El 29 de septiembre de 1881, Ludwig von Mises nació en Lemberg, entonces parte del Imperio Austro-Húngaro. Se convertiría en uno de los economistas más importantes del siglo XX y en el líder reconocido de la Escuela Austriaca. Los escritos de Mises abarcaban la teoría monetaria, los ciclos económicos, la política gubernamental, la filosofía y la economía política, pero estaban unificados por una idea metodológica —la economía no es una rama de las matemáticas aplicadas ni un conjunto descriptivo de estadísticas, sino una ciencia lógica de la acción humana intencionada. Como él mismo dijo
La praxeología es una ciencia teórica y sistemática, no histórica. Su ámbito de aplicación es la acción humana como tal, independientemente de todas las circunstancias ambientales, accidentales e individuales de los actos concretos.
Su legado —la praxeología, la teoría austriaca del dinero, la demostración de la imposibilidad económica del socialismo y la defensa del liberalismo y el libre comercio— sigue animando el pensamiento libertario contemporáneo y, como demuestra el Instituto Mises, inspirando a nuevas generaciones de académicos y activistas.
La praxeología y la lógica de la elección
En el centro de la economía de Mises se encuentra la praxeología, el estudio de la acción humana. Argumentó que las leyes económicas son consecuencias lógicas del comportamiento intencionado, no regularidades empíricas. Como explicó, «la praxeología es una ciencia teórica y sistemática, no histórica. Su ámbito de aplicación es la acción humana como tal». Este enfoque deduce implicaciones del axioma de que las personas actúan. Murray Rothbard señala que la praxeología «construye la economía a partir del axioma fundamental de que los individuos actúan y persiguen objetivos». Dado que los individuos deben clasificar los fines y asignar los medios limitados, fenómenos como el intercambio y los precios se derivan necesariamente de la elección y no de los agregados estadísticos.
La praxeología rechaza la aspiración positivista de modelar a los seres humanos como bolas de billar. Mises argumentó que las proposiciones económicas son a priori y que las estadísticas pueden ilustrarlas, pero nunca comprobarlas. Su método insiste en que la causalidad va de los planes individuales a los resultados del mercado; por lo tanto, los economistas austriacos siguen siendo escépticos ante las «pruebas» econométricas que ignoran la lógica de la elección.
Dinero, crédito y crisis
La primera obra importante de Mises, La teoría del dinero y del crédito (1912), integró el análisis monetario con la teoría general de los precios. Las teorías tradicionales trataban el dinero como un velo exógeno; Mises aplicó la utilidad marginal al dinero. El libro «comienza y termina» la teoría austriaca del dinero porque aplicó la teoría de la utilidad marginal a la demanda de dinero. Al analizar el dinero como un bien demandado por su poder adquisitivo, demostró que su precio está determinado por la oferta y la demanda. Esta integración le llevó a la teoría austriaca del ciclo económico, que atribuye los auges y las crisis a la expansión del crédito y a las tasas de interés artificialmente bajas. Mises advirtió a que los auges monetarios deben terminar en crisis; solo hay dos opciones: detener la expansión a tiempo o sufrir una catástrofe posterior.
El libro también contiene el teorema de regresión de Mises, que explica que el dinero debe originarse en el mercado y no por decreto. En ediciones posteriores, condenó el inflacionismo y advirtió que los gobiernos devalúan la moneda para financiar déficits y guerras.
El cálculo económico y la crítica del socialismo
Tras la Primera Guerra Mundial, muchos intelectuales abrazaron el socialismo, creyendo que resolvería las injusticias percibidas del capitalismo. Mises respondió con su ensayo de 1920 «El cálculo económico en la mancomunidad socialista» y su libro de 1922 Socialismo. Argumentó que el socialismo no solo era ineficaz, sino imposible. La razón no radica en los motivos de los planificadores, sino en la naturaleza del cálculo económico. En una economía socialista, los medios de producción son de propiedad colectiva, por lo que no existen precios de mercado para los bienes de capital. Sin precios, los planificadores centrales no pueden realizar un análisis racional de costes y beneficios ni comparar métodos de producción alternativos. Como resumió Mises: «Cuando no existen precios de mercado para los factores de producción porque no se compran ni se venden, es imposible recurrir al cálculo para planificar acciones futuras». Un gestor socialista andarías a tientas en la oscuridad, malgastando los escasos recursos y generando caos y pobreza.
La crítica de Mises era tanto económica como política. Al abolir los precios, los socialistas deben sustituirlos por órdenes burocráticas, por lo que el aparato de coacción se expande inevitablemente. Oskar Lange reconoció más tarde que los socialistas tenían «una gran deuda» con Mises por obligarlos a enfrentarse al problema del cálculo e incluso propuso una estatua en honor a Mises. Los intentos de «socialismo de mercado» fracasaron porque o bien reintrodujeron la propiedad y los mercados o bien hicieron imposible el cálculo.
Décadas antes del colapso de la Unión Soviética, Mises predijo que las economías socialistas sufrirían escasez y mala asignación de recursos. Hizo hincapié en que el problema no era la moralidad, sino la epistemología. Sin señales de precios, los planificadores no pueden saber cómo asignar los recursos.
Liberalismo, propiedad y libertad
Mientras demolía el socialismo, Mises ofrecía una alternativa positiva. En Liberalismo (1927) defendía el liberalismo clásico y la propiedad privada: la libertad se basa en la propiedad. «El programa del liberalismo, por lo tanto, si se condensara en una sola palabra, tendría que ser: propiedad», escribió. Los derechos de propiedad sustentan la cooperación social, y la función adecuada del Estado es garantizarlos; más allá de eso, la intervención es una intromisión. En Bureaucracy (1944), advirtió que los autodenominados progresistas prometen el paraíso, pero planean transformar el mundo «en una gigantesca oficina de correos». No existe una «tercera vía»: o son los precios y los beneficios los que guían las decisiones, o lo hacen los burócratas.
El liberalismo de Mises era radical para su época. Defendía que las comunidades debían ser libres de separarse y que las fronteras debían reflejar la cooperación voluntaria. Su liberalismo buscaba la paz a través de la propiedad privada y el intercambio voluntario, y su crítica a la burocracia advertía que la politización de la economía genera ineficiencia y erosiona la libertad.
Acción humana y el significado de la economía
La obra magna de Mises, Acción humana (1949), sintetiza su teoría. En ella se establecen las categorías de la praxeología y se derivan las leyes del intercambio, la formación de precios, el interés y la organización económica. En una época en la que los sociólogos denunciaban el capitalismo como atomístico, Mises, defendió la división del trabajo: «El fenómeno social fundamental es la división del trabajo y su contrapartida, la cooperación humana». La cooperación se basa en el interés individual; el «egoísmo bien entendido» hace posible la colaboración pacífica. Lo que estaba en juego era existencial, ya que al elegir entre el capitalismo y el socialismo, la sociedad elige entre «la cooperación social y la desintegración de los lazos sociales».
El libro era más que un tratado técnico: era una defensa filosófica de la civilización. Mises insistía en que la economía no podía separarse de la ética y la política: sin propiedad privada y precios libres no puede haber una asignación racional de los recursos, y sin una asignación racional la civilización no puede perdurar. Escrito tanto para legos como para académicos, sigue inspirando a quienes descubren que la economía no tiene por qué reducirse al álgebra.
Discípulos e influencia intelectual
La influencia de Mises se extendió mucho más allá de sus propios libros. Friedrich Hayek, que ganó el Premio Nobel en 1974, comenzó como un socialista moderado y se «cure» después de leer Socialismo. Incluso cuando Hayek no estaba de acuerdo con él, admitía que seguir las preguntas de Mises era el mayor beneficio que un científico podía aportar a otro. El respeto a regañadientes de Oskar Lange subrayaba su impacto. El discípulo más devoto fue Murray Rothbard, quien, impresionado por La acción humana, escribió su propio tratado Hombre, economía y el Estado para popularizar las ideas de Mises y utilizó el axioma de la acción para promover el anarcocapitalismo.
Aunque la Escuela Austriaca estaba pasada de moda, los seminarios de Mises en Viena y Nueva York cultivaron un grupo de pensadores que llevaron adelante la tradición. Socialistas como Lange aprendieron de su crítica, libertarios como Rothbard transformaron su método en una filosofía política y economistas como Kirzner se basaron en sus ideas para desarrollar una teoría del emprendimiento.
El Instituto Mises: institucionalizar un legado
Tras la muerte de Mises en 1973, sus ideas corrieron el riesgo de quedar marginadas. Para preservarlas, Lew Rockwell fundó el Instituto Ludwig von Mises en Auburn, Alabama, en 1982. Su misión es promover la economía austriaca, la libertad individual, la historia honesta y la paz, basando la economía en la praxeología y rechazando los modelos convencionales. Con el apoyo de Margit von Mises, Murray Rothbard, Henry Hazlitt y Ron Paul, Rockwell creó un refugio para el pensamiento misesiano. El instituto ofrece seminarios, publica revistas y mantiene una vasta biblioteca digital, que atrae a miles de estudiantes e investigadores de todo el mundo.
El instituto alberga una biblioteca especializada y acoge programas como la Mises University, donde los estudiantes estudian praxeología, teoría monetaria y filosofía política. Publica investigaciones, organiza conferencias y mantiene una gran biblioteca en línea que se ha convertido en un centro de referencia para los interesados en la economía austriaca y el pensamiento libertario.
Conclusión: elección y legado
La vida y obra de Ludwig von Mises constituyen una defensa sostenida de la razón, la propiedad y la cooperación frente a las utopías colectivistas. Al basar la economía en la lógica de la acción humana, demostró que los precios de mercado y la propiedad privada no son convenciones, sino requisitos previos para el cálculo y la coordinación social. Su crítica al socialismo puso de manifiesto que la planificación centralizada es una imposibilidad epistémica, su liberalismo vinculó la propiedad con la libertad y su teoría del dinero integró el análisis monetario con la teoría general del valor.
Su influencia en Hayek, Rothbard y otros garantizó que sus ideas resonaran mucho después de su muerte. El Instituto Mises institucionalizó su legado, poniendo sus libros, conferencias y filosofía a disposición de las nuevas generaciones. Para aquellos que valoran la libertad individual y la cooperación social, el cumpleaños de Mises no es solo una nota al pie de página de la historia, sino un recordatorio de que la elección entre el libre mercado y el mando burocrático sigue siendo una elección entre la civilización y el caos.