises, Hayek, Kirzner y Rothbard. Al abogar por mercados libres y mentes libres, los individuos pueden contrarrestar los efectos adversos de las políticas intervencionistas al tiempo que fomentan una economía dinámica caracterizada por la innovación, la competencia y el bienestar de los consumidores. Los ejemplos extraídos de su obra no sólo ponen de relieve las repercusiones negativas de la intervención, sino que también subrayan la importancia vital de alimentar un entorno en el que los individuos libres puedan prosperar, beneficiando en última instancia a la sociedad en general. La vida no es un partido de béisbol con árbitros y reglas que se salda con una victoria o una derrota, sino un intercambio beneficioso para todos.