La fecha exacta se me escapa, pero muchos la conocerán. Ludwig von Mises iba a ser el ponente principal de la Conferencia sobre el Futuro de la Libertad en la Universidad Estatal de Long Beach. Sería presentado por Dirk Pearson, que entonces se hacía llamar Sky Deorious o algo así.
La forma en que llegué a conocer a von Mises es que fui el conductor designado para recogerle en, creo, el aeropuerto de Long Beach. Durante el trayecto del avión a mi coche, tuve ocasión de charlar brevemente con él.
Lo que recuerdo de esto fue notable para mí, aunque quizás no inusual. En primer lugar, hablamos en alemán, un idioma que yo conocía desde la infancia: en casa de mi madre se hablaba tanto húngaro como alemán y yo me crié bilingüe. Von Mises parecía encantado de que yo hablara alemán y, por tanto, hablaba con bastante libertad. Le mencioné que había nacido y vivido mis primeros años en Budapest, Hungría, y esto también pareció animarle un poco. Me dijo que recordaba la época en que Francisco José era emperador de Austro-Hungría, los últimos años del imperio, si no recuerdo mal cuando me lo señaló. Y añadió, de forma muy memorable, que hubo un periodo de importante liberalismo bajo esta monarquía, algo que le parecía importante mencionar y que recordaba con cierta nostalgia.
La conversación fue breve pero muy memorable para mí. Nos dirigimos a la Universidad Estatal de Long Beach (ahora llamada Universidad Estatal de California en Long Beach), donde von Mises pronunciaría, sentado junto a una mesita, un discurso muy memorable sobre la naturaleza del dinero. Creo que ese discurso pasó a la historia como uno importante.
Pero para mí lo importante es que tuve mis propios minutos privados con Ludwig von Mises, el gran líder de la Escuela Austriaca de economía, minutos durante los cuales hablamos de algo que nos unía de forma remota pero significativa, de forma personal, no académica.