Esta es una pregunta que se debatirá siempre. Para los oyentes de Historical Controversies, ya he dado mi respuesta personal a esta pregunta en el episodio de presentación de la tercera temporada. Pero la relevancia de este debate, por muy insignificante que parezca a veces, me impulsa a exponer mi respuesta en forma de artículo para quienes puedan preferir ese formato.
¿Es inapropiado referirse a la Guerra Civil Americana como una “guerra civil”?
¿Qué es una “guerra civil”?
Advertid la distinción entre la “Guerra Civil” con mayúsculas, que se refiere al nombre apropiado del conflicto entre los Estados Unidos y los Estados Confederados de América desde 1861 a 1865, y la “guerra civil” con minúsculas, que se refiere a una categoría general de guerras sin ningún conflicto concreto referenciado. Una “guerra civil” en sentido general es una guerra que se ajusta a una categoría definida técnicamente y es aquí donde debe empezar siempre la pregunta de si la Guerra Civil Americana es un nombre inapropiado.
La definición que encontramos para la expresión general “guerra civil” puede variar ligeramente. Dictionary.com ofrece la siguiente definición: “una guerra entre facciones políticas o regiones dentro del mismo país”. Merriam-webster.com ofrece una definición similar, pero ligeramente distinta: “una guerra entre grupos opuestos de ciudadanos del mismo país”.
En la primera definición, está el adjetivo adicional de “regiones”, en lugar de solo “facciones políticas” o “grupos opuestos de ciudadanos”. Pero ambos diccionarios nos ofrecen la distinción cualificada de que la guerra tiene lugar “dentro del mismo país”.
En los episodios de Historical Controversies sobre los filibusteros en Nicaragua, hablo acerca de la guerra civil en Nicaragua. Durante este conflicto, hubo dos facciones políticas (los Democráticos y los Legitimistas) luchando por el control del mismo gobierno con jurisdicción sobre el mismo territorio unificado. No hubo disputa sobre las fronteras territoriales. No hubo reclamación de independencia en una región de Nicaragua para formar un gobierno territorialmente distinto para crear un país distinto. No hubo secesión.
La guerra civil en Nicaragua, como todas las guerras técnicamente civiles, se disputó por dos facciones pugnando por el control del mismo gobierno para gobernar el mismo territorio.
No fue este el caso en la Guerra Civil Americana (uso el adjetivo “americana”, en lugar de “estadounidense”, porque llamarla “Guerra Civil Estadounidense” supone tácitamente que fue técnicamente una guerra civil por el control de un país: Estados Unidos). La Guerra Civil Americana se produjo porque una región del país declaró su independencia política. En lugar de afirmar tener autoridad legítima sobre el territorio de todo Estados Unidos, el gobierno confederado afirmaba tener solo autoridad legítima sobre los estados secesionistas. Era un gobierno alternativo y adicional que se creaba como un país completamente independiente.
Estos son los hechos sencillos y minuciosos de la historia. Es verdad que la administración Lincoln rechazó reconocer la legitimidad de la secesión y por tanto se crearon argumentos legales destinados a tratar a los estados secesionistas como todavía sometidos al gobierno de Estados Unidos, pero, aunque se crea que esta es la postura constitucional correcta, esto no cambia el hecho de que los Estados Confederados no hicieron esta afirmación. No estaban luchando por el control político sobre Ohio, por ejemplo, o California. La guerra iniciada entre el gobierno centralizado de la Unión y el gobierno centralizado de la Confederación se refería al enfrentamiento entre independencia y unionismo y el asunto de dos fronteras nacionales alternativas.
¿Qué pasa con los estados y territorios individuales?
Puede argumentarse que la “Sangría de Kansas” (la guerra territorial por la legitimidad de los dos gobiernos en competencia durante la década de 1850) fue una verdadera guerra civil. La disputa en Kansas ciertamente se ajusta a la definición de “guerra civil”. Nadie estaba discutiendo las fronteras, luchando por la división o la independencia territorial y cada gobierno proclamaba su legitimidad única. En la medida en que la Sangría de Kansas fuera una guerra en absoluto, fue indudablemente una guerra civil.
Pero, por supuesto, incluso si esta disputa territorial hubiera sido una precursora de la Guerra Civil Americana, indudablemente no puede definir los términos del mucho mayor conflicto entre los dos gobiernos centrales de la década de 1860. Sería igualmente verdad para las disputas a nivel estatal que se produjeron dentro del contexto de la Guerra Civil Americana. La guerra de guerrillas de Missouri, por ejemplo, fue en muchos sentidos una extensión de la Sangría de Kansas, pero en esta las facciones buscaban el control del gobierno estatal. Sin embargo, esto no cambió el contexto de la polémica nacional.
Lo mismo podría decirse durante la disputa en Maryland, cuando los ciudadanos de Baltimore pelearon por el control de la ciudad, que, en un momento determinado, habían recurrido a la secesión de hecho en respuesta a las tropas de la Unión atravesando Baltimore. Otros estados vecinos tuvieron escaramuzas que podrían considerarse como guerras civiles a nivel estatal, incluyendo Kentucky, Tennessee y Virginia. Pero, como mucho, estas disputas fueron campañas dentro del contexto más amplio de la Guerra Civil Americana y sería difícil encontrar un historiador que argumentara que estas guerras se habrían producido sin la guerra nacional. Todo esto se aplicaría de la misma manera a las disputas que tuvieron lugar en los territorios del oeste durante la guerra.
Pero, salvo que nos fijemos en las escaramuzas específicas y aisladas que tuvieron lugar en estos territorios o estados, sería completamente incorrecto aplicar este contexto de escaramuzas locales a la disputa nacional. La Guerra Civil Americana sigue siendo un nombre técnicamente inadecuado.
¿Qué pasa con los nombres alternativos?
Incluso si aceptamos que Guerra Civil es una expresión inadecuada, eso no significa inmediatamente que debamos aceptar las alternativas preferidas que encontramos comúnmente. Cada una de estas merece también al menos algún examen.
La Guerra entre Estados — La alternativa más común al título “Guerra Civil” es la “Guerra entre Estados”. Es una alternativa popular porque reconoce la inadecuación de “guerra civil” sin sesgos aparentes con respecto a un bando u otro.
Pero, por desgracia, tampoco es válida. Llamar a la Guerra Civil Americana una “Guerra entre Estados” tampoco es válido por razones técnicas muy similares: olvida el hecho importante de que esta guerra fue una guerra en dos gobiernos nacionales distintos. Nunca hubo una guerra entre Ohio y Georgia y Nueva York y Florida (y así sucesivamente). Fue una guerra entre los Estados Unidos y los Estados Confederados; fue una guerra entre dos gobiernos centrales actuando en nombre de sus estados miembros.
La Guerra de la Agresión del Norte — Es otra alternativa común, normalmente ofrecida por personas que son menos tímidas en su visión personal sobre la parte agresora. La Guerra de la Agresión del Norte se originó durante la propia guerra (o incluso antes, ya que la “Agresión del Norte” era el fantasma que agitaban habitualmente los políticos sureños antes de dicha guerra).
Pero para que esta expresión sea apropiada, no solo hay que tener una comprensión precisa de los hechos históricos que son relevantes para la cuestión de la culpabilidad de la guerra, sino que hay que suscribir una filosofía ética concreta que define la agresión de una manera en la que el Norte, de acuerdo con los hechos históricos, sería culpable de una “agresión”. La cuestión filosófica de la agresión legítima creo que es importante. Pero no es históricamente importante: es una cuestión filosófica.
Relevante para el problema de la culpabilidad bélica en la Guerra Civil Americana es la cuestión de la legitimidad de la amenaza de agresión. La mayoría estará de acuerdo en que la amenaza de agresión equivale éticamente a una agresión como tal. Sin embargo, esto plantea la pregunta, a la vista de los hechos históricos, de si el gobierno de la Unión era culpable de amenazas legítimas o no. No pretendo resolver esta cuestión en este artículo. Solo quiero señalar que, aunque la mayoría esté de acuerdo en que las amenazas legítimas se consideraran como agresión, haría falta más que justificar la sensación subjetiva de estar siendo amenazado para considerarla como “amenaza legítima”. Así que es una cuestión complicada que solo puede resolverse estableciendo criterios muy estrictos (y difíciles de definir) para una “amenaza legítima” y solo entonces pueden introducirse en el debate los hechos históricos relevantes.
En resumen, mi rechazo a esta expresión no se basa en un tema de precisión histórica, sino en el reconocimiento del hecho de que casi con seguridad nunca habrá un consenso general sobre qué constituye una amenaza legítima y esa cuestión solo puede tratarse caso por caso. Es una cuestión para un mediador, no un historiador, y expresiones cargadas de intención como “la Guerra de la Agresión del Norte” (aunque se pueda estar de acuerdo personalmente con los juicios de valor que implica) no tienen un lugar en el análisis histórico.
La Guerra por la Independencia del Sur — Esta última alternativa común para la “Guerra Civil Americana” es, a primera vista, también considerada como un nombre sesgado a favor del Sur. Pero al contrario que en la “agresión”, es posible definir estrictamente “independencia” en un sentido político. La definición relevante proporcionada por Merriam-webster.com define la independencia como “la calidad o estado de no estar bajo el control, supeditado o conectado con alguien o algo”. Esta definición es aplicable inequívocamente a los Estados Confederados de América.
La razón por la que la gente tiene una reacción instintiva ante el nombre “Guerra por la Independencia del Sur” como expresión sesgada a favor del Sur es porque la gente, especialmente los estadounidenses, tiene una tendencia natural a atribuir un valor positivo a la idea de la independencia política. Pero el hecho de que la gente tenga esta tendencia no elimina el hecho de que “independencia” es un término estrictamente definible independientemente de qué valor demos a la idea y la definición sin duda es aplicable a la Guerra Civil Americana.
Si se insiste en un nombre alternativo para el inadecuado de “guerra civil”, yo recomiendo la “Guerra por la Independencia del Sur” como el más preciso.
¿Era “guerra civil” un nombre de propaganda?
Uno de los mayores errores acerca del nombre inapropiado de “Guerra Civil Americana” es pensar que se creó como parte de una explicación propagandística de los unionistas. Al llamarla “Guerra Civil” negaban la legitimidad de la secesión y justificaban la acción militar del Norte. Independientemente de si el nombre tuvo o no este efecto, no parece ser la razón para su adopción.
Como mencioné en el episodio de Historical Controversies sobre la resistencia en Christiana, el conflicto que se preveía que fuera el resultado de la polémica sobre la esclavitud ya se estaba considerando como una “guerra civil” desde 1851. Independientemente de si su percepción era errónea o no, persiste el hecho de que la gente en la década de 1850 ya preveía una guerra y suponía que iba a ser una guerra “civil”. El que se equivocaran al final (al menos según la semántica técnica) no tiene importancia. Se trata de que llamar a la guerra “guerra civil” ya era parte del léxico estadounidense en tiempo de los primeros disparos de 1861.
Sin embargo, hubo un nombre propagandístico que difundió la Unión para conseguir apoyo en su esfuerzo bélico. La llamaron “Guerra de Rebelión”, que era parte del argumento legal de que la secesión era inconstitucional y los estados de Sur se encontraban en una rebelión, lo que significaba que el Congreso adoptaba acciones que la Constitución solo permitía en casos de rebelión, como la suspensión del habeas corpus (aunque incluso aceptando el argumento de la “rebelión” hay argumentos constitucionales contra la decisión ejecutiva de Lincoln de suspender el habeas corpus al ser un poder delegado al Congreso).
Por supuesto, el argumento de que la secesión del Sur fue un acto de rebelión es espurio e incluso el Tribunal Supremo en el Caso de las Recompensas relacionado con la legalidad del bloqueo naval del Norte, declaraba hipócritamente que los Estados Confederados eran a la vez una potencia extranjera y un grupo rebelde de ciudadanos (un bloqueo contra estados que no fueran una potencia extranjera habría sido inconstitucional).
Por supuesto, los sureños adoptaron el calificativo de “rebeldes” con orgullo y su grito de guerra se conoció como el “grito rebelde”. Pero esta respuesta al nombre de la Unión de “Guerra de Rebelión” no basta para afirmar que la secesión fue meramente un acto de rebelión. Aun así, lo más importante en este artículo es que el nombre inapropiado de “Guerra Civil” no parece haber sido un nombre de propaganda.
¿Por qué llamarla “guerra civil”?
Lo último que merece la pena tratar es el asunto de mi decisión personal de referirme a la Guerra Civil Americana por su inapropiado nombre común. Me doy cuenta de que es un nombre incorrecto, pero cualquiera familiarizado con mis artículos y podcast sabrá que nunca me refiero a ella como la más apropiada técnicamente “Guerra de la Independencia del Sur”.
Mi respuesta es sencilla: La Guerra Civil es lo que la gente en general sabe que es. El propósito de un nombre apropiado para cualquier guerra concreta es designar a qué conflicto específico de la historia global nos estamos refiriendo. Antes de la Segunda Guerra Mundial, llamábamos a la Primera Guerra Mundial la “Gran Guerra”. El nombre cambió en nombre de la claridad, no de la precisión. Se podría argumentar que llamar a cualquier de ambas guerras como “guerras mundiales” sería inapropiado, ya que la inmensa mayoría de los países del mundo no participaron en ella. ¿Pero para qué entrar en esa discusión semántica?
Hay un propósito pedagógico en explicar el error de calificar a la Guerra Civil Americana como una “guerra civil”, como una manera de ilustrar las particularidades del propio conflicto. Sin embargo, persiste el hecho de que cuando nos estamos comunicando con una persona concreta en Estados Unidos podemos estar seguros de que sabrá a qué conflicto nos estamos refiriendo con el nombre de “Guerra Civil”, aunque sea completamente consciente de la inadecuación técnica de la etiqueta.
Además, aunque me gusta defender la mayor precisión del nombre “Guerra de la Independencia del Sur”, también sé que usar esa expresión es una manera muy eficaz de enajenarme una parte de la población que no tendría ningún interés por ninguna explicación histórica que pueda dar. Podría estar de acuerdo en que es fallo suyo y no mío, pero si mi objetivo es una comunicación eficaz de la historia sería una táctica extraña utilizar tercamente un nombre que sé que tendrá este efecto, aunque crea que no debería tener ese efecto.
Aunque haya cierto propósito en tratar el nombre erróneo de la calificación de la “Guerra Civil Americana”, animo a todos los interesados por esta historia a que traten de fijarse en el asunto más importante de la propia historia y las lecciones importantes que podemos obtener de aprender historia. Reñir por calificativos, sin que importe lo correctas que sean nuestras objeciones, tiene una tendencia posterior a alejarse de las lecciones reales de la historia. Nos guste o no, el nombre inadecuado que ha sido aceptado históricamente y está universalmente incrustado en las cabezas de la población estadounidense no va a cambiar.